veinticuatro.

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Los días habían pasado volando, pero fueron los mejores. Justin la mayor parte del tiempo se tomaba la molestia de llevarme a casa después del zoológico. Obviamente no siempre se quedaba por que debía atender su restaurante, aun que hace tres días el había ido de viaje y regresaba hoy, el día de su cumpleaños.

Veinticuatros años para un hombre tan bello como el.

Caminaba rumbo a su edificio con las manos frías por los nervios que me hacían torturarme. Cuando lo tuve cerca di un suspiro.

El transcurso a su departamento en el elevador fue tan turturoso, el portero tuvo que hacerme tantas preguntas para que pudiera subir sin que el se diera cuenta.

La madera sono justo cuando di el primero paso dentro del Penthouse.

Todo estaba oscuro, pero podia ver como Justin fumaba un cigarro frente al ventanal con las luces iluminando su ser.

Me acerque a el por detras y lleve mis manos hasta su pecho. Y grito como una niña.

-Me has dado un susto de muerte, Regina- llevo una mano a su pecho, aun sentado con la vista al frente.

-Feliz cumpleaños, Justin- me abalance a el y di un beso en su mejilla.

-Regina tengo que hablar contigo...- se puso de pie, acercándose a mi.

-Tengo un plan para este día... ¿Que sucede?- fruncí el ceño a lo que el suspiro.

-No nada, dime que pasa?- beso mis labios para después sonreír.

-Seguro?- insistí aun. Sentía mis manos calientes y no precisamente por que el las estaba acariciando. El asintio.

-Puede esperar ¿Que tienes para mi?- pregunto curioso, con una sonrisa grande y cejas en el cielo.

-Bien, he conseguido poder entrar a un bar-

-Fácil- frunció el ceño, por lo que rodee mis ojos y después simplemente bese sus labios.

-Ya lo veras, ve a bañarte- lo empuje por los hombros pero no moví ni un solo centímetro. -Muévete, no hagas esto difícil- me puse de espaldas y empuje su pecho con toda la fuerza que pude, pero no paso.

-Solo dime que hay debajo de ese abrigo- tomo mi cintura poniéndome en mi lugar frente a el.

-Me hubieras dicho antes que hiciera fuerza- espeté. Desanude la tira y después tome el abrigo abriéndolo, para después quitármelo.

-Oh dios mio, Regina- abrio sus ojos, mirando fijamente mi cuerpo. Me movi incomoda por su respiración pesado.

-Es muy feo?- miré mi vestido. Admitia que lo habia comprado por solo veinte dolares en walmart.

-Estas demasiado hermosa- dijo en un murmuro. -Definitivamente, soy tan afortunado de tenerte- tomo mis mejillas con sus manos y me beso fuertemente.

Sus labios suaves me hipnotizaban, era simplemente perfecta la situación. Era tan delicado y pasional a la vez, tan mágico.

-Eres simplemente perfecta- grito saltando por el pasillo hacia las escaleras que iban hacia su habitación.

Sonreí por su actitud. Simplemente el era todo lo que deseaba y deseo, deseare para siempre. Era tan lindo, tan maravilloso.

Me miré en el espejo que tenia cerca del elevador y contemple mi vestimenta. Era simplemente un vestido blanco, con una tira plateada debajo del busto y de tirantes delgados. No era algo del otro mundo.

Paso la hora y Justin apenas salia de su habitación. Llevaba una camisa de cuadros con botones de colores naranja, unos jeans negros y unos vans blancos.

Oh, no Justin! {jdb}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora