CAPÍTULO 19

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Había pasado un mes, Mike, Eric, Dani y yo quedábamos todos los fines de semana. La relación entre los cuatro era guay, nos pasábamos el día haciendo el idiota y desarrollando los poderes. Habíamos descubierto que Eric y yo compartíamos el poder de telequinesis de nuestra madre biológica, pero no se había manifestado en él.

Aquel día que por fin descubrimos lo que éramos, me quedé un poco abatida. Nuestra verdadera familia no estaba, nuestro verdadero mundo había desaparecido y me sentía como una extraña y una extranjera en este, aunque al fin y al cabo era el único mundo que conocía, era mi único hogar.

Sentir tanta responsabilidad encima me agobiaba, encima me sentía como una auténtica cabrona, cuando miraba a Mike, porque le quería, le besé aun siendo novio de Ceci. Me sentía muy culpable, porque él también lo sentía y ninguno nos atrevíamos a decir nada, la culpabilidad me ahogaba. Así que un día decidí llamar a Ceci, tenía que contárselo. Cogí el móvil y la llamé.

— ¡Ayla! —contestó sorprendida.

— Hola Ceci — respondí triste.

— Oh dios cuanto me alegro de oírte —dijo ella mientras yo tragaba saliva sintiéndome culpable.

— Ayla, ¿Pasa algo? —dijo ella.

— Tengo algo que contarte, por favor te agradecería que no te enfadaras conmigo aunque sé que lo harás —dije.

— Dime —respondió con tono serio.

— Verás unos días antes de que te fueras, Mike y yo habíamos quedado ¿Recuerdas? , pues...— respiré hondo y dije— le besé. Ceci se quedó un rato en silencio y después dijo.

— Lo veía venir, Ayla — su voz sonaba normal, no parecía enfadada.

— ¿Qué? —respondí.

— Los últimos meses ya no estábamos bien, no estábamos igual y cuando llegaste tú, todo cambió. Poco a poco empezó a preocuparse por ti, te miraba de manera diferente y tú también lo hacías. Pero, no me defraudabais en ningún momento, y eso me hizo pensar que eras una gran amiga. Cuando me enteré de que me iba, me sentí triste y le dije de darnos un espacio pero no dejarlo y cuándo ya se lo dije lo dejamos del todo. Sabía que lo nuestro sería imposible, así que decidí que lo mejor era que fuerais felices los dos. Sabía que algún día pasaría y muchas veces le preguntaba a Mike celosa y enfadada. Pero, lo cierto era que aunque lo quisiera, no podía estar enfadada, no porque eras tú, porque eres una gran persona y porque ahora mismo diciéndomelo me lo has demostrado —no podía creerlo, me quedé a cuadros— además, he conocido a alguien.

Seguimos hablando durante una hora, y me contó todo lo que le había pasado y yo le conté lo que había pasado en su ausencia. Después colgué y me fui a dormir, ya que estaba cansada.

Era sábado, tocaba salir. Mike, Dani, Eric y yo salíamos todos los sábados a buscar pistas, algo o alguien. Según lo que descubrimos aquel día, éramos dieciséis en total, pero no sabíamos cuántos de ellos estaban vivos y cuantos no. Aquel gas, la sombra, cómo lo llamábamos nosotros nos había seguido hasta aquí y no conseguíamos saber por qué. De momento, no había ocurrido nada, todo estaba tranquilo y normal.

Antes de salir de casa, decidí prepararme una mochila con un bocadillo una linterna y todo lo que fuera necesario. Estaba ya abriendo la puerta a punto de salir, cuando mi madre me detuvo.

— Espera, ven aquí un momento, quisiera hablar contigo —dijo ella.

— Pero mamá llego tarde...

— Tranquila, solo será un minuto.

— Vale — respondí. ¿Qué quería?

— Cielo, últimamente te noto distinta, te veo cansada, preocupada y además ya no me cuentas nada.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora