Mi primer amor.

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Mi primer amor en pocas palabras fue emocionante, ingenuo, desilusionador y veloz.

En muchas palabras... cursaba tercero de secundaria, tenía quince años de edad y fue la primera vez que me enamoré de verdad. Lo conocí en clases de inglés a las que asistíamos de lunes a viernes de cinco a siete de la tarde. El primer día que lo ví quedé perpleja, creo que nunca había visto a a alguien tan agraciado físicamente, lo veo ahora y no se me hace la gran cosa pero en ese momento quedé impactada y perdida. Alto, delgado, blanco con cabello castaño casi rubio, con ojos verdes... en ese momento hasta resplandesiendo lo vi.

Con forme pasaron los días, inevitablemente, sin forzarlo pero si oponerme empezamos a hablar. No recuerdo la primera vez ni sobré que, pero ya estaba enamorada y cualquier cosa que dijera sonaba poética. Nos fuimos conociendo y lo que más me gustaba de él era que me viera, que me notara. Tantos años pasando desapercibida y dándome igual, y él llegó y me sorpendía que se sentara junto a mi habiendo tantas butacas vacías. Me enamoraba que me prestara atención y que en los recesos estuvieramos juntos (no solos) y que al final mientras esperabamos que nos recogieran nuestros papás el esperaba conmigo y platicabamos.

Reflexionando tiempo después sobre nuestros temas y lo que me contaba, quiero aceptar que su físico, su cara, y que me prestara atención fue lo que me enamoró. Casi nunca estaba de acuerdo con lo que me decía y odiaba tener que emparejarme a un nivel más bajo de aprendizaje para que no creyera que fuera más inteligente que él, y no teníamos tanto en común, y ya a esa edad sabía que queriamos cosas tan diferentes que nunca nada entre nosotros tendría futuro. Aunque sea solo un noviazgo, y aunque haya sido tan joven en ese tiempo, creo que siempre he tenido por seguro que la persona que quiero a mi lado tiene que compartir ciertas cosas conmigo, ciertos ideale, ambición, pasión, sueños, y me desanimaba que él no tuviera tantos sueños y ambiciones como yo. Pero qué me iba a importar eso en ese momento, sí lo pensaba y sí lo sabía, pero tenía tantas ganas de tener novio o de estar enamorada que ignoraba ese pensamiento al fondo de mi cabeza.

Nunca he vuelto a estar tan enamorada como estuve en ese tiempo. Lo sé porque nunca he sido tan feliz por un periodo tan continúo como entonces. Los siete, ocho, nueve meses que haya durado estuve siempre de buenas. Me gustaba la vida, veía colores brillantes, me levantaba de la cama en las mañanas con tanta alegría y esperanza. En la escuela le echaba ganas, y a todos les contaba sobre este gran gran mucacho de mis clases de inglés. Reía más alto y fuerte, hablaba con gran fluidez y energía, hasta cuando me movia sentía que fluia. Por única vez sentí el cosmos en perfecta armonia alineado con mi espíritu.

Al final no sucedió nada con este chico, y me da gusto, porque definitivamente está haciendo cosas el día de hoy, muy diferentes a las que yo quiero y estoy haciendo. Pero seis años después de eso sigo diciendo que ese fue mi gran primer amor, aunque haya sido solo platónico. Fue tan fuerte, tan real y tan auténtico que al día de hoy eso me permite seguir creyendo y esperando mi siguiente gran amo, es lo que hoy me mantiene enamorada de la idea del amor. Y por lo que sigo creyendo, es una parte que me hace ver al futuro y pensar en que nunca sabré en dónde ni cuando, pero algún día encontraré o me encontrará alguien que me haga sentir así o mejor, encontraré a alguien al que, ahora sí podré amar de verdad; y con lo que he aprendido ahora enamorarme de las ideas y de la esencia de la persona, cuando la encuentre, y me enamore de su mente será una de los cosas más increíblea y maravillosas que pueda pasar.

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