ocho.

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Camino por todo el parque hasta la área donde siempre estoy y pronto mi compañera me recibe. 

El frío cala un poco mis huesos a pesar de que llevo un suéter y una chaqueta. Pero la nieve en mis botas no favorece nada.

Las horas pasan y no puedo evitar pensar en Justin Bieber. En su sonrisa muy bonita y en sus ojos que son el cielo a pesar de que son color miel. Un color miel tan bonito, tan perfecto.

Cuando son cerca de las doce un niño de piel blanca y cabello rubio llega hasta mí, pidiendo que le de pinturas y no puedo evitar pensar en lo parecido que es con Justin.

-Jaxon, se educado- su voz gruesa inunda mis oídos y levanto la mirada del pequeño que está jalando mi mandil azul para que le preste atención.

-¿Que colores quieres, cielo?- digo amablemente tratando de que mi voz salga lo menos nerviosa que pueda, me quejo mentalmente por mi voz chillona.

-Azul y rojo, para la ropa- dice alegremente saltando, sus ojos cafés grandes me miran esperando y cuando se las doy sale corriendo hacia la mesa.

-¿Qué haces aquí?- digo tímida acomodando las pinturas en la mesa, manchándome un poco.

-Mi hermano viene a jugar al parque los lunes- dice simplemente atrás de mí. Me volteo hacia su persona y retrocedo un poco porque su cuerpo está demasiado cerca del mío haciendo que se tiñan mis mejillas blancas.

-Nunca los había visto por aquí- tartamudeo un poco y me doy una cachetada melgamente. Cierro los ojos por un segundo tratando de calmarme y cuando los abros el saca un alcatraz en una caja de plástico transparente. -Oh, diablos- murmuró. Eran mis flores favoritas. La tome entre mis manos respirando muchas veces, era tan preciosa, nunca la había visto en persona -¿Donde las conseguiste?- reprimo un grito tapando mi boca.

-Magia- dice con timidez y frunzo el ceño.

-Es muy bonita- murmuro, aun con la caja transparente en mis manos.

-Es para ti- dice sonriente. Frunzo el ceño.

¿Para mí? Esto era una broma, sus constantes regalos estaban poniendo mis pelos de punta.

-No puedo aceptarlo- digo estirando la caja hasta sus brazos, donde el la agarro confundido. Sus facciones se endurecieron y entonces tuve miedo.

-¿Por qué no?- su voz parece frágil pero su cara parece matarme.

-Es muy gentil de tu parte, pero no estoy acostumbrada a los regalos, todavía debo pagarte el vestido- digo sutilmente mientras paso a su lado tratando de acabar la charla ahí y caminar hasta el niño que está pidiendo colores.

-No puedes simplemente aceptarla y ya- su voz es un poco más dura, no veo su cara porque estoy de cuclillas a lado del niño.

-Es muy, muy gentil de tu parte, pero no...- una tercera voz dice mi nombre y mi cuerpo se congela. Me alejo del chico un poco.

-Regina, es hora de irnos- su cuerpo alto me espera alado del que parece un Justin Bieber diferente. solo ve a su hermano y me ignora.

-Sí, solo deja me quito el mandil y nos vamos- aviso antes de ir de nuevo a la gran mesa donde están las pinturas, me despido de mi compañera y me reúno con mi hermano que está riendo.

-Ese chico, acaba de ser bateado- dice aun riendo a lo que lo veo mirar a donde él y es el chico de traje refunfuñando para luego caminar de la mano con su hermano y cuando pasa por un bote de basura, tira la caja transparente con la flor.

-Pobre de el- murmuro. Mi corazón se quiebra, yo he causado eso. Mis ánimos se bajan y antes de salir del lugar puedo ver como se adentra a su auto, con la cara roja.

*

Mis manos tiemblan y siento que no debería hacerlo, pero quiero.

Estoy enfrente del Bieber Palace, con el vestido de 70 dólares que compre la otra vez, aunque no lo crean, hace que mi cuerpo se caliente.

Camino de un lado a otro, aligerando mi nerviosismo y cuando menos lo pienso ya estoy en la recepción.

-Señorita Belmont- murmura el hombre de piel blanca a lo que lo miro con los ojos abiertos de sorpresa. Como sea.

-Está el Señor Bieber?- pregunto tímida. Mis manos esta los bolsillos de mi abrigo negro y el me mira un poco apenado.

-Esta cenando con la Señorita Banks- murmura y mi corazón late despacio.

-Oh, bien, dígale que cuando se desocupe de su cena con su novia que venía a disculparme, que espero que no vuelva a buscarme por que tendré serios problemas con mi hermano- digo con un tono de ira controlada. Le doy una última sonrisa y salgo dispara del lugar.

Es un idiota, como se atreve. Camino como si me persiguiera el mismísimo demonio hasta el metro donde me siento y mis lágrimas de ira no tardan en aparecer.

Oh, no Justin!

Oh, no Justin! {jdb}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora