CAPÍTULO 13

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Por aquel camino no se podía andar y dudaba mucho de que fuera un camino, había árboles travesándolo, piedras resbaladizas y raíces por todas partes, además de arbustos que te arañaban la piel. Tenía la visión en mi mente de ese camino que llevaba aquella cueva pequeña y oscura.

Tenía la imagen de mi colgante enganchado sobre un saliente de una de las paredes de la roca, balanceándose, llamándome. Pero de repente, la imagen se borró y todo se esfumó como si no hubiese estado, notaba una especie de frío en mi mente abriéndose paso de alguna forma, era como si algo estuviera ahí una energía que no quería que yo avanzara.

No sabía qué hacer, así que frené y me puse la mano en la cabeza no sé bien si para pensar o para alejar esa sensación extraña dentro de ella.

— ¿Por qué te paras? ¿Qué pasa? —preguntó Mike. Yo me volví para mirarle.

— No recuerdo como seguir, es como si se hubiese borrado. Hay algo que interfiere.

— ¿Cómo? —preguntó. Mike parecía confuso.

— No lo...—empecé a decir pero algo detrás de Mike me hizo callar. Di un paso atrás y comencé a temblar. Me quedé paralizada mirando aquella cosa mientras se me erizaba el vello de todo el cuerpo.

— Mike...—dije susurrando y tirando de Mike hacía mí. Su cara de incomprensión era un poema, pero mi estupor me impedía hacer nada, estaba acorralada y mis pensamientos no afloraban, pues estaban rodeados por el miedo que les impedía pasar. Yo simplemente me quedé mirando embobada aquellos ojos espeluznantes mientras Mike no hacía otra cosa que poner cara de póker.

— ¿Qué? —preguntó. Y después de un segundo en el que mi voz trataba de salir de mi garganta solamente pude decir una palabra.

— Corre.

— ¿Qué? —repitió. Yo le miré irritada por no reaccionar. No podía creer que aún estuviéramos ahí.

— Que corras, ¡Ya! —chillé. Mike parpadeó y comenzó a asustarse poco a poco cuando comprendió que había algo detrás de él. Sus ojos se abrieron desorbitados y su boca también se abrió brevemente a causa del miedo al no saber que era aquella cosa.

Entonces él miró de reojo hacia arriba y se dio cuenta de lo que estaba viendo. Su cara fue evolucionando hasta que el horror atravesó su cuerpo y lo inundó. Se quedó paralizado durante varios segundos analizando aquella cosa, comprendiendo lo que tenía delante.

Yo cada vez me desesperaba más queriendo huir, queriendo chillar pidiendo auxilio pero sabía que nadie nos podía ayudar, ni que nadie nos oiría y que la única opción era correr. Pero Mike no reaccionaba

— ¡Mike! —grité con rabia y terror.

Entonces fue cuando reaccionó y sus pies casi parecía que volaran, me adelantó rápidamente y yo corrí tras él. Había raíces de los árboles que se enredaban con mis pies que yo esquivaba difícilmente mientras veía a Mike delante corriendo y saltando como un ciervo.

Yo notaba como el aire frío se colapsaba en mis pulmones y como corría quedándome sin aire y mareándome por todas aquellas sensaciones, pero seguía corriendo siguiendo a Mike. Entonces caí y me doble de dolor, mi pie se había enganchado en una raíz y pese al dolor intenté sacarlo tirando de él como podía.

No me gustaba nada la pinta que tenía, ni el ángulo que formaba e hice una mueca de dolor soltando un grito ahogado. Apenas me percaté de que Mike había desaparecido en la distancia y que algo se situaba sobre mi cabeza echándome el aliento caliente y moviendo mi pelo hacia atrás.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora