Issing se mantuvo callado durante todo el viaje, podía asegurar que estaba en otro mundo. Al bajarnos del avión fuimos a tomar el metro, según explicaciones de Issing. Jimin me comentó que no sabía mucho de mandarín y que por esa razón Issing nos acompañó, además que seguía siendo su chófer.
El viaje fue tan terriblemente agotador, que a los pocos minutos de llegar a nuestro nuevo hogar caí rendida sobre el pequeño sofá que había en la sala de estar. Durante todo el tiempo que había estado dormitando los dos hombres se habían encargado de acomodar todas nuestras pertenencias. Un espantoso ruido captó mi sueño y lo arrojó por la ventana, unos cuantos gritos siguieron la tensa atmosfera que de pronto rodeó todo el departamento, Issing se acercó a mí con una arma en la mano, el doctor me había enseñado que esas cosas eran muy peligrosas, y que nunca debía tocarlas.
- ¡Levántate! ¡Hay que llevarte a un lugar seguro! – exclamó en un fuerte bramido.
Su estado risueño y soñador había sido reemplazado por completo, su mano se ató sobre mi muñeca y tiró de mí dentro de una habitación.
- ¿Qué está pasando? – interrogué temerosa.
- ¡Solo escóndete dónde sea! ¡Ahora!
Me obsequió una tensa mirada y abandonó la habitación con fuertes pasos. Los ruidos seguían sin cesar acelerando mi corazón, observé todo a mí alrededor y no tuve otro lugar seguro que esconderme debajo de la cama.
Cada minuto que pasaba era una tortura para mí y mi columna, la curiosidad por saber lo que estaba sucediendo picaba debajo de la piel. Los gritos volvieron, podía asegurar que unos cuantos muebles estaban siendo aventados a la pared por el sonido seco que provocaba la dura madera siendo azotada contra la pared. Unos cuantos pasos alarmaron mi mente, encogí todo mi cuerpo lo máximo posible, aunque de todas maneras era inútil, podía ver la suela de los zapatos,
- Lenahi, soy yo.
Esa voz hizo que todo a mí alrededor se detuviera, mi boca se secó y mis ojos se dilataron por la sorpresa, una avalancha cayó sobre mí al instante.
-°-
- Sabía que esto pasaría, ese maldito de Zhang. – gruñó Dalai al lado del psiquiatra que contenía las ganas de arrancarse los cabellos.
- Dalai, ahórrate las maldiciones para otro día.
- ¡Es que es tan injusto! ¡Agh! Meses de trabajo e investigación para esto, estoy totalmente indignado.
- Dalai. – gruñó.
- Está bien, está bien. – se disculpó.
El psiquiatra tomó su móvil y marcó el número del amigo de Lenahi.
- Tengo malas noticias.
- No puede ser. – oyó el lamentó.
- Tendremos que iniciar de nuevo otra investigación, y esperar que esta vez sí resulte.
- Muchas gracias, en verdad. – Namjoon comenzó a sollozar. El psiquiatra sonrió de lado teniendo en cuenta lo verdaderamente importante que era Lenahi para este chico. – No sé cómo pagarle todo lo que está haciendo por ella, estoy muy agradecido.
- No te preocupes por eso ni te tortures, haré todo lo posible para ayudarla.
- Muchas gracias, de nuevo.
- No es necesario que agradezcas. Me comunicaré de nuevo.
- Vale, hasta luego.
Colgó la llamada y volteó a observar a su pequeño empleador, éste estaba a unos cinco metros a su delante con una especie de carta en sus manos, con el ceño fruncido se acercó y se lo arrebató de las manos.
- Señor. – gimió disgustado.
- Silencio.
- Agh.
Sus ojos delinearon todo el contorno exterior de la carta topándose con una caligrafía bastante familiar para él, los caracteres chinos estaban escritos de una forma bastante deforme, rompió el sobre y sacó la carta ojeando carácter por carácter.
- ¿Qué dice?
Al finalizar su puño se cerró con papel, rompió pedazo por pedazo aquella estupidez de palabras y dejó que el viento hiciese su trabajo.
- Tenemos que volver a China.
- ¿Por qué?
- ¿Te pago por preguntar?
- Lo siento.
-°-
Sentí una fuerte sacudida en mi cuerpo, los recuerdos se abalanzaron dentro de mi cabeza como abejas al polen, mi tobillo fue capturado y me arrastraron lejos de mi guarida.- ¿Me has extrañado?
- Yoongi. - susurré.
Su sonrisa se ensanchó el doble al oír su nombre.
- Por un momento pensé que no me reconocerías, pero veo que me he equivocado terriblemente.
- ¿Dónde está Jimin? ¿Qué le has hecho? – exclamé.
- Puedo asegurarte que nada malo.
- ¿Issing?
- ¿Te alegras de volver a verme?
Mi lengua de la nada se volvió tan pesada como una roca, sus ojos rasgados estaban brillantes y tenían un aura cálida.
- Lo estoy.

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Anormal
FanfictionLuego de escapar, Lenahi tiene como meta ser la chica de antes, aunque con varias espinas más dentro de su ser que aún le siguen rasgando con cada paso que da. Ella quiere morir, pero él quiere ser su vida. |Prohibido la copia o adaptación| [Continu...