La vida de Leonel estaba llena de maltrato, tristeza y dolor. El universo lo puso frente a Javier.
Ambos eran físicamente iguales, y para la terrible suerte de Leonel, aquel chico era incluso una mejor versión de él.
Él lo llamó "Mi gemelo", pero de...
Ahora tomados de la mano, paseaban por el centro de aquella ciudad, habían muchos puestos de distintas ventas; Jumara miraba con curiosidad todas las cosas a su alrededor, estaba emocionada y contenta.
Comieron un helado, bromearon por todo el paseo, la estaban pasando realmente muy bien. Ella sonreía tan radiante, que Javier estaba hipnotizado con aquella bella chica, era muy hermosa. No podía sentirse más feliz.
La tomó con deseo por la nuca y la besó una vez más. Cuando sintió que la tomaría allí mismo si no se detenía, la soltó saboreando sus propios labios, todavía podía sentir el néctar de aquellos exquisitos besos en su piel. Sonrió coqueto.
—Te quiero.
—Yo más —ella lo abrazó melosa. Sin embargo, de pronto lo sintió tensarse, se despegó de él y siguió su mirada— ¿Qué pasa? —Quiso saber, de pronto sintiéndose asustada.
—La tía de Leonel —señaló detrás de Jumara— allá va.
La chica se dio la vuelta para comprobar que allí iba la tía de su amigo, ella iba caminando a paso apresurado, se veía muy mal, demacrada e incluso parecía hablar sola mientras caminaba. Jumara se quedó petrificada.
—Vamos a seguirla —habló Javier al mismo tiempo de que tiraba de la mano de su novia y juntos casi tuvieron que correr para alcanzar a aquella mujer. La vieron subir a un taxi, ellos hicieron lo mismo.
—¿A dónde los llevo? —Preguntó el chofer.
—Siga a esa mujer —ordenó Javier al conductor de la unidad a la que habían subido. Le pasó un billete de alta denominación y sin preguntar nada más, aquel hombre le hizo caso.
Minutos después, llegaron a una parte solitaria, habían viviendas poco habitadas, un lugar que se veía inseguro, Javier sacó otro billete de alta denominación y se lo dio al chofer.
