La vida de Leonel estaba llena de maltrato, tristeza y dolor. El universo lo puso frente a Javier.
Ambos eran físicamente iguales, y para la terrible suerte de Leonel, aquel chico era incluso una mejor versión de él.
Él lo llamó "Mi gemelo", pero de...
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NADIE SE CRUZA EN TU CAMINO POR CASUALIDAD Y NADIE ENTRA A TU VIDA SIN NINGUNA RAZÓN
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Leonel corrió tan de prisa, dando uso a sus largas piernas que en fracción de pocos minutos ya había cruzado la puerta trasera del antro y la cerró apresurado.
—¡Esto no real! Estoy alucinando cosas, mi mente me traiciona.
El chico caminaba de un lado a otro con la respiración agitada, despeinándose, recriminando a su cabeza lo que había visto; faltaba poco para que tirara de sus propios cabellos, pensando en que ya estaba perdiendo la cabeza y la razón. Respiraba dificultoso, su pecho comenzaba a doler a falta de oxígeno.
—¡Leonel, Leonel!
La chica del cabello azul había llegado muy preocupada, salió al encuentro del chico y cerró la puerta detrás de ella rogando internamente porque Rómulo no la hubiera visto salir. Se pondría furioso si los encontraba allí afuera.
—¿Qué tienes, porqué saliste corriendo así?
—Lo siento —Leonel recostó su espalda con la pared y respiró profundamente para modular su oxígeno— vi a un tipo que luce exactamente igual a mí, solo que traía una ropa muy fina. Me asusté y corrí.
Jumara hizo un puchero y abrazó con cariño al chico.
—Ohh Leonel, creo que el cansancio está haciendo cosas extrañas contigo.
—Sí, eso creo. Es estúpido haber visto alguien como yo. No se puede tener tan mala suerte.
—Tranquilo, todo va a estar bien. Es solo que estás muy estresado, trabajas demasiado. Sé que Rómulo es insoportable pero tienes que empezar a ignorarlo un poco, sabes muy bien que mientras más discutes con él, más trabajo te da.
—Es un desgraciado, no sabes cuánto lo detesto —la voz de Leonel se escuchaba triste, no enojada.
—Hay cosas que no podemos cambiar, necesitamos el trabajo, amor.
—Lo sé, no puedo olvidarlo ni un minuto.
Leonel suspiró con nostalgia, por lo que la peliazul lo tomó por el rostro y comenzó a besarlo.
En ese momento, se escuchó el ruido de la puerta que se abría y cerraba.
—Vaya ¡Tú sí que no pierdes el tiempo! ¡Esto es genial!
Jumara dejó de besar a su novio cuando sintió al otro tensarse y quedarse paralizado, la chica lentamente giró sobre sus talones...
Abrió la boca asombrada, frente a ella, estaba un chico exactamente igual a su novio, pero su porte era confiado, su sonrisa amplia, su ropa en efecto, era fina a como había dicho Leonel, aquella ropa era como la que usaban los riquillos pesados que atendían dentro del antro, traía incluso un reloj de mano que de seguro costaba más que la renta de su departamento... Jumara estaba deslumbrada.
El chico no dejaba de sonreír, esa era la única diferencia que en este momento podía encontrar, Leonel nunca sonreía así. Leonel siempre estaba estresado o triste... Este otro chico no solo era atractivo por su físico, sino por la alegría que parecía destilar en cada poro de su ser.
—Hola, mucho gusto, yo soy Javier.
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