CAPÍTULO 34

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Aterrorizada, así es como estaba. Mis pasos retumbaban y notaba como mis pies una y otra vez se posaban en el suelo. Corríamos ambos desesperadamente sin saber dónde ir, Eric corría más que yo e iba delante de mí tirándome de la mano. Cuando la mujer salió del despacho, nosotros salimos rápidamente del armario, su voz, su voz tan familiar me retumbaba en la cabeza y lo que decía me causaba escalofríos...

"...Están aquí, por fin. El chico ha hecho un buen trabajo los ha traído hasta aquí sin levantar sospecha. Pobre imbécil, no sabe lo que le espera. Esos dos, eran mi objetivo desde el principio, llevaba vigilándolos desde hace tiempo, esperando si de verdad eran ellos, los mellizos, esos que acabarían destrozando mis planes. El chico no me preocupa en absoluto, es frágil y fácil de dominar aunque sigue siendo poderoso. Pero ella, ella es muy fuerte, ha heredado el carácter de su madre, tengo que acabar con ella, aplastarla como si fuera un mosquito. Porque eso es lo que son bichos, inhumanos, monstruos sin piedad que acabarán destrozando el mundo. No puedo dejar que lo hagan, no otra vez, los humanos son idiotas, parezco ser la única que ha sabido ponerle solución a todo esto, eliminar el problema de raíz. Cuando lo haga, cuando por fin esto termine, habré hecho una gran labor por este mundo, y eso es todo lo que me importa..."

. Continuábamos corriendo y lo único en lo que podía pensar era Mike, que estaba con él, con Marcos, sabía que escondía algo desde que emprendimos el viaje, no estaba asustado, no tenía por qué estarlo, no sé qué demonios se le había pasado por la cabeza como para traicionarnos así.

No estaba asustado porque seguramente le habían prometido que saldría sano y salvo, pero no era así, no podía creer como se había dejado engañar tan tontamente, no habíamos avanzado nada, todos nuestros progresos se habían reducido a cenizas y acabaríamos todos muertos. Decidimos ir con los demás, tenían que saberlo. Llegamos al departamento. Mike y Marcos estaban allí. También observé que en un rincón bajo una mesa estaba el niño. Era pelirrojo y con pecas se le notaba asustado.

— Mike —dije apuntando a Marcos— apártate de él

— ¿Qué? ¿por qué?

— ¡Hazlo!

— Vale está bien —entonces Mike vino hacia mí.

— ¿Hasta cuándo creías que iba a durar? —dije dirigiéndome a Marcos.

— No sé de qué estás hablando.

— ¡No mientas, joder! —dije yo.

— ¡Ey, chicos! —dijo Jiang apareciendo por detrás de Marcos — Mirad lo que he encontra...— no pudo terminar la frase pues Marcos la cogió del cuello, sacó la pistola y la puso en su sien— soltad las armas, ¡Ahora! —todos le hicimos caso y las tiramos al suelo.

— ¿Pero qué?, ¿qué pasa Ayla? —dijo Jiang.

— He podido leerle la mente a la jefa de esto, él está con ellos, nos ha estado engañando. Le ha hecho creer que saldría sano y salvo si nos entregaba, estaban al tanto de todo.

— A mí todo esto me da igual, estaríamos muertos todos, yo solo quiero salvarme el culo —entonces Marcos soltó Jiang aunque la seguía apuntando, para sacarse algo del bolsillo.

— ¡Eres idiota! , ¿Crees que te va dejar salir de aquí? —gritó Eric.

— No me fío de vosotros —Marcos sacó el Walkie-Talkie y habló— Señora Deltell, están aquí, en el departamento tres.

— Buen trabajo Marcos, vamos para allá —se oyó por el Walkie. No tardaron ni un minuto en llegar, primero entraron dos guardias y después entró la mujer. Entonces me di cuenta de quién era, la directora del instituto. Recordé entonces aquel día en su despacho en la puerta ponía un letrero: Directora Amaia Deltell. También en documentos y papeles del instituto.

AYLA © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora