La Huída

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Apenas logramos avanzar unos pocos metros antes de que intentaran detenernos.

-Jason!-la voz de Jamison resonó por los angostos pasillos, pero Jason no disminuyó el paso y con su mano como fierro en mi muñeca, tampoco lo hice yo.

Apenas tuve tiempo para darme vuelta y ver que el Beta estaba a unos cuantos metros detrás nuestro, pero con sus largas zancadas esa distancia disminuía drásticamente con cada segundo. En las dobles puertas de la oficina, el Alfa Rogers nos miraba con furia apenas contenida.

¿Qué demonios está ocurriendo?

-Vamos, ¡Apresúrate!- Jason tiró de mi muñeca, volviéndome a la realidad. Di vuelta la cabeza y apresuré el paso para seguirlo aunque no entendía porque debíamos de correr.

-Jason.- Intento hablar con él aunque sin disminuir mi paso. A pesar de no tener idea de cuál era el peligro, su terror es algo que si comprendo y si Jason quiere que corra, entonces voy a correr.

-Está loco.- El murmura cuando llegamos a las escaleras, nuestros cuerpos chocando contra la áspera y fría pared de piedra con el brusco giro. Él las baja ágilmente, con ocho horas diarias de entrenamiento, unas pocas escaleras no son nada, pero los Delta no reciben entrenamiento, sólo estamos para ser la servidumbre y en pocos segundos me quedo sin aliento y el costado de mi cuerpo comienza a arder en dolorosas puntadas mientras salto torpemente los escalones tratando de no tropezar.

-¿Por qué?- Le pregunté sin aliento y cada palabra hacía que las puntadas se incrementaran. Mi cuerpo me pedía a gritos que me detuviera, pero no podía hacerlo. Tenía la sensación de que si lo llegaba a hacer, Jason me arrastraría. Estaba más allá de todo razonamiento, su cara parecía perdida en la locura, escapando de un peligro que yo no alcanzaba a ver. Atrás nuestro todavía podía escuchar a Jamison corriendo a toda velocidad, tratando de llamar a Jason en vano.

Por suerte las escaleras en esta sección estaba desierta y, además de Jamison, no había nadie para presenciar esta escena.

No, el problema estaría más adelante porque si no me equivocaba, Jason nos llevaba por las escaleras laterales para llegar a la entrada del Instituto, la que conecta con el jardín y más allá, con el bosque. Esa parte del edificio estaba siempre abarrotada de Lobos yendo de aquí para allá, ocupados en sus rutinas diarias y si Jason quería pasar por allí tendría que cruzarse con un montón de miradas curiosas.

Para él, no significaría nada. Pero todavía recuerdo la cara furiosa del Alfa Rogers cuando Jason huyó y estaba segura de que, como siempre, cualquier problema en el que nos metiéramos los dos las consecuencias las pagaría solamente yo.

Jason por su parte continuaba en su propio mundo, arrastrándome de escalón a escalón, murmurando tan bajo que dudaba que esperaba que yo lo oyera.

-Es un cobarde.- Masculló iracundo- Le dije miles de veces que no debía de hacer ese trato. Que era una locura, pero el muy idiota no hizo caso. Se creía invencible. Ahora todo le explotó en la cara y te va a hacer pagar a ti!

-¿A mí?!- Pregunté incrédula. Nada de lo que Jason decía tenía sentido. ¿De qué trato está hablando? ¿Qué significa que al Alfa Rogers le explotó en la cara? ¿Y por qué, de todas las cosas tendría que ser yo la que pagara por eso? ¿Acaso que tenía que ver yo, una simple Delta ignorada, en los asuntos del Alfa?- Jason, lo que dices no tiene sentido.- Intenté despegarme de su mano, de hacernos detener, pero su agarre se volvió tan fuerte que sentí como sonaban mis huesos y contuve un grito de dolor.

-No voy a dejar que haga esto.- Repetía Jason como un loco. Veo luz adelante y me doy cuenta que estamos, de hecho, por llegar al piso de abajo como yo creía, el más concurrido del edificio. Demonios.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora