AYLA ©

CAPÍTULO 29

MIKE

Me acerqué para abrazarle, pero ella puso su mano apartándome y me miró con un gesto extraño, así que retrocedí.

— ¿Me conoces?

— Paula ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? —tenía que ser una broma, tenía que serlo.

— Mike —dijo Ayla sujetándome el brazo. Me giré para mirarle, y ella negó con la cabeza. A veces olvidaba el otro don de Ayla.

— Será mejor que vengáis conmigo —dijo Cysa— Supongo que tendréis algunas preguntas.

Seguimos a Cysa, y salimos por el mismo sitio por el que habíamos venido. Tras girar varias veces por diversos pasillos llegamos a una puerta, diferente a las demás. Todas las puertas de la casa eran de madera, excepto esa, que era de metal.

Entramos y parecía que hubiéramos traspasado un portal, pues todo allí dentro no era nada parecido a lo que había en el resto de la casa. Era una sala enorme, llena de ordenadores y todo tipo de elementos electrónicos que desconocía, dentro habían unas veinte o treinta personas trabajando.

Una de ellas estaba de pie y ponía su dedo en el aire como si estuviera pasando fotos, por un momento pensé que estaba loco pero cuando seguimos a Cysa y pasamos por su lado descubrimos una especie de pantalla en el aire y en ella había un montón de imágenes, e información que el chico pasaba con una rapidez increíble. Me quedé quieto observando, y sin pensar puse mi dedo en una esquina de la pantalla, pero mi dedo la traspasó, era aire no había nada.

— Es de lo poco que pudimos traer servible —dijo Cysa.

— ¿De qué aparato sale? —dijo Ayla.

— ¿Ves esa bola de metal? —Cysa señalaba a una bola del tamaño de una canica en la mesa— Digamos que recoge todos los recuerdos, toda la memoria de una persona— de repente en la pantalla apareció una imagen, una chica observándose en el espejo. Era Paula, eran los recuerdos de Paula.

— Venid, vamos a mi despacho —entramos dentro, el despacho no era muy grande pero era tan ordenado y amplio que parecía que lo fuera— bueno, podéis empezar.

— ¿Qué le habéis hecho a Paula? —me atreví a decir confuso por la escena del salón.

— No hemos sido nosotros. Paula sabía que se moriría tarde o temprano, y de alguna forma no sé cómo lo consiguió retrocedió en el tiempo y recuperó su protector. Creo que este se destruyó en algún momento del pasado y la llamó desde allí. Por eso su poder se trasformó. Todo lo pasado durante el tiempo siguiente a la desaparición de la piedra se ha esfumado, no existe, o al menos para ella —lo que dijo me dejó sin palabras, Paula únicamente sabía congelar el tiempo— La hemos estado observando y recogiendo sus recuerdos, pero ella no sabe nada de esto, ni que perdió la memoria ni que retrocedió en el tiempo, nada.

— Cuando fui a verla al hospital, nadie sabía de ella —dije— Pero lo que no comprendo es por qué yo sí, por qué la recuerdo y ellos no, por qué no me conoce.

— No lo sé Mike, seguimos trabajando en ello.

— ¿Por qué no se lo decís? ¿Por qué no se lo explicáis?

— Es complicado Mike.

— Está bien, cambiemos de tema —dije para quitarme la angustia.

— Tengo una pregunta —dijo Ayla que hasta el momento había estado callada— ¿La pesadilla de las rosas? ¿Qué es?