Capítulo 17.- Lo mejor de mi vida

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EL AMOR, ERA SOLO UNA PALABRA CURSI QUE MUCHOS DECÍAN, AHORA ENTIENDO A QUÉ SE REFERÍAN

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EL AMOR, ERA SOLO UNA PALABRA CURSI QUE MUCHOS DECÍAN, AHORA ENTIENDO A QUÉ SE REFERÍAN

EL AMOR, ERA SOLO UNA PALABRA CURSI QUE MUCHOS DECÍAN, AHORA ENTIENDO A QUÉ SE REFERÍAN

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-¡Jav, eres lo máximo!

Dentro de la habitación de lujo en el hotel en el que estaban hospedados, Javier y Jumara estaban entre las sábanas, dando inicio a un nuevo día de la mejor forma en que se les pudo ocurrir.

La chica mordía su labio inferior tratando de contener sus gritos embriagados de placer, mientras pedía entre gimoteos algo exigentes, que el chico fuera más rudo y se moviera más rápido.

El otro se volvió loco cuando ella enterró sus dedos y sus uñas en su espalda, mientras mordía el lóbulo de su oreja haciéndolo perder el control de sí mismo teniendo tan cerca la respiración de Jumara debajo de él.

Javier estaba tan inmerso en su propio placer, que no pudo pronunciar palabra alguna, solo aumentó el ritmo y la fuerza de sus embestidas, al mismo tiempo que besaba con fiereza aquella boca tan deliciosa y acorazonada.

El chico sonrió victorioso pegado al cuello de la chica cuando la escuchó gemir con más fuerza, ya sin contenerse de casi gritar enloquecida. La piel de ambos ardía como lava derretida, aumentando la exitación del momento en un frenesí del vaivén de sus caderas.

Javier la mordió en el hombro al mismo tiempo que un delicioso orgasmo les daba espasmos de placer a ambos al mismo tiempo, sacudiendo los latidos desenfrenados de su corazón y dejando sin oxígeno sus pulmones por un breve momento.

-¡Increible! -Jumara apenas y podía tomar algo de aliento. Su cuerpo se sentía tan caliente como el mismísimo fuego.

Saliendo de dentro de ella, envolviéndola entre sus brazos, Javier se recostó a un lado con Jumara sobre su pecho.

-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Jumara.

Javier la besó en los labios de forma más suave que momentos antes, su pecho subía y bajaba rápidamente todavía.

Se acomodaron deliciosamente en la cama, recuperando el oxígeno perdido, gozando del exquisito placer de la unión de sus cuerpos desnudos entre las suaves sábanas de seda roja.

No Eres Mi GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora