Capítulo 36.- Frente al muerto

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EL DOLOR DEL CUERPO NO TIENE COMPARACIÓN AL DOLOR DEL CORAZÓN

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EL DOLOR DEL CUERPO NO TIENE COMPARACIÓN AL DOLOR DEL CORAZÓN

Javier condujo tan rápido que en menos de diez minutos habían llegado

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Javier condujo tan rápido que en menos de diez minutos habían llegado. La puerta del antro tenía letrero de "cerrado" sin embargo, estaba abierta.

Apenas dieron un paso dentro y los recibieron un grupo de hombres y muchachos, todos con un tatuaje de una cobra en su muñeca.

—¿No es este el chamaco de Rómulo? —señaló uno de ellos a los recién llegados.

—Tráiganmelo.

Ordenó un hombre enorme, delgado, con tatuajes que se le veían en las manos y cuello. Estaba en un traje de etiqueta, se veía muy formal. Su apariencia fina contrastaba con la facha de todos los vándalos a su servicio.

Arthur dio el primer golpe a uno de los tipos, ya que estaba tratando de llevarse a Javier.

—¡No toquen a mi hijo! —Exclamó protegiéndolo con su cuerpo.

Dos hombres más se acercaron, Arthur se defendió lo mejor que pudo y a golpes los derribó. Por un momento pensó que podría hacer que Javier escapara de ellos, pero no fue así. Inesperadamente se escuchó un disparo, Arthur se quejó por el dolor, la bala había atravesado su hombro derecho.

—¡Papá! —Javier trató de auxiliarlo, pero otros tipos más lo agarraron brúscamente y lo arrastraron hasta dejarlo frente al hombre del traje quién tenía una pistola en la mano. Él es el que había disparado contra su padre.

El hombre lo miró con seriedad de pies a cabeza, evaluándolo con la mirada. Luego, sin decir una sola palabra, solo hizo un gesto con la cabeza y sus hombres entendieron lo que quería que hicieran.

Así que, a tirones y jaloneos sentaron a Javier en una silla. Con una cuerda lo ataron a la misma y aunque podía mover un poco sus manos, no podía ponerse en pie. Otro de los tipos trajo una silla para el hombre trajeado, la colocaron justo frente a él.

Con la mirada Javier observó todo su alrededor, su padre estaba siendo sostenido por dos tipos vestidos de camisetas sencillas.

Cerca, habían más de ellos, algunos de traje, algunos con ropa desgastada, por lo menos, habrían veinte personas, y de seguro, el que había disparado era su jefe. Así fue que Javier entendió que este hombre que lo examinaba, tenía el suficiente poder para matarlos y muy seguramente tenía los recursos suficientes para desaparecer sus cuerpos sin que nadie pudiera encontrarlos.

No Eres Mi GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora