CAPÍTULO 6

2.2K 69 3
                                    

No podía creer lo que había pasado, tras un incómodo silencio le expliqué a Marta que se había confundido y que lamentándolo mucho, no sentía lo mismo. Estuvimos en silencio el resto del tiempo, la cara de Marta cambió. Se había transformado en algo diferente e incluso daba miedo. No parecía ella y algo me decía que su relación conmigo iba a cambiar.

Cuando el sonido del claxon acabó con esa tortura me despedí pero ella no habló, ni si quiera me miró lo que me hacía sentir horriblemente mal. No podría creer como no me había dado cuenta antes, cómo había dejado que esto pasara, lo último que quería era hacerle daño pero me parece que ya lo había hecho.

Durante el camino de vuelta a casa mi madre preguntó pero no le respondí, no quería hablar sobre ello. Llegamos a casa ya tarde, sobre las once. Subí a mi habitación y me puse a pensar, lo que para mí era una amistad para ella era otra cosa y había sido lo suficiente estúpida para no darme cuenta, para dejar que pasara aquello y me sentía culpable.

Puede que Marta sintiera algo fuerte por mí o puede que no, lo único que yo sabía era que yo no sentía lo mismo, pero tampoco quería que esto terminara con nuestra amistad.

Me puse el pijama y me acosté, pero no podía dormir, tenía que hablar con alguien, las lágrimas comenzaron a caer por mis ojos al recordar la cara de Marta, no podía soportar que me mirara así, me creía un monstruo, me sentía como si le hubiera destrozado. Entendía que podría pasarle por la cabeza pero— ¿De verdad iba ser eso el fin? ¿Me iba a dejar apartada así sin más, mirarme con rencor y hacerme creer la mala de la película? —Decidí llamar a Pau, y preguntarle sobre aquello, no quería que me oyera llorar pero a mi pesar no pude evitarlo.

— ¿Diga? —preguntó y yo tragué saliva y respondí.

— Pau, soy yo —respondí.

— ¿Quién? ¿Ayla? ¿Estás llorando? —contestó Pau con voz soñolienta.

— Pau...—dije— Tenía que hablar contigo. Siento llamar tan tarde pero era urgente.

— Dime.

— ¿Tú conoces bien a Marta no?, ¿Conoces todos sus secretos? —pregunté.

— Sí, ¿Qué ha pasado?

— Me ha besado —contesté.

— ¡¿Qué?! —esta vez Pau cambió su voz somnolienta por un gritó histérico— oh sabía que tarde o temprano saldría a la luz —continuó diciendo.

— ¿Qué quieres decir?

— Ayla, le gustas desde el principio, desde que te conoció —dijo Pau.

— Joder, y ¿Ahora qué hago? —dije.

— Imagino que tú no sientes lo mismo.

— No, es mi mejor amiga, y la quiero pero no de esa forma —contesté.

— Bueno, mañana hablamos que quiero dormir —dijo Pau.

— Está bien, hasta mañana —dije.

— Hasta mañana.

— Y Ayla. Dale tiempo.

Al día siguiente me costó levantarme de la cama debido a lo poco que había dormido, si ya tenía bastante con las pesadillas ahora faltaba esto. Me vestí rápidamente y bajé a desayunar, mi madre con un batín blanco estaba sentada en el sofá y su cara no lucía bien.

— ¿Mamá te encuentras bien? —pregunté.

— No, me he puesto enferma —su voz sonaba ronca, tenía la nariz roja y unas ojeras algo marcadas.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora