De pequeña, vi sufrir a mi hermano mayor por una traición en el amor. En ese tiempo, recuerdo, me preguntaba cómo alguien podría sufrir tanto por la culpa de otra persona, y más aún si no era algún pariente suyo. Me preguntaba si algún día me pasaría, y me dije a mí misma que yo no dejaría que alguien tenga tanto poder sobre mí como para dañarme. Me parecía absurdo. Hoy en día, entiendo ese sentimiento. Tú no decides a quién entregarle tu alma, tu corazón. Solo pasa, y sientes que encontraste ese balance que tanto deseabas, pero nunca buscaste. No sabes si esa persona te hará pedazos, o si terminará de completarte. Tan solo confías, y te dejas llevar por ese sentimiento que te hace sentir tan bien. Confías en que esa persona te querrá y se entregará tanto como tú lo haces. Que siente lo mismo o más que tú. Nadie nunca se imagina que la persona en quien más confías te traicionaría alguna vez. Que, después de todos sus secretos, termine rompiéndote más de lo que ya estabas. Pero, ¿saben?. Hay una moraleja después de todo este dolor. Y no es la típica frase: "Sé muy desconfiada y ciérrate con todo el mundo". No. Entender ese dolor nos permite ser amable con los demás. Ser empáticos. Te das cuenta que todo el mundo está un poco roto por dentro, y nadie es perfecto. Es una de las cosas que nos hace un poco más humanos. No todos logran entender eso a tiempo.
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Simples textos para adolescentes.
Teen FictionSolo lee y reflexiona. Llora si lo necesitas, no va a pasar nada... Yo estoy aquí. NO copias. NO edición. Todos los derechos están reservados. Si se intenta copiar, será sancionado.