CAPÍTULO 20

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Una gota de sudor caía por mi frente, estaba paralizada y mi mirada se fijaba en un punto. El cuchillo que sujetaba con su mano derecha. Todo el odio se veía en sus ojos e iba hacia una dirección, yo, presa del miedo y del horror. La mano con la que sostenía el cuchillo se dirigió hacia mí. Y cuando creía que no había escapatoria a una muerte inmediata, cuando creía que ese sería mi fin. Vi el reflejo de Mike en el cuchillo y un segundo después, Dani estaba tirado en el suelo mientras Mike le retiraba el cuchillo de sus manos.

— ¡Vigílale! —gritó Mike a Eric furioso. Tiró el cuchillo al suelo lejos de nosotros y se acercó corriendo a mí que tosía en el suelo y jadeaba sin descanso, intentando recuperar el aliento— ¿Estás bien? —respiré profundamente recuperándome.

— Sí...—conseguí decir en un susurro.

— ¡¿Qué coño haces?! —gritó Eric a Dani zarandeándole— ¡Es una de nosotros! ¡La ibas a matar! ¿¡Pero qué te pasa?! —Dani volvió en sí y comenzó a hablar.

— Lo...lo siento —entonces se acurrucó cogiéndose las rodillas y comenzó a llorar— ellos me hicieron daño, creía que era uno de ellos— su voz sonaba temblorosa y enferma —entonces se levantó y se acercó a mí.

— ¡No te acerques! —dije llorando también— No te acerques — repetí en un susurro.

— Lo...lo siento —volvió a tartamudear, Eric se acercó a mí.

— No sé qué le ha pasado, él no es así —pensé en que terrible locura le debió de haber ocurrido para que se comportara de aquella manera.

— Vámonos —dijo Mike ayudando a levantarme. Mis manos temblaban y mis pies se tambaleaban en el suelo, la adrenalina aún estaba en mi cuerpo y no podía relajarme— tranquilízate, estás bien, todo está bien. Ya levantada, nos marchamos, Eric iba con Dani a unos metros atrás de nosotros por precaución.

Nos decidimos a marcharnos de allí, ya era tarde y estábamos cansados. Caminamos durante horas entre árboles como pinos y secuoyas grandes y frondosas. La verdad es que era bonito, en aquel bosque se respiraba paz y tranquilidad. El único sonido que se escuchaba era el de pájaros y grillos. Ya llevábamos un tiempo andando cuándo nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido.

— Genial —dijo sarcástico Mike— Nos hemos perdido ¿Y ahora qué?

— Umm, pues no lo sé, yo puedo volver a casa en un momento, pero no puedo dejaros aquí. Puedo desplazarme al sitio que quiera, pero es imposible adivinar dónde estamos —dijo Eric.

— ¿Qué tal si seguimos andando? —dije yo. Continuamos nuestro camino por aquel gigantesco bosque. Estábamos perdidos y cansados, sin encontrar ninguna salida como si fuera un laberinto del que no podías escapar.

Pero al fin vimos una cabaña a lo lejos, decidimos ir para allá, necesitábamos descansar. Llegamos allí, la cabaña parecía que estuviera vacía, dentro había unos muebles viejos de madera, unos cuantos estantes y algunas habitaciones. Era la una de la madrugada, no teníamos batería en el móvil, no sabíamos cómo volver. Nos sentamos cada uno en las sillas que había alrededor de la mesa.

— ¿Qué hacemos? —dije yo cansada.

— Descansaremos durante una hora y luego volveremos a caminar —dijo Eric. Parecía saber lo que hacía, como si lo hubiera vivido antes. Nos quedamos callados durante un rato, la tensión que había habido hace tan solo unas horas nos impedía hablar. Ya aburrida decidí abrir un armario y ver lo que encontraba que pudiera ayudarnos. Estaba lleno de polvo y telarañas, había ropa y cajones repletos de cosas. Abrí uno de los cajones y encontré un mapa, la solución a nuestro problema. Pero me di cuenta de una cosa, alguien vivía allí.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora