La Discusión

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Me llevó treinta largos minutos volver al instituto.

Por suerte, si bien la sección del bosque donde me encontraba no me era familiar, mi sentido del olfato me permitió seguir el rastro que había dejado cuando escapé llorando, perdida en mis propios pensamientos.

Me pregunto si así fue como él me encontró.

Mantengo los ojos y los oídos abiertos ante cualquier señal, ante cualquier detalle que me alertara de que ese extraño sujeto se encontraba merodeando el bosque, preparándose para atacarme. Pero por metros y metros lo único que podía ver era la arbolada, sólo escuchaba el ruido de los pájaros en las ramas y los pequeños insectos retorciéndose en sus congeladas cuevas bajo tierra.

Aún así me mantuve alerta repasando el encuentro una y otra vez en mi cabeza y mientras cada paso firme me llevaba de vuelta al instituto, mi mente no contenía tanta certeza.

¿Quién diablos era ese sujeto y que hacía aquí? Estaba convencida de que era un Lobo, su esencia era inconfundible y aun así... sus ojos eran exactamente iguales a los míos y no tenía yo también esencia de Lobo, a pesar de mi inhabilidad para transformarme? Sin embargo, algo dentro de mí me decía que él era diferente, que sin importar el color de sus ojos había algo primitivo y poderoso en él.

Algo peligroso.

Pero sin importar quien fuera, o lo que significara para mi encontrar a alguien por primera vez con mis mismos ojos, aquellos ojos que me marcaban como extraña en la manada (y aunque los ojos los tuviera un completo gilipollas), no podía ignorar el hecho de que había un lobo extraño merodeando en nuestros bosques sin permiso. Especialmente durante la ceremonia del Alfa, aquella se realizaba solo una vez por mandato del Alfa y el ganador era el indiscutible heredero. Sólo los machos de la manada podían participar y la seguridad se había estado reforzando estos meses para evitar la llegada de cualquier intruso que atentara contra el orden en la selección.

Definitivamente un Lobo rogue que pudiera entrar y salir de nuestro territorio sin dejar rastro no era algo deseable.

Cuando por fin vi el enorme edificio de piedra asomándose entre los altos árboles, podía escuchar que mi clase estaba a la mitad y la Beta Roxanne no toleraría mi llegada tarde.

Apenas si me toleraba a mí y a los otros Delta.

Lamentándome la pérdida de la clase del día, pero contenta de evitarme la constante humillación de cada día de tener que sentarme sola, tomo una decisión y en lugar de dirigirme hacia las aulas a mi derecha, o abajo a la fría habitación de los Delta, subo la escalera hacia la oficina del Alfa para notificarle del extraño merodeador.

Pasado el mediodía el instituto cobra vida lleno de Lobos de todas las edades y rangos yendo de aquí y para allá, a sus clases de entrenamiento, a sus respectivos trabajos en el mundo humano y sobrenatural o a sus clases de estudio; aquellas que los Lobos más odiaban pero que yo amaba.

Como siempre, camino con la cabeza gacha evitando ágilmente a aquellos que se cruzan en mi camino y haciendo lo posible por permanecer desapercibida. La mayor parte del tiempo, lo logro. Mis ropas simples, pantalón botas y un sweater, todos desgastados, me marcan fácilmente como Delta y a no ser que las castas superiores necesitaran algo, todos fácilmente me ignoraban.

El problema estaba claro cuando aquellos aburridos o simplemente mal nacidos se les daba por molestar a los que no podían defenderse. En esos momentos maldecía el haber sido traída a esta manada.

Estoy por encarar las escaleras cuando me encuentro con una de esos maldecidos... no que jamás podría decirle tal cosa en voz alta.

-Delta.- Me llama con desdén Candace Riverlong, una Beta de pelo rubio, largas piernas, mucho busto y poco cerebro. Ella es, además de todo eso, la Beta que el Alfa prefiere como Mate para Jason y al ser yo su mejor amiga, Candace se dedica a tratar de hacer mi vida lo más miserable posible.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora