El Consejo

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—¡¿Qué?!—Lo tomé del brazo fuertemente para que se detuviera, esta vez sin importar lo que me dolieran las costillas—. ¿Hablas en serio? ¿Están aquí?

Todo esto estaba pasando demasiado rápido. Estas personas estaban aquí, ¿y ahora que sucedería? Miro hacia abajo a la ropa que llevo puesta, Sacha hoy más temprano me había ayudado a cambiarme a algo más cómodo para la temperatura cálida de Los Ángeles en lugar de las ropas prestadas de Mikah que habían quedado manchadas con sangre luego de la paliza que me había dado Marcell. Pero aún así llevo puesto un short y una camiseta de algodón suave, parezco un bicho desarreglado. No puedo conocerlos así. No sólo me aterra la primera impresión que les puedo dar, pero también estoy aterrada de lo que sucederá con el acuerdo de Mates. ¿Qué haré si no quieren anularlo? ¿Y qué haré si lo anulan? Mis pensamientos son enmarañados y confusos y siento que estoy al borde de un precipicio, a punto de caer.

Ryan mira mi mano sujetando su brazo y luego mi cara.

—Tu querías deshacerte del acuerdo de Mates entre nosotros, los llamé para que puedas utilizar tu bocota para convencerlos. Sé que puedes ser muy persuasiva... cuando no me estás insultando.

Presto atención y escucho a las personas que deben de estar en la sala de estar; lo suficientemente cerca para escucharnos pero no si susurramos.

—¡Ryan no puedes hablar en serio!—Le ruego, sujetando su brazo con más fuerza y sin quererlo mi voz se suaviza— ¿Realmente quieres deshacerte de mí con tanta prisa?

En ese momento su rostro muestra confusión y dolor, antes de volver a convertirse en una máscara de frialdad.

—¿Yo? Si eres la que se muere por alejarse de mí. Lo has dejado bien en claro desde que nos conocimos. Ayer apenas si llegamos y lo primero que hiciste fue pedir la anulación. Bueno, aquí tendrás al Consejo así que espero que les des tu mejor intento.

Dios mío, estaba furioso pero yo no podía comprenderlo. ¿Acaso no podía darse cuenta de que lo hacía por él? ¿No se daba cuenta que si no intentábamos ahora entonces él se quedaría atorado conmigo para siempre?

Pero no tuve tiempo para responder porque una voz sonó desde debajo de la escalera.

—Señor Klaussen, no tenemos mucho tiempo para estar aquí esperándolos. Después de todo, nos ha llamado de improvisto.

Quise explicarle a Ryan porque era que lo hacía, pero el desvió la mirada y rápidamente terminamos de bajar por las escaleras.

Allí en la sala de estar había tres personas; una mujer alta y rubia con su cabello atado en una trenza, un hombre de cabello oscuro pero piel tan clara que se podían ver las venas debajo de ella y otro hombre de piel oscura como el ébano, tan alto que si quisiera podría levantar apenas el brazo y tocar la lámpara de cristal que cuelga del techo. Los tres están vestidos elegantemente de traje, ni un cabello fuera de lugar lo que hacía que su presencia fuera mucho más intimidante y me hicieran sentir como una cucaracha en mis desarregladas ropas de algodón y pies descalzos.

Al descender los tres me miraron con curiosidad, pero veo al hombre de cabello oscuro levantar una ceja y examinar mi atuendo y sólo ayuda para sumar a mi disconformidad.

—Entonces tú eres Anya Dobrovsky— habla la mujer rubia. Estaba por corregirla pero recuerdo que si, técnicamente mi verdadero nombre no es Kristal, aquel que utilicé toda mi vida, sino que es Anya. Sin saber qué hacer, mi instinto actúa y gana la costumbre, por lo que realizo una profunda reverencia como las que debía de hacer cuando estaba en la mansión de Rogers.

—Kristal—Ryan me toma rápidamente de la cintura y me levanta, suave pero firmemente mientras los murmullos sorprendidos de los miembros del consejo resuenan por la habitación—¿Qué haces? No debes de hacerles reverencia.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora