CAPÍTULO 21

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Grité de agonía y desesperación, caí de rodillas al suelo y puse mis manos sobre mi cabeza, estuve varios segundos así intentando asimilar lo que acababa de ocurrir mientras una lágrima recorría mi cara y después caía al suelo, al mismo suelo donde yacían Dani y Marina. A penas podía creer que esto hubiera pasado y menos que uno de los que dispararon el arma fuera mi hermano. Mike me levantó del suelo.

— Vámonos —dijo con el semblante más serio que había visto en él nunca.

— Pero...

— No podemos seguir aquí —nos fuimos de allí y estuvimos callados durante todo el camino, encontramos la salida. Gracias a dios no ocurrió nada más, estuvimos a salvo y en silencio hasta que cada uno llegó a sus respectivas casas.

Cuando entré en casa, mi madre estaba dormida en el sofá con el brazo saliendo de este y el móvil en su mano. Enchufé mi teléfono al cargador, cuando lo encendí tenía al menos diez llamadas perdidas de mis padres. Me acerqué al sofá y desperté a mi madre.

— ¡Ayla! —exclamó— ¿Pero dónde demonios estabas?

— Lo siento mamá, nos perdimos y no teníamos batería, ni cobertura.

— Estaba muy preocupada, he mandado a tu padre a buscarte y todo, creíamos que habías desaparecido, ve a acostarte, voy a llamar a tu padre, y mañana hablaremos tú y yo.

— Está bien —hice lo que me dijo y tras cambiarme y asearme me acosté.

Probablemente esa noche fue la que menos dormí en toda mi vida, estuve prácticamente en vela. La imagen de los dos cuerpos inmóviles en el suelo, me venía a la mente cada vez que cerraba los ojos, y la mirada fría y distante de Eric con la pistola entre sus manos hacía que tuviera escalofríos. "Ya está perdida "

¿Qué quería decir? —sabía que Eric sabía más cosas de nosotros, nos ocultaba algo pero no sabía bien el qué. Miré el reloj cansada de dar vueltas en la cama, eran las siete de la mañana, me levanté y fui al aseo.

Mientras me peinaba, observaba mi reflejo en el espejo. Recordé la noche donde empezó todo, parecía muy lejana como si estuviera a muchos años cuando solo habían pasado unos meses, unos horribles e infernales meses.

Probablemente miles de personas en el mundo estuvieran deseando poseer lo que yo poseía, poder, pero yo deseaba que todo esto no hubiera pasado y que todo lo ocurrido en los últimos meses fuera solo una pesadilla.

Me quedé embobada mirando en el espejo las marcadas ojeras que tenía bajo mis ojos, cuando algo en mi pantalón se movió y empezó a sonar, grité del susto y tiré el cepillo al suelo. Era mi móvil, Mike.

— ¿Sí? —dije.

— ¿Estabas durmiendo?

— No, no he pegado ojo en toda la noche —respondí.

— Yo tampoco, ¿Cómo te encuentras?

— Bien... Mal, no lo sé...

— Estaba preocupado por ti, ayer fue un día muy duro.

— No tenías por qué, te preocupas mucho —dije mientras cogía la piedra rosa que colgaba de mi cuello.

— Tenemos que averiguar qué está pasando, tenemos de hablar con Eric.

— No quiero hablar con él, no quiero verle.

— Oye, sé que estás mal pero tenemos que hacerlo.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora