Descedientes - Una última vez

1K 70 5
                                    










— HABÍA UNA VEZ XXIV—








Había culminado todo, Ben había terminado su discurso con algo de éxito y pelea.

Pero yo aún pensaba en el animal que tenía dentro de mí y que revoloteaba de emoción, aún las seguía sintiendo, el aire entre Tristán y yo se sentía viciado con solo decir que él mantenía una mirada serena hasta el horizonte.

— y ¿qué harás ahora? —su pregunta me sacó de órbita por lo que con un suspiro divague en mi mente.

Haber... De por sí no podía volver a la isla, creo que me quedaría en este lugar a esperar a que reconstruyan la preparatoria, puesto que mis padres no eran reyes ni nada por el estilo, tendría que convivir como en los viejos tiempos con Evie, Jay, Carlos, Dizzy y Mal.... Miento, nada era igual, todo había cambiado tanto nuestro cuerpo como nuestra manera de pensar, así que prácticamente seguiría al pie de la letra lo que Mal me aconsejaría.

— creo que me quedaré aquí, como todos los villanos —

— escucha, lo que dijo el periodista es... —

— Tristán, está bien, después de todo creo que termina teniendo razón, no soy buena —

— Meido, sé que eres diferente, pero diferente en que eres mejor que una simple princesa —

— pues supongo que eso está bien —

— ¿Bien?.. —soltó una risa seca y se puso frente a mí— jamás has dicho gracias ¿cierto? —

Resople con desdén y rodee a Tristán para seguir caminando—  En la Isla, las personas no dicen bueno días o hola, no se preocupan por ti o te dan una sonrisa... Más bien es, frío y desolado, no en el sentido que no hay personas sino a que las personas no existen prácticamente —

Tristán trataba de seguirme la corriente pero era un poco enredado.

— el punto es que no se ser cordial, no nací para ser cordial, fui hecha más bien para fines maléficos —por un instante sentí la brisa y el frío apoderarse de mi, Tristán lo noto y sonrió de lado.

— necesitas una chaqueta —

— ya tengo una..  —

— pero aún tienes frío  —

— ¿me la darás? —cuestione con una ceja alzada.

— sólo si admites que la necesitas —desvíe mi mirada y me negué rotundamente a tal idiotez— bien... Como seguíamos hablando.... No creo que seas mala, es más, creo que eres mucho más —

Parecía ser que la confianza que tenía en Auradon se encontraba en Ben y en Tristán, por un momento también pensé en Andy y Peyton, en Allice.

Todos creían que podía cambiar, así de fácil como lo hizo Jay, Carlos, Evie y Mal, creían que podían tener un gran potencial era algo que muchos decían, por un instante había estado tentando la idea de ser buena, de quedarme aquí junto a Mal y los demás, graduarme tener un buen lanzamiento y ser una princesa decente... Y específicamente eso era lo que me ponía de nervios ser una princesa... Debía cumplir expectativas, debía ser cordial, debía mantener un Aura de paz, algo que no se me daba muy bien últimamente.

— esto... Es tuyo, se te cayó... Supongo que el libro de tu hermana sigue en el museo y ahí... —por un momento tomó mis manos y miró directo a mis ojos— debería esta este —

Debía estar...

Había dejado a Tristán hace más de media hora, tomando en cuenta lo que me dijo.. ¿Y si ellos tenían razón de que yo era buena? Cerré mis ojos con fuerza tomando en cuenta lo increíble que sería dar órdenes, pero, también lo duro que sería sonreír a cada momento de mejilla a mejilla.

La noche había caído nuevamente y la boda de mal estaba a tan solo doce horas de empezar.

Con un respaldo tomé el libro de encantamientos en mis manos y lo meto en la bolsa, lo correcto sería devolverlo, aún no sabía si lo que hacía me beneficiaría.

Las calles permanecía húmedas por la llovizna que se había abalanzado en la madrugada, salí sin permiso cuando todos ya se habían ido a dormir y me escabullí entre los escombros y ruinas de la antigua preparatoria Auradon, necesitaba encontrar el espejo y la única forma de hacerlo era buscando en donde se suponía era mi habitación, subí un pequeño monte de rocas y de un salto bajé, entonces empecé a buscar entre los escombros que hay se encontraban.

Encontré pequeños retazos de vestido verde, encontré las almohadas con sus felpas afuera, encontré la cortina desaliñada y el armario tirado con un enorme hueco trasero, finalmente llegue a donde se suponía era mi escritorio, me arrodillé en busca de algún indicio pero me era difícil si no sabía dónde estaba exactamente.

Me levante y suspiré, cerré mis ojos y recité: te Ordeno te mando espejito mágico a mi mano

Los escombros se levantaron el polvo tomo acto en mí y con una sacudida lo quite.

Entonces sentí algo caer en mis pies, entre cerré mis ojos entre tanto polvo y ahí solo ahí divisé el espejo, sonreí y le tome ahora era hora de devolver lo que tomé sin permiso.

Llegar a El Museo de Historia fue como volver a mis viejas andanzas, una vez dejara estos dos objetos en su lugar dejaría de ser lo que era y terminaría siendo algo diferente, las puertas del museo permanecía abiertas, pensé tal vez que habría sido el guardia que estaba haciendo una ronda y se había salido, así que no demore en entrar y subir rápidamente hacia dónde se suponía estos dos objetos debían estar.

Mi cabeza ardía y aún no entendía el por qué, mi cabello ahora se había demostrado más magenta que de costumbre ya todo estaba cambiando, el morado parecía ser historia.

No forzare pero se abrirá

Deje el espejo en su lugar y cerré con cuidado, la última vez que había venido aquí, fueron para fines malvados creo que ahora era diferente.

Tomé mi libro y lo mire por última vez.

No forzare pero se abrirá

Mis manos estaban a punto de desalojar el pequeño cubo de cristal, pero a tan solo milímetros, escuche pasos y luego....

Todo se arruino.

— Así te quería atrapar niñita —esa voz... Cerré mis ojos y maldeci por lo bajo, deje el libro y me crucé de brazos.

— no es lo que... —

— ahórrate eso, las cámaras te atraparon —fruncí mis labios y negué con la cabeza— vio Rey, era verdad —mis ojos no dejaron de mirar al suelo, Ben estaba aquí.

— Meido... —

Descendientes: Unidas Otra Vez  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora