CAPÍTULO 15: Clara

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Era adoptada, mis padres no eran mis verdaderos padres, y tenía un hermano. Ahora le creo, me parecía imposible pero le creo, es cierto. Eric era mi hermano, mi hermano mellizo. No hacía falta que me demostrara nada. Estaba enfadada no por el hecho de que no me hubieran dicho que era adoptada, sino porque tenía un hermano y hasta ahora no sabía de su existencia.

Un ruido de llaves procedía del piso inferior, era mi madre acababa de venir de trabajar. Oí sus pasos hasta que llegó al salón.

— Hola cariño, no sabes lo que me aca... —paró de hablar cuando se dio cuenta de lo que sostenía en mis manos y por el gesto que yo ponía.

— ¿Cómo lo has encontrado? —dijo ella seria.

— Buscaba un libro de latín —respondí seca— ¿Cuándo ibais a contármelo?

— Cariño... —dijo ella— esperábamos el momento adecuado.

— ¿Cuándo? ¿Eh? , ¿Cuándo tuviera que hacer la matrícula de la universidad? —repliqué enfadada.

— Ven, siéntate —dijo llevándome al sofá.

Entonces empezó a hablar.

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Sonó el despertador, hoy era el día. Después de cinco años de carrera y otros cuatro entre máster, cursos, y trabajos temporales, por fin era el día de mi primera entrevista de trabajo como abogada. Después de llevar cinco minutos en la cama, decidí levantarme y vestirme. Cogí mi traje negro y mi blusa rosa y me lo puse, después me peiné mi pelo, color castaño claro en el espejo y me lo enrollé en un moño. Me puse laca, después un poco de gloss rosa y rímel.

Cogí mi bolso del perchero detrás de la puerta y observé a mi marido, durmiendo en la cama con la boca abierta, enredado entre las sábanas blancas. Me reí, no podía evitarlo, entonces él se despertó.

— ¿Te hago mucha gracia? —dijo él con la voz adormilada.

— Mm, sí, jaja eres gracioso cuando duermes —me acerqué y le di un beso.

— Suerte con la entrevista.

— Gracias, cariño —entonces me marché hacia el garaje.

En el coche pensé como me presentaría, entraría allí le daría la mano al que puede o no fuera mi jefe o jefa.

Mi nombre es Clara Gil Gracia, tengo veintinueve años, una carrera, un máster, varios cursos, varias prácticas y varios trabajos temporales —negué con la cabeza. Esa información ya estaría en el currículum. Decidí quitarme en mente aquello, pues ya había llegado. Aparqué el coche y me alisé el cuello de la camisa. Giré el espejo retrovisor hacia mí, para ver cómo iba, respiré y salí del coche. Entré en aquel edificio impotente y atravesé el hall con nerviosismo. Después entré al ascensor, había un hombre trajeado y serio.

— Buenos días —dije.

— Buenos días —respondió. Y dicho esto apreté el número del piso y esperé en un incómodo silencio. El hombre no tardó mucho en bajarse y estuve sola durante el trayecto que quedaba. Cuando salí me acerqué a un escritorio dónde se encontraba la secretaria, era una chica joven con una coleta lisa y negra y unas gafas de vista cuadradas.

— Buenas, soy Clara Gil. Tengo una entrevista con el señor Rodríguez —ella tecleó en el ordenador y después me miró a mí.

— Está bien. Espere ahí, el señor Rodríguez la atenderá en un momento —tras esperar varios minutos, un hombre salió del despacho y se marchó— Señorita Gil, ya puede pasar —entonces me levanté, me acerqué a la puerta y toqué.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora