La vida de Leonel estaba llena de maltrato, tristeza y dolor. El universo lo puso frente a Javier.
Ambos eran físicamente iguales, y para la terrible suerte de Leonel, aquel chico era incluso una mejor versión de él.
Él lo llamó "Mi gemelo", pero de...
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ALGUNOS GOLPES DE LA VIDA FUERON DISEÑADOS PARA ABRIR LOS OJOS ANTE UNA REALIDAD QUE NO CONOCÍAS
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Dos horas después, Javier y Jumara se encontraban en la sala de espera de un hospital sofisticado. Estaban sentados en un mullido sillón esperando que alguien les diera informes sobre el estado de salud de Leonel, pues cuando llegaron al nosocomio, el chico seguía inconsciente.
Un médico también revisó a Javier y atendió sus heridas, le dieron medicamentos para el dolor, físicamente estaba golpeado pero nada grave, sin embargo estaba muy preocupado y se sentía terriblemente culpable. Si bien él no tenía la culpa de los problemas de Leonel con Rómulo, sí era su culpa haberle quitado a su novia.
En su cabeza, Javier revivía todos y cada uno de los insultos de Rómulo, la forma tan denigrante en que trataba a Leonel, los golpes que le daba, sus amenazas.
¡Esto ha pasado durante varios años!
Leonel había vivido bajo ese maltrato por tanto tiempo, que para Javier era el golpe de una realidad cruda y dolorosa. Algo que él nunca había experimentado ya que sus padres eran buenas personas que se preocupaban por él.
Se dio cuenta de que mientras unos derrochan todo lo bueno que tienen y no se preocupan por los demás y se ahogan con tan poquitos problemas, hay quienes viven su día a día tal cual si fueran a la guerra, con el desconcierto de si llegaran a salvo o morirán en el intento, desconociendo si tendrán o no, algo para comer y si serán tratados con la mínima dignidad que merece un ser humano.
Había frío, pero Javier estaba tan centrado en sus pensamientos que ni de eso se daba cuenta, a su lado Jumara estaba dormida recargada en su hombro, ella se veía agotada. De ninguna manera iba a permitir que ella o Leonel regresaran a trabajar para ese despreciable hombre.
—Familiares de Leonel Rodríguez Acevedo —habló una trabajadora social que tenía puesta una filipina color azul marino.
—Soy yo —respondió Javier y con cuidado movió a Jumara para que se despertara y ambos pudieran ponerse de pie.
