siete.

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Me miro al espejo y no puedo creer lo que he conseguido, y el buen gusto de mi amigo.

Él tenía razón, me veía más blanca y mis ojos resaltaban más. Mis labios iban del mismo color del vestido y mi cabello rubio largo al natural.

-Te ves divina- mi mejor amiga dice desde la ventana. Su sonrisa me hace sonreírle y la abrazo para después caminar de la mano hasta mi sala donde mi familia espera.

Puedo mirar a mi hermano y su cara era de asombro y entonces comprendí. El miraba a mi mejor amiga.

Su vestido era largo, completamente de encaje negro y que en las partes de las piernas se podían ver después de la mitad de los muslos al igual que del abdomen estaba solo cubierto del encaje, era ajustado y después las rodillas era suelto, claro yo lo había escogido para ella porque ella solo quería camisas y shorts.

-Familia- dije en alto a lo que mi hermano con sus mejillas teñidas en rojo me puso atención. -Tengo hambre- dije finalmente a lo que mi madre rio y se adentró a la cocina donde saco una charola de aluminio y un pavo recién salido del horno humeante se vio cuando destapo la gran comida.

La cena paso a como todos los años, a eso de las once de la noche mi familia y yo fuimos hacia las escaleras donde los vecinos de todo el edificio se saludaron y nos dispusimos a ver el gran espectáculo de los fuegos artificiales en Manhattan.

Rápidamente antes de que dieran las doce, mire mi celular donde vibraba des controlablemente en mi mano. Vi que era una llamada así que me adentre a la habitación no sin antes tener una mirada desaprobatoria de mi hermano.

-¿Hola?- dije finalmente.

-Hey! ¿Cómo la estás pasando?- su voz gruesa hace que mis piernas tiemblen y trago duro tratando de aligerar mi nerviosismo.

-Genial, ya cene por lo menos y estoy satisfecha, mi familia está conmigo- digo con entusiasmo a lo que el ríe. -¿Y tú?- pregunto gentil a lo que el deja escapar un suspiro.

-Mi padre pertenece al departamento de defensa, lo invitaron a una cena especial, pero solo le dieron invitación para ellos cuatro, ya no pertenezco tanto a esa familia- ríe y puedo notar tristeza.

-Oh vaya, lo siento mucho por ti- apenas puedo decir, me muevo lentamente por mi habitación y pronto el nuevo espectáculo de fuegos artificiales.

-¿Los estás viendo?- pregunta haciendo que me centre en él.

-Sí, mi madre nunca se los pierde- explico con una sonrisa -Me imagino que tu igual- digo a lo que él responde con un "Uhm" -Piensa que estoy contigo, para que no te sientas solo- digo tímidamente a lo que la línea se queda completamente en silencio y me arrepiento.

-Me tengo que ir- dice finalmente y antes de que diga algo ya ha cortado.

Desilusionada camino hasta la ventana y salgo para hacerme un pequeño espacio hasta que cuenta regresiva empieza. Aunque mi corazón estaba apretándose.

La gente de la calle, de los edificios de enfrente, los que están en los techos, lo que están ebrios y los que no, gritan "Feliz año nuevo" y la furia empieza. Mi mamá me abraza y después a todos; sus mejillas están empapadas.

Los vecinos se empiezan a gritar de piso a piso deseando un feliz año nuevo, a lo que yo solo sonrió y digo "igualmente"

Cuando ya han pasado unos minutos, una loca idea llega a mi mente y no dudo en hacerlo.

Yo: ¡Feliz año nuevo, Justin!

Pasan alrededor de veinte minutos y no recibo respuesta, desilusionada de nuevo, salgo de la sala donde hace poco habíamos llegado y me adentro a mi cuarto, donde la ciudad que nunca duerme aún tiene shows de fuegos artificiales.

Me tiro a la cama y con la mirada perdida en el techo, y decido dormir, estaba un poco cansada.

Mis ojos están a punto de cerrarse cuando mi celular vibra en el mesita de noche y confundida lo llevo a mi oreja.

-Estoy abajo- su voz es un poco ronca y siento mi pulso al mil.

Cuelga la llamada y no me da tiempo de decir que no pensaba bajar. A lo que me debatí y termine haciéndolo.

Camine por las escaleras de emergencia rojas, con mis pantuflas blancas ya que, no podía salir por la puerta principal y no iba a bajar las escaleras con esas preciosuras.

Cuando finalmente llegue a la última, le quite el seguro a la escalera haciendo que se hiciera más larga para así tocar el suelo.

Cuando estuve abajo, mire hacia el auto de lujo negro y di una respiración profunda, caminando con paso rápido.

El abrió la puerta desde adentro y me adentre a lo que me recibió con una sonrisa, nerviosamente se la devolví.

-Bien, Regina Belmont ¿Quiere dar un paseo?- dice tranquilamente encendiendo el auto y hacerlo rugir.

-Aunque quisiera, no puedo arriesgarme- rodé los ojos y apreté mis labios.

-Bueno, tampoco tienes opción- dice antes de salir a toda prisa y hacer llamar la atención de la gente que esta aun en las calles. Agradecía que todos los vidrios estuvieras polarizados.

-¿Y dónde piensas llevarme?- dije curiosa cuando en lugar de ir a la carretera que nos llevaba directamente a Manhattan tomo otra.

-Supongo que has visitado el Brooklyn Bridge- dice obvio a lo que lo miro con obviedad. Claro que sí, aunque fue hace mucho tiempo, casi no iba por que no iba a Brooklyn con frecuencia y no llegaba hasta el final de Manhattan.

Pasamos por las orillas de la playa donde aún se ve gente celebrando la noche, con aura alegre mientras que los niños corren de un lado a otro cuando pasamos por un parque a la orilla del mar. Cuando pasan más de 30 minutos, llegamos al tan famoso puente. Se ve iluminado, demasiado para mí.

-Justin... tengo pantuflas- digo tímidamente antes de tomar sus manos deteniéndolo.

-Nadie se va a dar cuenta, la mayoría está ebrio- dice tranquilamente antes de tomar mi mano de nuevo y hacerme salir.

Cuando lo veo caminar adelante de mí jalándome, noto que no lleva traje elegante, sino una simple camiseta de color amarillo y unos vaqueros con vans, llevaba gorra y se me hizo extraño porque era de noche. Pero lo omití y trate de alcanzarlo ya que el vestido ceñido a mi cuerpo no me dejaba correr plácidamente.

Cuando pude alcanzarlo me dio una mirada de soslayo sin soltar mi mano y sonrió de lado bajando la cabeza.

-¿Te ha gustado el vestido?- se detiene en una parte ya alta del puente y apoya sus brazos en el barandal, jugando con mis dedos.

-Me ha encantado, muchas gracias- digo tímidamente. Sus ojos penetran mi alma y su cuerpo tranquilo me da confianza. -Te lo voy a pagar cuando mi quincena llegue- dije tranquilamente.

-No necesito que lo hagas- dice antes de rodar los ojos -Ha sido un regalo y se te ve precioso, muy muy precioso- dice tan tranquilo mientras que sus palabras talan dentro de mi ser. -¿Trabajas?- dice confundido a lo que asiento.

-Algo así, es un servicio comunitario pero el gobierno te da un pequeño sueldo por falta de personal- digo riendo. -Nadie se ofrece voluntariamente a cuidar niños por seis horas- ruedo los ojos.

-Wow! Que genial! donde es tu servicio?- dice sonriente y no puedo dejar de hacerlo, ese hombre me hacia sonreír.

-Ahora estoy en Central Park, pero en un mes estaré en el zoológico de Bronx, después de clases- explique y el solo me mira sonriente. -¿Por qué sonríes mucho?- pregunto y mis mejillas se tiñen cuando me da una mirada coqueta.

-No puedo dejar de hacerlo cuando estoy contigo- alza los hombros y no puedo evitar tirar una risa nerviosa mientras sentía mis mejillas arder.

Oh, no Justin! {jdb}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora