O C H O

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Mi corazón se aceleró con sus simples palabras, la bolsa de piedra en mi estómago volvió a aparecer. Jimin de acercó a mí con lentitud, estaba tan cerca que no sabía que hacer por lo que cerré mis ojos frunciendo los labios, sentía como se movía, un  <<click>> rebotó en el aire y dejé de sentir los movimientos. Abrí los ojos y me topé con su inocente sonrisa.

- Tu cinturón ya está puesto. - indicó.

Mis mejillas se sonrojaron instantáneamente, el avión comenzó a moverse y mi corazón se aceleró, tomé la mano de Jimin con fuerza.

- Tranquila, no sucederá nada.

- No estoy segura. – susurré con la inseguridad palpable en cada letra.  

- Solo tienes que relajarte y no te darás cuenta de lo rápido del viaje.

Después de casi 18 horas dentro del avión descendimos de el y no pude evitar soltar un chillido de alegría al saber que aún seguía con vida. Jimin tomó mi mano y como siempre guió mis pasos.

- Estoy muy hambriento. - murmuró.

- Yo no tengo hambre. - aclaré colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oído.

- Comerás igual, no puedes estar sin alimentación, el viaje ha sido muy agotador.

- Pensándolo mejor, se me antoja algo dulce, ¿un helado?

- Helado después de comer algo con proteínas.

Hice una mueca con mi boca disgustada sin objetar nada.

Jimin abrió una puerta de cristal y el olor a fritura invadió mis fosas nasales, tomamos asiento en una mesa vacía, coloqué mi bolso sobre una silla desocupada para que no me incómodara.

- Iré a pedir la orden, ya regreso.

Acepté con la cabeza mientras observaba curiosa a mi alrededor, carteles con varios tipos de comidas y bebidas, no entendía lo que decía en ellas y me frustraba, fruncí el ceño esforzando hacer entender a mi mente las palabras mas era en vano.
Llevé mi mirada a Jimin, hablaba con la cajera, las piedras hicieron acto de presencia de nuevo, algo en él me hacía querer salir corriendo, sin embargo otra parte se empeñaba a idolatrarlo, después de todo es mi única fuente de recuerdos. Me pregunto si Jungkook ya se ha dado cuenta de la presencia de Jimin.
Tantos lagunas mentales absorvieron mi cabeza, desvíe mi mirada a la ventana que daba a la calle. El día estaba bastante cálido por mas que se encontrará nublado.

- Lamentó la tardanza, había muchas hambrientas al igual que yo.

- Está bien. - respondí con una pequeña sonrisa.

Depositó las bandejas sobre la mesa y tomó asiento, comenzamos a comer en silencio, cada uno absorto en su mundo individual. La comida estaba deliciosa, pero yo quería helado y lo iba a tener. El doctor solía decir que era muy terca y que siempre conseguía lo que quería. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Me extraña?
Recuerdo las veces que se quedaba junto a mí en mis ataques de ansiedad, me consolaba cuando veía a los familiares de otros pacientes venir de visita, jamás perdí la esperanza de que algún día Jimin llegaría en la clínica y me sacaría de ahí. Ciertamente el doctor era muy agradable y cariñoso, pero su prometida me detestaba, recuerdo nítidamente cuando inyectó sedante al bote de suero, no desperté sino dos días después, el doctor casi saltó de alegría al verme abrir los ojos, hasta me abrazó.

- Como quisiera saber lo que piensas.

Solté una pequeña risa antes de contestar.

- Pienso en el doctor.

Apretó los labios con los ojos entrecerrados.

- ¿Cómo se llama el doctor?

- El doctor se llama W...-

- ¡Jiminnie!

Una voz cantarina se oyó por todo el colapsado recinto. El nombrado apretó los dientes tenso, rodó los ojos.

- ¿Ya has terminado? Hay que irnos de aquí.

Una chica bastante bonita se plantó enfrente del chico pálido.

- ¿Cómo estás?

Entre abrí los labios sientiendo la decepción en cada célula de mi cuerpo.

- ¿Quién eres? - preguntó sin interés. -Por favor, vete, nos estás incomodando.

La chica abrió los ojos tratando de refutar mas la cerró al instante al percibir la mirada de molestia del pálido chico, soltó un bufido, dio media vuelta y salió del local.

No sabía qué pensar, no quería ser tan entrometida, apenas nos reencontramos hace un día, además tenía todo el derecho de rehacer su vida, no hubiese sido capaz de prohibirle, por más que me doliese.

- Lenahi, mírame.

Levanté la mirada lentamente topándome con sus oscuros y absorbentes orbes.

- No sé quién diablos era esa chica, confía en mí.

▪-▪

China

- ¿Aún no la encuentran?

Soltó un fuerte suspiro.

- Todo indica que la han sacado del país, no puedo creer la negligencia aduanera, es repudiante.

- Cariño, no te preocupes, ella estará bien.

El joven psiquiatra despeinó su cabello y negó con la cabeza.

- Tengo que encontrarla, se lo prometí a Rita antes de que decidiese...- se inrrrumpió a si mismo indispuesto a terminar la frase.

- Deberías parar esto, te está absorbiendo, te harás más daño.

El psiquiatra apretó los puños.

- Por favor no interfieras, tú no la has visto más que 10 veces, es fácil decirlo.

- Te has encariñado con ella. - acusó la mujer con una vena palpitando en la frente.

- Es imposible no haberlo hecho. - respondió simple.




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