treinta.

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Salí del psicologo escolar con el humor por lo bajo. Fruncí el ceño al recordar lo que me dijo

"Sabemos que estas saliendo con un hombre mayor y tu eres una menor de edad ¿Han tenido relaciones sexuales?"

Obviamente negué.

"¿No te ha estado obligando a hacer cosas ilegales?"

Enfurecí.

"¿Tu hermano lo sabe?"

Entristecí.

Eso y muchas mas preguntas absurdas que me hacían. Obviamente todos lo sabían, era Justin Bieber, el chico con restaurantes famosos en todo el país, el chico mas cotizado en New York, el chico que se drogaba años pasados. Eso no me molestaba, me molestaba que se querían meter mas en mi vida no tan personal que en ayudar a superar los hecho que ocurrieron hace un par de meses.

Empuje la puerta con fuerza preparándome psicologicamente a los regaños de mi hermano. Habia dejado su habitación hecha un desastre en busca de un calcetín que se me había perdido; igual y no lo encontré. Sí, tenia una calceta rosa y la otra amarilla.

Al llevar a mi edificio, lo primero que pude ver fue a Ben, que llegaba con ropa deportiva. Lo miré e ignore su presencia.

-Regina, ¿Podemos hablar?- murmuro alcanzándome a toda prisa en las escaleras.

-Claro ¿Qué pasa?-dije sin interés sin parar mi caminar.

-Te debo una disculpa-

-Ah, eso- lo miré por un momento sin interés. -Bien, no pasa nada, solo que te quede claro algo, si en todo caso que me rompan el corazón, seras a la ultima persona a la que visité- doblé hacia mi departamento.

-No me digas eso Regina- se apoyo en la pared en la que estaba la puerta.

-Y tu no vuelvas a reprocharme nada- fruncí el ceño viéndolo directamente.

-Regina tu me gustas mucho- dejo escapar y después un suspiro.

Abrí mis ojos impresionada y nerviosa termine de abrir la puerta pero no entre.

-Dos años mas tarde te diste cuenta- alce los hombros y entre. Suspire y me recargue en la puerta y di un brinco cuando la puerta de enfrente se escucho golpearse.

Miré hacia la sala y pude ver a mi hermano casi comiéndose con mi mejor amiga en el sillón.

-Regina- mi amiga alterada se separo de mi hermano y se puso de pie.

Hice un ademán de que me iba y camine hasta mi habitación.

Solté mi mochila dejándola en el suelo cerca de mi cama y me acosté. La ventana aun seguía tapizada por maderas, que no dejaba entrar la luz del día. Estaba aburrida y fastidiada.

Tampoco podía entretenerme en ver algo, uno: por que mi celular lo había perdido hace meses y no pensaba usar mis ahorros, no podía; dos: no había televisión en mi habitación, ciertamente ni la necesitaba... antes; tres: mi pc ni servía. ¡Estaba jodida!

A los pocos minutos me quede dormida, pero algo me hizo despertar.

Malia entraba por la puerta alterada, con expresión de que buscaba algo salvajemente.

-Que diablos?- Murmuré aun con sueño, me apoye en mis codos mirandola cerrar la puerta.

-Tranquila, sigue durmiendo- ni me miro, solamente miraba el suelo.

-Si bueno, solo si te vas- rodé los ojos.

-Que sucede contigo? Últimamente ni siquiera quieres hablarme- espetó. Su ceño se frunció y me miro con esos ojos cafés aniquilantes.

-Imaginación tuya- alce las comisuras de mis labios, dándole a entender que estaba fastidiada.

-Desde que Justin llego, apenas y pasas tiempo conmigo, ni siquiera quieres salir, nunca fuimos a patinar, ni mucho menos salimos a correr los sábados por las mañanas ¡Solo por miedo a que te sigan! ¡Solo por enredarte con el!- enredo sus brazos frente a su pecho y se recargo en su pierna derecha.

-¿Sí? Bueno, si tu no le hubieras dado mi numero o le dijeras donde estudio, no hubiera pasado todo esto, pero mira el lado bueno ahora estas sumamente feliz con mi hermano, el doble moral- esta vez me puse de pie. Estaba segura que mi cara estaba roja por el enojo.

-¿Y tu no estas feliz con Justin?- espetó. Sus ojos estaban clavados en los míos y no los quite.

-Sí, pero a la vez estoy muriendo, no por que el sea reconocido, sino por que el chico que esta allá afuera, me encerró, como la cenicienta ¿Y que hiciste tú? Nada, ni siquiera viniste a verme, solo ibas a gemir a su cuarto mientras yo sufría aquí dentro- dije con rencor.

-No iba a perder a el amor de mi vida por caprichos de adolescentes- dijo con firmeza.

Sentí mi corazón caerse en miles y miles de pedazos. La chica que creía mi hermana estaba lastimándome y dolía muchísimo mas que una ruptura. Dolía mas que estar escuchando al chico que te gusta diciéndote puta o que mi madre diga que esa noche no me dejara salir a ver a Justin. Dolía tanto que ni siquiera mis palabras se ordenaban.

Rompí el contacto visual, sintiéndome con rabia apoderándose de mi-Vete de mi habitación, Malia- espete. Me senté en la cama.

-Regina, lo siento yo...- alce mi mano parando su hablar.

-Entendí bien las cosas Malia, se que hace mucho tiempo ni siquiera somos amigas por que me quieras, sino por interés ¡Claro! ¿como fui tan estúpida?- lleve la mano hasta mi frente reteniendo las ganas de llorar.

Prometí ya no llorar tanto.

Mi labio temblaba y mis ojos ardían.

-Eso no es cierto-

-Entonces si me quieres aun que sea un poco, vete de mi habitación- dije con la voz apenas audible. El nudo estaba apretando tanto.

-Regina, no hagas esto mas difícil- dijo de mala manera por lo que la mire. Sus facciones no eran de arrepentimiento por lo que la adrenalina de el enojo me hizo ponerme de pie y caminar hasta ella, tomarla fuertemente del brazo con mi mano, viendo su cara de dolor, abrir la puerta y sacarla de la habitación.

-Gracias, por hacerme sentir la niña mas estúpida de la vida- le sonreí con fragilidad y cerré la puerta en su cara, dejándola con las palabras en la boca.

Suspire tragando todas mis lágrimas.

No iba a llorar esa noche.

Oficialmente, estaba sola.

Oh, no Justin! {jdb}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora