La vida de Leonel estaba llena de maltrato, tristeza y dolor. El universo lo puso frente a Javier.
Ambos eran físicamente iguales, y para la terrible suerte de Leonel, aquel chico era incluso una mejor versión de él.
Él lo llamó "Mi gemelo", pero de...
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VER LA VIDA CON OTROS OJOS, ES CONOCER OTRA VIDA POR COMPLETO
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A las 7 de la mañana Leo abrió un ojo, se estiró perezoso, esa cama era realmente muy cómoda, muy agradable. Abrazó la almohada; giró a su izquierda y se topó con un muro peludo.
—¡Oye! ¿Tú qué haces en mi cama? —parpadeó recordando que esta no era su cama— digo, la cama de Javier. Ash como sea ¡Bájate de aquí!
El can se despertó y lo primero que hizo fue lanzarse a su cara para lamerlo.
—¡No! ¡Gérmenes de perro!
Al querer escapar de Butch, se movió muy brusco y terminó en el suelo; el perro lo miró moviendo su hocico de un lado desde arriba en la cama. Leo frunció el ceño en molestia.
—¡Bájate de la cama!
—Guauf.
—Haz lo que quieras, pulgoso.
Molesto, Leo se puso de pie, localizó la toalla y entró al baño para ducharse. Tres segundos después, venía saliendo del baño cargando al canino que hasta allí lo había seguido, era realmente muy pesado, con voz dificultosa Leo le dijo mientras todavía lo tenía entre sus brazos:
—¿Acaso na... nadie te enseñó que el baño es privado? —con toda la dificultad del mundo, logró sacarlo de la habitación y cerró la puerta.
—¡Guauf! —El perro pasaba sus garras por la puerta.
—¡No estoy! —Leo sonrió y entró al baño.
Cuando salió ya vestido y listo, apenas y había dado unos pasos afuera de la ducha, cuando la puerta se abrió de pronto, era el padre de Javier.
—Te espero abajo en el desayunador.
—Pero yo iba a...
—Ahora y no pienso discutir al respecto, apresúrate —el hombre se dio la vuelta y se fue.
«Y apenas es el segundo día»
Tallando sus ojos, Leo suspiró un tanto frustrado y temeroso de lo que le pudiera esperar abajo, fue caminando a paso dudoso por aquella mansión hasta dar con el desayunador. Cosa que le tomó 15 minutos.