Es todo.
Esta vez, es en serio.
No hay más que decir.
Esta despedida fue diferente.
No sonaron los platos rotos,
ni candelabros de mil colores salieron a escena,
las luces se veían opacas,
no enloquecía,
y tú, simplemente te mirabas normal.
Prometo no volverte a ver,
te dije que no había nada que reclamar,
y que las cuentas estaban saldadas.
Esta ocasión, decidí dejarlo yo,
por mi bienestar,
por mi sano juicio,
por mi remendado corazón.
Estaba ante alguien que prefería coserse las alas para seguir volando que inventarse un futuro juntos sin avistamientos de soledad.
No nos merecíamos los portazos en la cara,
ni las intachables noches en vela sin un mensaje suyo,
mucho menos las lágrimas inculpando cada una de mis canciones,
esas que nunca bailó a mi lado, sin paisaje de fondo.
Me repetía a mi misma
que yo no me merecía nada de eso.
Nada de sufrimiento.
Ni golpes en el corazón.
Que ya era suficiente,
basta de dolor incesante e innecesario.
Me decía que no,
que esta vez no.Adiós
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Simples textos para adolescentes.
Teen FictionSolo lee y reflexiona. Llora si lo necesitas, no va a pasar nada... Yo estoy aquí. NO copias. NO edición. Todos los derechos están reservados. Si se intenta copiar, será sancionado.