Casa

198K 19.1K 1.2K
                                    

La tranquilidad no era algo a lo que podía acostumbrarme.

El traslado a casa lo habíamos hecho en un avión privado al cual nos habíamos trasladado en un enorme vehiculo blindado que parecía más un imponente autobús camuflado que otra cosa. Tanya estaba allí vestida de pies a cabeza con equipo militar y armada hasta los dientes. Me había saludado rápidamente mientras coordinaba algo por su radio y el verla en este lugar me descolocó. Todavía no podía creer que Ryan había vuelto por mi o que nadie aquí me rechazara por ser una Dobrovsky. Dos paramédicos me habían llevado en camilla hasta el hangar, subido por una plataforma y después sujetado con un arnés especial para que estuviera segura durante el vuelo.

En todo el momento viví con el terror de que nos atacarían.

—Kris no pasa nada—me había asegurado Sacha cuando les había confesado mi miedo—, esas personas ya no pueden hacer nada, están siendo transportadas a Edros y serán juzgadas.

Edros según me habían dicho era la ciudad donde residía el Consejo, si bien tenía delegaciones por todo el mundo como yo bien sabía, su máxima autoridad se encontraba resumida en aquella ciudad Alemana.

—¿Pero qué hay de aquellos que escaparon?—Una vez más volví a pensar en Mikah y deseé que hubiera encontrado refugio. No la conocía bien, pero sabía que ella como yo y tantos otros no era más que otra victima de nuestra familia. Le había pedido a Ryan que de encontrarla, no la lastimaran.

—Ellos no son un problema—Ryan se había acercado cargando a Aaron consigo quien se había quedado dormido con su manito sujetando el sweater de su hermano mayor. La vista fue suficiente para calentarme el corazón, Aaron por lo menos estaba a salvo y eso era lo que realmente importaba—, el terreno es amplio, si, pero no tienen muchos lugares donde esconderse, jamás creyeron que buscaríamos en las ruinas de su antigua familia, pronto los encontraremos a todos.

Yo asentí. Ryan me había dicho que el lugar donde nos habíamos hospedado era, de hecho, la casa en donde yo había crecido antes de que las familias reales se juntaran para derrocar a los Dobrovsky. No por nada me había resultado tan familiar, y pensar que había sido en aquella tierra congelada donde Rogers, apenas un crío en ese entonces tratando de ganar fama y fortuna en los saqueos a la mansión, me encontraría allí y llevaría a su manada con la esperanza de que algún día resultara ser algo de valor. Toda mi vida creyendo que había sido abandonada para morir en un bosque helado, todo para que Rogers me rescatara y resultó que había sido prácticamente lo contrario.

El vuelo nos llevó tres horas y al bajar, ya que la casa de playa no tenía una pista de aterrizaje, lo hicimos en una pista privada de los Ángeles para luego viajar en otro vehicula hacia la casa. Al llegar allí había sido un problema el bajarme con la camilla, luego cargarme hasta mi habitación para sacarme cuidadosamente de la camilla y depositarme en la cama y luego... nada.

Los sanadores se fueron, volviendo a recomendarme que haga reposo y no realizara movimientos bruscos; en una semana me sacarían una radiografía para ver como estaban sanando las costillas fracturadas, pero nada más podía hacerse con esa clase de fractura. Me habían colocado una faja para que los huesos se soldaran correctamente pero lo único que podía hacer era esperar las tres semanas que tardaría en sanar. Sacha estaba buscándome algo para comer y Ryan se había dirigido hacia las enormes ventanas, ahora ya sin Aaron que estaba durmiendo en su propia cama.

Las había abierto de par en par revelándome aquella vista que se había vuelto tan familiar de arenas blancas y mar interminable. Pero no fue la vista lo que me llamó la atención, sino lo que no podía ver.

—¿No hay guardias?—Las palabras habían escapado de mis labios antes de que pudiera detenerlas, Ryan me miro y sonrió.

—Estamos perfectamente a salvo Kristal, ya no hay nada que temer.

Eso era genial, pero no era lo que me refería. Lo que me preguntaba era, ¿acaso no había guardias para asegurarme de que no escapara? Todo el tiempo que había vivido aquí había sido una prisionera y ahora que todo había terminado ya no sabía cual era mi lugar aquí.

Ryan pareció leerme la mente y su expresión se tornó seria.

—No eres una prisionera Kristal. Ya no más, por lo menos—el suspiró y caminó hacia mi cama, sentándose cuidadosamente en el borde para no moverme—, sé que no te he tratado bien, ¡demonios, si te he tratado horrible! y lo lamento, pero eso no volverá a pasar de nuevo, ¿de acuerdo? No eres mi prisionera, eres libre.

Lo consideré por un momento. Aquello que me venía preguntando desde que salimos de las ruinas de la mansión por fin encontrando el camino hacia mis labios.

—¿Pero... no somos completamente libres, verdad?

—¿A qué te refieres?

—A que seguimos siendo Mates.

—Ah—replicó el sorprendido, eso no se lo esperaba.

—¿Y ahora que sucede con eso? Cuando estuve allí ellos... ellos decían que el consejo no vería bien que dos Bolgas fueran Mates. Yo sé que ser Mates es para toda la vida, pero esto—señalo entre nosotros—, no es el típico acuerdo, tu lo hiciste porque estabas desesperado y yo para que tú no mataras a Jason. Seguro que si lo hablamos con el consejo harán una excepción y lo anularán.

Me sorprendía lo difícil que me resultaba decir eso y me di cuenta que no quería dejar de ser su Mate. Pero eso era sólo una tontería, Ryan lo había hecho sólo porque me necesitaba para rescatar a su hermano, no parecía justo que quedara atado a mí por el resto de su vida por culpa de mi familia.

Esperaba que el me diera la razón o que asintiera y me dijera que buscaría una forma de hacerlo en ese tono pragmático suyo, pero cuando vi su rostro una máscara de frialdad se había instaurado allí.

—Esa prohibición está en lugar para que dos casas no se vuelvan muy poderosas, pero los Dobrovsky ya no tienen poder alguno, tú familia ya no puede causar daños—se levantó bruscamente y no pude ver su cara ni siquiera cuando se dirigió hacia la puerta—. Supongo que estás atascada conmigo.— Dijo con voz dura y se fue, dejando la puerta abierta.

Me quedé en mi cama mirando el lugar por el que Ryan había desaparecido, con la boca abierta. ¿Qué bicho le había picado?


Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora