Por siempre tú.

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Por siempre tu dulzura, ese mágico brillo que desprenden tus cálidos ojos, y esa bonita manía de hacer que todo lo que te rodea, se transforme en algo mejor. Por siempre tus grandes virtudes, esas que, sin hacer el más mínimo esfuerzo, brotan de ti de forma totalmente natural, las mismas que, aunque tú no sepas verlas, o no puedas ser consciente, te hacen tan imprescindible. Por siempre tu humilde sonrisa, llenando de vida y energía todo aquello cuanto alcanza, encendiendo los lugares más oscuros y apartados, como el inesperado rayo de sol que atraviesa, por sorpresa, la peor de las tormentas. Por siempre tu fuerza, tu capacidad de abrirte paso entre muros imposibles, de desafiar cualquier adversidad, de tener el coraje y valentía de saber pedir perdón. Por siempre tus palabras, que se inyectan en la piel como un verdadero bálsamo de magia, aire fresco y emoción, que calan tan hondo como imagines, tan profundo como quieras, tan dentro como las dejes, pudiendo incluso rozar el alma. Por siempre tu timidez, tu sobredosis de humildad, tu incapacidad para apreciar lo que ves en el espejo. Por siempre la manera en la que sonríes, la forma en la que consigues parar el tiempo, sin apenas hacer nada, simplemente siendo tú. Por siempre tu habilidad para romper la distancia, reducir cada kilómetro, conseguir que lo lejano, parezca estar extremadamente cerca. Por siempre todos y cada uno de los momentos que pudimos compartir, que explotaron sin pensarlo, que un día unieron este par de corazones que, sin buscarlo, se encontraron de repente. Por siempre el primer saludo, las primeras preguntas, la incertidumbre, las ganas, la primera conversación. Por siempre la casualidad, que, sin llamarla, decidió hacer de las suyas y traerte por sorpresa. Por siempre aquella canción, que decidimos que sería eterna y nuestra. Por siempre aquella vez, aquellas dos palabras, aquel preciso instante que elegimos tatuar en la memoria de por vida. Por siempre los miedos, dudas, inseguridades, preguntas sin respuesta, que pudimos apartar con el paso de los años. Por siempre cuando, de entre el resto, me di cuenta que eras tú. Por siempre todo el tiempo que pasamos navegando por caminos dispares, para después, poder volver a encontrarnos. Por siempre cuando comprobamos que, a pesar de todo, contra todo pronóstico, seguíamos estando ahí. Por siempre cada vez en la que imaginaba, de manera involuntaria, que volvías a pasarte por mi vida. Por siempre cada recuerdo, cada cosa compartida, cada anécdota y locura. Por siempre cada uno de tus buenos días, y tus buenas noches. Por siempre tantos sueños y promesas. Por siempre el descubrirte, de nuevo. Por siempre tantos motivos, tantas razones, que no cabrían ni en el mejor de los libros. Por siempre tus manías, tus peculiaridades, tu particular forma de ver la vida. Por siempre lo que fuiste, eres y serás. Por siempre todo. Por siempre tú. 

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