Capítulo 9.

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Nos dieron todas las instrucciones nuevamente y nos mandaron a arreglarnos, ya que esta noche debíamos servirles a los clientes frecuentes del bar, o sea tipos enfermos y pervertidos. Cuando íbamos caminando de vuelta a la habitación, una mano tomó mi muñeca y me arrastró lejos de las chicas. Quise golpearlo, pero apenas volteé a ver, era nada más ni nada menos que Luke. Noté que sus ojos azules brillaban un poco más de lo usual, ¿Estaba emocionado? ¿Quería contarme algo?

—¿Qué quieres? Estoy apurada—lo miré seria.

—Solo quería verte—respondió.

Una pequeña sonrisa se formó en mi interior, sin embargo, no la demostré por fuera. No iba a ceder tan rápido a sus estrategias de conquista.

—¡Pues, adivina! Me tendrás acá por el resto de nuestras vidas, tonto.

—Ese es un buen punto. Supongo que es lo único bueno de este basural—comenzó a acercarse a mí, y sus intenciones eran obvias, él iba a besarme.

—No te acerques más—lo detuve, poniendo una mano en el pecho.

—¿Te molestó?—Solo negué con la cabeza.—¿Entonces?—preguntó, acercándose nuevamente y cuando iba a poner sus labios sobre los míos, puse mi mano sobre estos.

—En serio Luke, detente. Nos pueden ver—lo sentí hacer un puchero y pasó la lengua por mi mano. —¡Qué asco!—me limpié sobre su camisa a cuadros. 

—Se que te mueres por tener mi baba en tu boca—dijo. Me aguanté la carcajada.

—¿Con esas frases conquistas a las chicas?—cuestioné, burlesca. Él se encogió de hombros con ternura. —Están bastante mal usadas, Hemmings.

—¡¿Qué está pasando aquí?!—gritaron a nuestro lado, volteamos asustados al mismo tiempo y a nuestra derecha estaba Federic, con el ceño fruncido. Enojado. —Isabella, deberías estar arreglándote, y tú Hemmings...deberías dejar de comportarte como un idiota—me tomó de la muñeca y me arrastró por el pasillo.

—Federic...—susurré. Su agarre dolía. —Me aprietas...

—¡Por fácil!—me soltó y cerró de un portazo.

Las chicas voltearon sorprendidas, pero solo me limite a encogerme de hombros, como si no supiera lo que sucedía. ¿Ellas habrán pasado por todo esto? Digo, y si Luke le coquetea a la primera que llega...Solo sería un jueguito sucio. ¿Debería confiar en Luke? Me decidí a sacar al molesto de Hemmings de mi cabeza, al menos por ahora, y me dispuse a vestirme para la noche.

Era un vestido ajustado y negro, con un mantel blanco amarrado a la cintura y unos tacos negros. Pinté mis labios color rojo y las chicas me ayudaron con el peinado. Un tomate simple y ya estaba. Las chicas que tenían que bailar estaban con vestidos rojos cortos y sin zapatos, el pelo suelto y ondulado. Las anfitrionas con unas calzas negras y una polera que dejaba su estomago al aire. 

—Te ves linda Bella—me dijo Clary. Sonreí, agradecida.

—Gracias. Tu también te ves linda, aunque desearía que no fuera para una ocasión como esta—comenté y ella hizo una mueca.

—¡Bella, si Luke te viera caería aún más al fondo del pozo!—rió Halley.

—¿Mas al fondo del pozo?—pregunté, riendo. —Dices que querría suicidarse por cómo me veo.

Ella rió. —No me refiero a eso, tonta.

Halley es quien mejor me cae. No por el hecho de que podemos burlarnos mutuamente y contarnos cosas como mejores amigas, sino porque comparte el mismo pensamiento que yo. Se puede escapar de este lugar.  

Me estaba contando sobre sus ex novios cuando el reloj marcó las 9 de la noche. La hora llegó. Tengo mucho miedo de que los nervios me traicionen, porque ya he hecho todo mal desde que estoy acá. Caminé junto a Halley por los pasillos cuando ella se acerco a mi oreja y susurró: Ya escaparemos, tenlo por hecho. La mire cómplice y seguimos por el pasillo que de por sí, estaba frío. Por alguna razón pensé en Luke. ¡Ese rubio teñido está controlando mis pensamientos! Le construiría un muro, pero es tan alto que de seguro la traspasa igual. Reí ante ese pensamiento y Halley se volteo a mirarme.

—¿Pensando en Luke?—preguntó divertida y no pude evitar sonrojarme levemente.

—No, que tonterías dices—ella rió, pero no dijo nada más. Probablemente sabía que tenía razón.

—¡Te presento el bar nocturno, Bella!—dijo Federic con entusiasmo.

—¡Wow, que felicidad más grande Federic!—respondí con ironía y aplaudí sin ganas. —Que elegancia, mis ojos se sienten bendecidos.

Las chicas rieron, lo cual me hizo sentir feliz y me ayudó a relajarme un poco. Lo extraño fue que Federic no me regaño, de hecho soltó una risa. Al entrar, el bar lucía definitivamente muy diferente. Las luces de colores inundaban el lugar, el bar estaba tan limpio que el mesón relucía a la distancia, al igual que las mesas, ordenadas y dispuestas. El espacio que era utilizado para el baile estaba también listo, la pista reflejaba los colores y la música resonaba con fuerza en todo el lugar.

—¿Listas para la paga?—rió Rodrigo.

Apenas abrieron las puertas del local, me puse aún más nerviosa. Los hombres entraban y se sentaban en una mesa, pero simplemente no podía moverme. El pánico se había inundado de mi cuerpo. Se soltaban un poco sus corbatas y se dirigían directamente a las mesas.

—El truco es pensar que ellos son tus amigos, no enemigos—susurró una voz detrás de mí.

Volteé y era Federic. Me miraba con una sinceridad que jamás había notado en sus ojos, así que solo asentí, algo confundida. Sin embargo, le hice caso y tomando una larga respiración, me acerqué a la mesa de un hombre bastante delgado, con el cabello blanco abundante y un traje de ejecutivo aburrido.

—Buenas noches, ¿Qué desea?—pregunté, intentando sonar amable.

Me observó de la cabeza hasta los pies. —A ti, bombón.

Tragué saliva, asqueada y asustada. —Es una pena, jamás estoy disponible.

—Oh, créeme, eso no es ningún problema—medio sonrió. —Pero olvídalo, solo quiero un vaso de tequila.

Con el corazón latiendo agitado, anoté el número de la mesa como pude y me fui rápidamente donde el chico del bar.

—La mesa 5 quiere un vaso de tequila—le dije.

Hizo el pedido y lo puso en una bandejita, lo tome intentando ser cuidadosa, camine lentamente hasta el tipo y se lo puse sobre la mesa. Él no dejaba de mirarme, ni un solo segundo.

—Aquí tiene señor. Que lo disfrute—le sonreí y me alejé. 

Apenas llegué a la otra esquina de la habitación sentí un asco enorme. No podía dejar de pensar en qué clase de vida tendrían los tipos que frecuentaban estos lugares. ¿Eran gente peligrosa? ¿Podrían llevarme a un lugar peor?

—¿Estás bien? ¿A quién atendiste?—preguntó Grace, parándose a mi lado.

—Sí, a aquel tipo de allá—lo apunté disimuladamente.

—Se llama Leonard, es un millonario algo conocido en la zona.

—Uh, de repente me pareció atractivo—bromeé. Ambas reímos.

Miré a mi alrededor y todo me parecía horrible, las pobres chicas tenían que bailar para unos depravados, otras llevar a unos necesitados a una cama con una prostituta y yo acá, soportando a millonarios pervertidos.

Solo quiero irme de este infierno. 

We just gotta get out. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora