Descendientes - Hecho tirones

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— HABÍA UNA VEZ XLIII—








— bien se suponía que... Todo lo de la boda ya estaba listo, pero ahora no hay nada, absolutamente nada, es decir las telas que había puesto están dañadas por completo, Mamá se encargó de ello —Mal parecía realmente decepcionada, cruzándose de brazos y mirando todo el lugar con algo de recelo.

— ¿Y si volvemos a hacer todo? —cuestionó de manera animadora Evie.

Camino unos cuantos pasos para después chasquear la lengua y mirarnos desde cierta distancia— no creo poder acabar para mañana —

— recuerda que tienes ayuda —indique.

— sí, pero... Aún así Meido —

Había sido largo el trayecto, habíamos luchado tanto, no iba a echarlo todo a la borda.

— te ayudaré entonces —dije decidida, caminando hasta su lado— tal vez algo de magia vendría bien... —le reste importancia y sonreí de lado.

— Meido, no creo que puedas, además es algo demasiado.... Y si hace un desastre —

— intentaré que eso no suceda —le guiñe un ojo y sonreí de lado.

— entonces hagamos un intento —fue Lonnie la primera en dar una buena idea, tomando de la pequeña mesa una libreta—  estas son las cortinas que rasgaron y echaron a perder, puedes volver a hacerlas —.+

— ¿Tienen tela? —cuestione dudosa.

— pues... Supongo... —pero sus palabras quedaron en el aire en cuanto Evie tomó cartas en el asunto.

— aquí están algo echas tirones, es una verdadera lástima la verdad, es un insulto a mi trabajo —

Rodeé los ojos y fruncí mis labios.

cetro del mal, vuelve el tiempo atrás a lo que fue

Y no esperaba que esa frase cobrase vida realmente, pronto ascendió por la tela una especie de magia verde esmeralda, sin brillos simple y sencilla.

Enmendando cada parte, cada tirón, cada sucio, limpiandola por completo.

Finalmente terminó en la parte más alta...

— es magnífico... —no sabía sinceramente que podía hacer eso, eso de inventar y que salgan bien.

Evie estaba tan fascinada, llevándose la tela.

— ¿crees que puedas duplicarla en cada ventana que hay? —

— se verá oscuro todo —advertí con el ceño levemente fruncido.

— esa es mi idea... —comentó Mal, algo dudosa.

Hice un ademán y sonreí de lado— si así lo quieres... —

Como cartapacio de telas, multiplica la cortina para cada ventana

Con un leve toque del cetro en el suelo, la magia corrió y de verdad podías verla recorrer todo el lugar en busca de las ventanas.

— ordenare la comida —indicó Audrey—  no creo hacer falta aquí, el bufete puede llegar cerca de las seis de la mañana, el día de mañana  —valga la redundancia, pensé.

— bien, yo me encargaré de que los vestidos no estén tan afectados, me vendría bien tu ayuda, después claro, tendré que desvelarme, el vestido de Mal, va a ser más difícil —

— yo... Ordenare cada asiento para quien va, pronto todo estará en orden — fue ahora Jane la que agarró un portafolio y sonrió despidiéndose.

— solo te tendrás que encargar de estar linda y sin nervios —indicó Evie con una sonrisa de lado.

— eso es normal en ella, ser linda —finalmente por la puerta apareció el príncipe por la cual todas suspiraban, Ben sonreía de lado mientras hacía una extraña manía con sus manos— ¿está todo bien? —cuestionó finalmente quedando a lado de Evie.

— pues... —por un momento Mal dudó en decir lo que iba a decir, negando lo que mentalmente estaba predispuesta a decir— todo está de maravilla — sonrío finalmente.

— ¿no se supone que el novio debe estar preparándose? —cuestione incrédula.

— pues, sí tienes razón, pero antes, necesito tu ayuda, Meido recuerda que te dije que necesitaba algunas cuantas cosas —fruncí mi ceño y ladee la cabeza.

Entonces lo recordé, aquel día antes de ir al lago encantado, antes de todo ello, Ben había dicho algo, había hablado sobre qué necesitaba mi ayuda.

— ya recuerdo —musité— ¿pero aun la necesitas? —

— si estás dispuesta, claro —asentí y caminé con él hacia la salida— las veo luego chicas, Mal —finalmente se despidió con una mirada cómplice hacia Mal.

— vendré luego, solo deja los arreglos en la mesa y los arreglaré, Evie iré contigo en la noche, supongo que me desvelaré contigo —ella asintió honradamente y Mal se despidió con un manotazo y salimos de ahí.

Ben había venido en un carruaje algo que jamás vi en persona, sino más bien en la televisión.

— es más pequeño de lo que imagine... —musité tratando de que mi cetro pudiera caber.

— pero cómodo —aportó Ben, lo mire con el ceño fruncido.

— si tú lo dices —musité con cierto enojo.

— Meido.... ¿Crees que esto de la boda es una buena idea? —pare de mover la cetro y fruncí aún más mi ceño.

— ¿qué quieres decir Ben? ¿No quieres estar con Mal? —exclamé enojada claramente.

— NO, NO... —tomo un respiro—  a lo que me refiero es si soy suficiente para ella, mi vida es tan simple comparado con la de ella, ¿seré lo suficiente? A veces siento que no —musitó algo desolado.

Respire hondo y cerré mis ojos— Ben, Mal te ama, te ama como eres, crees que te quiere solo por el hecho de que eres un príncipe, corrección un Rey, el amor de Mal es más verdadero incluso que el de Auradon, porque eres a la única persona que de verdad ha amado... —desvíe mi mirada— ojalá pudieses sentirlo, pero a veces se me es difícil —

— es que a veces siento que la aburro —

— si yo fuese tu novia... Pues, si hace rato te hubiera engañado con alguien, pero, Mal no es yo, cuando Mal promete algo lo cumple, ella te ama, Ben la hiciste sentir de verdad querida, ella te ama por cómo eres —

Tomó una pequeña bocanada de aire y asintió complacido— gracias por ayudarme —

Parpadee unas cuantas veces y desvíe mi mirada— no te estoy ayudando, solo digo la verdad —musité.

— no estás ayudando —sonrío mostrando sus dientes perfectos.

Bufé y me determine en mirar hacia afuera.

El pasto verde y los árboles hermosos hacían afuera, plantados en la tierra tan fértil, sentí una paz inmensa algo que jamás había sentido, ahora tenía una nueva vida, no me arrepentía de haber tenido un pasado como el que tuve, pero, aún me sentía de alguna manera señalada, las personas aún me veían algo temerosas lo podía sentir...

— ¡Oh! Rey Ben, al fin llego —al cruzar el umbral aquel hombre quedó espantado con mi presencia, que por un momento quedó en shock.

En ese momento no sabía cómo sentirme, sí orgullosa por ser tan temerosa o incómoda y mal por ser tan odiada entre las personas.

— Doncella Meido... —¿doncella? No estaba acostumbrado a ello, salude con la mano y desvíe rápidamente mi mirada— quiere empezar ya a probarse los atuendos —por un momento Ben se dirigió a mi. 

— tranquila, él solo, no sabe lo que hiciste.. ¿Ok? —quería creerle, pero me era difícil.

Descendientes: Unidas Otra Vez  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora