Capítulo 34.- El mensaje de Sasha

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HAY VERDADES QUE DUELEN TANTO QUE TE CAMBIAN LA VIDA ENTERA

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HAY VERDADES QUE DUELEN TANTO QUE TE CAMBIAN LA VIDA ENTERA

—Si no se van a ir ustedes, entonces me largo yo a la mierda de aquí

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—Si no se van a ir ustedes, entonces me largo yo a la mierda de aquí. De todas formas no creo que mi hermano vaya a regresar.

Furioso, Javier quiso salir de la pequeña casa.

Impidiendo su paso, Arthur lo tomó con fuerza de los hombros evitando que se pudiera ir.

—Un momento, ¿de qué rayos estás hablando? Tú no tienes un hermano que vaya a venir —el hombre optó por respirar hasta donde sus pulmones le permitieron, sus nervios ya le estaban empezando a agotar la paciencia con su hijo— Javier, si no te dijimos de la existencia de tu gemelo es precisamente para que no te alteraras, justo a como estás ahora. Tu carácter es muy difícil. Lo cierto es, que tu gemelo está muerto y no es querer creer que nunca existió, simplemente es no sufrir con su recuerdo, él está en un lugar mejor.

—¿Pero qué clase de idiota crees que soy? —reclamó Javier— Que ustedes hagan de cuenta que no existe, no es razón suficiente para mí, como para fingir que mi hermano está muerto.

De pronto sintió que alguien tiraba de su mano, su mamá le había arrebatado la fotografía arrugada que estaba sosteniendo.

—¿Y esta fotografía? —ella entrecerró sus ojos— A esta mujer la conozco, ¿cuándo te tomaste esta fotografía? ¿Cómo encontraste a esta señora?

Javier miraba a su madre sin comprender absolutamente nada.

Arthur le quitó la fotografía a su mujer para verla.

—Es cierto, esta es la enfermera del hospital. La que estuvo con nosotros cuando te internamos en aquel entonces.

—Esa es la horrible mujer a la que ustedes le regalaron a mi hermano —Javier estaba harto y dolido de tanto cinismo— ¡Ahora quieren hacerse los dementes que no saben nada! ¿Hasta dónde piensan llegar con sus mentiras?

La mujer tomó a su hijo del brazo, sacudiéndolo un poco, hablándole con voz dolida y casi rota.

—¿Cómo puedes creer que nosotros regalamos a tu hermano? —Agatha estaba a punto de llorar— Mi bebecito nació muerto, y aunque no te hable de ello, jamás le he olvidado.

Javier se soltó del agarre de su madre, sin embargo analizaba a detenimiento sus palabras, aquello tendría más sentido a imaginar a sus padres abandonando a su hermano, pero no iba a permitir que quisieran confundirlo para lavarse las manos.

—No voy a creer en sus mentiras —dijo ya más calmado y se dio la vuelta. Sus padres comenzaron a hablar entre ellos mirando la fotografía.

En ese momento vio el teléfono de la casa, tenía encendido un foco de color rojo el cual parpadeaba. Aquello llamó su atención, ¿acaso podría ser un mensaje de Leo por llevarse a Jumara? ¿A qué hora sonó ese teléfono que no lo escuchó?

Haciendo memoria, recordó que en alguna ocasión Jumara le contó a Javier que con ese teléfono Sasha se comunicaba con Leo pues ninguno de los dos tenía un celular.

Bien, pues si sus padres querían fingir demencia con respecto a abandonar a su hermano, a ver si se atreven a seguirlo negando cuando lo escuchen hablar. Javier estaba seguro de que en ese teléfono estaba grabado un mensaje de Leo, así que iba a desmentir todas las mentiras de sus padres. Presionó el botón rojo y el mensaje se comenzó a escuchar:

Hola cariño, Rómulo dice que nos encontraste en el viaje. Que ibas con una chica de cabello azul que es tu novia de la cual yo no sabía nada, y que yo no te ví porque me había aplicado mi dosis.

No puedo evitar llorar toda esta tristeza, ya no lo soporto más mi niño, ya no puedo seguir así con esta existencia. Yo te amo con toda mi alma entera, eres mi niño, mi hijo amado, pero no puedo estar cerca de tí, no puedo siquiera mirarte a los ojos. Por mi culpa sufres y pasas penas cuando tu vida debería de estar rodeada de tu familia y lujos.

¡Lo siento mi pequeño! ¡Perdóname por favor!

Siempre quise ser madre, pero las drogas me dejaron estéril. Los doctores dijeron que no podría tener un hijo nunca y con Rómulo tan cerca, jamás hubiera podido adoptar a uno.

Yo siempre fui enfermera y cuando aquella mujer embarazada de gemelos entró a urgencias, fui asistente en su parto. Ella estaba muy grave, la presión elevada tan alto que casi se muere junto con sus hijos.

Hicieron la cirugía de emergencia, el primer bebé nació muy sano, pero el más pequeño no reaccionaba, se había enredado el cordón umbilical en su cuello, se había quedado sin respirar demasiado tiempo.

Los doctores le dieron respiración artificial, dieron auxilio a su corazoncito que no latía, pero el bebé no respondió. Se siguieron los protocolos de emergencia, pero al no haber una respuesta favorable y al no conseguir que su corazón volviera a latir, los doctores me entregaron al pequeñito y lo declararon muerto a las 12:15hrs.

Esa criatura eras tú. Fui a la morgue contigo en brazos, dí masaje a tu corazón, éramos solo tú y yo, tan pequeñito y tan hermoso, no sé cuánto tiempo pasó, pero cuando abriste esos bellos ojos y lloraste, me sentí viva por primera vez.

Sentí que viviste por mí.

No pude evitarlo te quería todo para mí. Rómulo se encargó de conseguir unas cenizas de otra persona, la cajita que se entregó a tus padres, no llevaban tus restos, eran los de un extraño.

Tus padres pensaron que estabas muerto y yo misma entregué las cenizas falsas. Renuncié a aquel trabajo y Rómulo falsificó tus documentos.

Te mentí todo este tiempo, perdón, perdóname hijo, no sabes cuánto lo lamento. Rómulo me amenazó con decirte la verdad y yo no quería perderte, por eso permití que te tratara tan mal. Soy una cobarde, nunca fuí la madre que mereces tener y conforme creciste no podía mirarte sin sentir vergüenza de lo que hice, de lo que te quité.

Espero puedas perdonarme, cuando te vea prometo decirte cómo encontrar a tus verdaderos padres, los investigué hace unos años, sé dónde viven y he visto de lejos a tu hermano gemelo. Solo necesito escuchar que me perdonas, no podría seguir con mi vida si sé que me odias.

Te amo mi pequeño Leonel, eres la única luz que tuvo mi vida y yo lo eché a perder. Hice mucho daño al alejarte de tus padres y de tu hermano, pero te juro que pensé que podría hacerte feliz, todo se me salió de las manos y estoy pagando con creces lo que te hice. Perdóname Leo, eres mi hijo amado, lamento haberte fallado.

 Perdóname Leo, eres mi hijo amado, lamento haberte fallado

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No Eres Mi GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora