Capítulo 40.- Epílogo

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6 Meses después

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6 Meses después


—¿Estás seguro de querer hacer esto? —preguntó Javier a su hermano, el cual estaba todavía sentado en el asiento del copiloto— Porque si no estás seguro, nos vamos inmediatamente. Además, papá va a ahorcarme si se entera que te traje aquí.

—Estoy algo nervioso. Pero necesito hacer esto. Papá no tiene por qué enterarse —Leo tomó aire y salió de la unidad y cerró la puerta.

 
—No sé, Leo. Creo que esto no es una buena idea.

—Hoy es nuestro primer cumpleaños juntos, quiero liberarme de esto que tengo pendiente y luego podré celebrar contigo.

Javier puso su expresión pícara y juguetona.

 
—¿Nos vestiremos igual, bro? ¿Hoy sí?

 
—¡Y dale con eso!

—¡Ohhh vamos! Hoy es mi cumpleaños ¡Quiero que ese sea mi regalo! —Javier hizo un puchero que hizo reír a Leo.

 
—También es mi cumpleaños y yo quiero que sea mi regalo que no me estés molestando —su visión dejó a su hermano y sus ojos se posaron en la tierna Nimue que traía en sus manos un gran ramo de rosas rojas.

 
—¿Estás listo para esto, Leo? —Nimue sonrió tímida.

 
Él asintió sin sonreír, con las manos sudando de los nervios, las secó en su pantalón. Miró ansioso hacia el frente y tragó saliva.

 
—Es ahora o nunca.

 
—Aquí te espero bro. Si me necesitas o quieres que les acompañe, solo llámame —como Leo ya había empezado a caminar, Javier se bajó del coche, corrió para alcanzarlo y lo abrazó fuerte palmeando su espalda— no dudes en hablarme si lo necesitas. Somos hermanos y estaré allí cuando me lo pidas ¿entendido?

 
—Lo sé hermano. No tardaré, te lo prometo.

 
Javier se hizo a un lado y los dejó irse mientras él se quedaba esperándolos en el automóvil.

El camino era sencillo, había mucha tierra seca, el silencio era pacífico. En los alrededores había uno que otro árbol. No tardaron mucho en encontrar lo que estaban buscando.

Al llegar, Leo tomó de manos de Nimue las flores. La miró en silencio y sintió que las manos le temblaron al sujetar el ramo.

 
—Aquí estoy contigo —con cariño, ella puso una mano en la mejilla del chico.

—Lo sé y te lo agradezco enormemente —Leo besó su cabeza.

 
El chico giró hacia al frente de ellos y se inclinó hacia la lápida color gris que ahí estaba con el nombre de Sasha Rodríguez. Dejó allí el ramo de rosas mientras leía las palabras: "Querida tía, descansa en paz"

No Eres Mi GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora