Descendientes - ¡ES SOLO UNA NIÑA!

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— HABÍA UNA VEZ XXVI—





— hora de irse bravucona —cerré mis ojos y bufé, las puertas nuevamente detrás de Tristán se abrieron, con una simple mirada me despedí del joven Tristán.

Si, se había declarado y yo no supe cómo actuar, simplemente le evadí, lo evado completamente porque el simple hecho de que un príncipe estuviese enamorado de mi, era alucinante y el egocentrismo me invadió completamente.

Por última vez mire a Tristán, quise girar y mirarle pero fue tan solo unos segundos, por qué sentí como me acorralaban contra la salida, había algo en mí que me estaba matando porque no sabia exactamente qué me estaba pasando.

Solo salí unos minutos cuando sentí que tomaron mis manos y la aprisionaron, de seguro estas esposas se apretarán más si me movía, la agonía era algo nuevo para mí, como una sensación de querer quitarte el corazón y botarlo.

Los abucheos se oían por todas partes, resonando en mis tímpanos como chillidos, gruñí un poco al no poder acostumbrarme rápidamente a la luz del sol, entonces vi a la población de Auradon, quien mantenían el Aura de acusadores, subí las escaleras como el guardia me había mandado, las esposas de por sí me estaban matando las manos y no la soportaba, entre las personas vi como Tristán se arreglaba junto a Andy y Allice quienes parecían haber visto un espectro, Peyton parecía querer echarse a llorar pero era fuerte.

La Primera en subir fue Mal, quien había decidió posponer su casamiento para la tarde, vestía un traje turquesa con estilo de princesa hasta las rodillas.

Su mirada era neutral, ni feliz, ni triste, simplemente decepcionada, las personas aún seguían abucheando, fue entonces cuando subió Evie quien de inmediato se posicionó al lado de Mal sin mirarme tan siquiera, tomó la mano de su mejor amiga como signo de apoyo, fue entonces cuando las personas empezaron a murmurar,  ya no gritaban sino que acusaban en silencio, Ben subió junto al Hada Madrina, quien portaba su preciada varita, por un momento deseé haber desaparecido de esa escena, al ver cómo los padres de Ben desde un punto visible me miraban con desaprobación.

— Auradon... Lo prometido es deuda, tenemos aquí una.... Persona que ha cometido un error —

— ¡¿POR QUÉ NO LO LLAMA COMO ES REY BEN?! ¡ES UNA CRIMINAL! — entonces las personas se alborotaron estaba esta cuestión que era como un propulsor, como un pequeño botón que hacía que todo hablaran al mismo tiempo, Ben respiro hondo y alzó su mano, de inmediato las personas hicieron silencio.

— No soy quién para juzgar a otra persona, pero, si para decir, que sus deseos son órdenes, hoy la doncella Meido y la pequeña niña Dizzy de la Isla serán enviadas nuevamente a su hogar como el consejo acordó —

Por un momento mis oídos se hicieron sordos y solo sentí los pasos temblorosos de Dizzy, sentí su miedo acumularse en mi ser, sentía su nostalgia.

— ¿Qué? —musité casi inaudible, mi ceño se frunció levemente y me dirijo hacia Ben.

— ¡Esto es injusto! ¡Dizzy no hizo nada! —

— ¡calla! ¡Villana! — el guardia que me custodiaba tomo mis brazos y me hizo retroceder.

De un solo golpe en el estómago lo hice arrodillarse, casi el suficiente tiempo que me permitiese hablar con Ben.

— ¡Dizzy no tiene la culpa! —fue entonces cuando Ben me miró por primera vez, su mirada lo decía todo, la nostalgia de Ben había atravesado mi barrera, solté un gemido y parpadee unas cuantas veces— Y lo sabes.... — sonreí irónica y negué con la cabeza.

Era inaudito.

— El consejo ha deliberado, Meido, no fue solo decisión mía —

— No fue solo decisión tuya... —gruñí con ira a punto de abalanzarme sobre Ben, pero, fue algo inconsciente, lo había hecho como reflejo.

— Meido... Y Auradon, existe un consejo que toma estas decisiones y me temo que la señorita Dizzy ha estado aquí menos de cinco meses —

— ¡¿Y eso que?! —

— puede representar un peligro —sabía que él no estaba seguro de lo que decía por eso reí con ironía.

— Dizzy no le haría daño ni a una mosca, Ben, escucha si Dizzy regresa a la Isla la pasara fatal... Ben, ella se acostumbró a este lugar —

— Ben.... Meido tiene razón por favor una segunda oportunidad —Evie no resistió la tentación de querer ayudar y como consejera real, aconsejó a Ben.

Pero todo fue casi increíble, Ben con el ceño fruncido, las personas aún abucheando, los pasos determinados de Ben y lo que más sorprendió— ¡NO ES MI DECISIÓN EVIE! —creo que incluso hasta a Mal le causó un susto, Evie retrocedió y bajó su cabeza.

— mil disculpas Majestad —con una leve inclinación se alejó de él y corrió escaleras abajo.

— Evie... —un susurro ahogado apareció de los labios de Mal y por un momento miró a su novio desesperado— ella no tiene la culpa —

— lo sé... —Ben cerró sus ojos y respiró hondo.

Si no fuera por las palabras de Mal, de seguro Auradon hubiera presenciado al feroz Rey que tenían.

— No hay vuelta atrás... Llevenselas —ordenó sin mirarnos, solo cerró sus ojos y bajó de la gran tarima que nos habían puesto, Dizzy y yo fuimos puestas bajo custodia en un tanque por así decirlo, que nos transportaría a la Isla, era oscuro y frío, con una reja de comunicación entre el prisionero y los conductores, no se veía la luz del sol, las puertas eran de acero, pero, en realidad, todo era de acero puro.

Los crujidos de dientes de Dizzy me tenían algo paranoica y sus nervios no ayudaban mucho .

Por un momento pensé en consolarla, pero, sabía que era tan tonta que terminaría diciéndole algo horrible, solo sentí como unos pequeños rayos amarillos traspasaron abuela rejas indicando que estaba entre la Isla y Auradon.

— Dizzy, sé que regresarás —

El silencio de Dizzy era perturbador, no escuchar su risa de emoción o su mirada de alegría era simplemente una vida sin sentido, quise acercarme a ella tanto como pude para que notara mi presencia, pero, esta sólo miraba a un punto desconocido.

— ¿Dizzy? —

Respiro hondo y reprimió un gemido— ¿que voy a hacer..?  No tengo a donde ir, de seguro mi abuela se burlara de mí y me echará a patadas —sollozo dolorosamente y negó con la cabeza escondiendo sus anteojos entre sus trapos de ropa.

— entonces ven conmigo, vivir conmigo en el refugio de Mal, es acogedor — no respondió solo se mantuvo en silencio.

Descendientes: Unidas Otra Vez  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora