El Misterio

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-¡Espera!- Corrí detrás de ellos, saliendo de la oficina y entrando al enorme living.-¡¿Qué ocurre con mis ojos?!

Esto no podía ser una coincidencia. Sabía que aquel día en el bosque a el Alfa le había llamado la atención mis ojos, del mismo color verde vibrante que el suyo. Que, a pesar de que toda mi vida nadie jamás me había dado explicación alguna por ellos o porque yo era diferente, este sujeto sabía algo sobre mí que yo no. Al ver la reacción de esta chica, su prima Sacha, sabía que ella debía de saber que era.

Esto tiene que ser.- Me dije a mi misma.- El Alfa me había elegido, me había arrastrado hasta aquí y amenazado a firmar el contrato porque mis ojos significaban algo para él, algo que yo debía de averiguar y que, con suerte, me ayudaría a escapar de él.

-Vuelve a la oficina, Kristal.- Me ordenó el, llevando a su prima a rastras por la escalera, todavía pataleando. Parece que, a diferencia de a mí, ella no está acostumbrada a que la trate como un muñeco de trapo. Aun así él avanza cargando su peso fácilmente y yo los sigo unos pasos atrás. Por una vez no me importa el castigo que me espera, ni lo furioso que el Alfa se pondrá al desobedecerlo. Es claro que él que no quiere que su prima hable delante de mí, que teme que devele lo que sea que pretende mantener oculto, pero si tan sólo tuviera un momento con ella antes de que pueda convencerla... Si tan sólo pudiera conseguir aunque sea una pista de que es lo que ocurre...

-¡Ivan!- Llamó Ryan y en un santiamén soy tomada por la cintura y depositada a los pies de la escalera, un cuerpo esbelto y de traje bloqueando el acceso a la escalera. En un santiamén desaparecen por la escalera de caracol pero todavía puedo escuchar sus pasos, por lo que intento pasar por un costado del guardia, el otro y hasta por entre sus piernas, pero en cada intento el pingüino musculoso me atrapa y en sólo cuestión de segundos escucho una puerta cerrarse con llave y luego ningún otro sonido. Demonios, debe de estar en una sala especial a prueba de sonido.

Mi oportunidad se ha ido.

Lo miro al guardia, aquel que me impidió obtener la información que deseaba todo por servir a ese imbécil que se llamaba a si mismo Alfa, cuando algo de su cara me resulta conocido. Definitivamente he visto ese cabello rubio fino y ese rostro de piel tan blanca que se sonroja con el menor esfuerzo. Y luego recuerdo su nombre, Iván.

-Tú estabas en el Bosque.- Le digo, aunque sonó más como una acusación. El guardia con las manos cruzadas por el frente, la posición estándar para estos sujetos aparentemente, asiente.- Tú fuiste el que me drogó, ¿Verdad?

Él inclina la cabeza.

-Lo lamento señorita, pero fueron órdenes del Alfa al igual que ahora que desea que usted vuelva a la Oficina.

Lo miro con los ojos entornados, tratando de divisar si realmente está siendo sincero y lo lamenta, aunque dudo que lo haga. Después de todo es su trabajo y con ese Alfa, tener que drogar a una chica debió de ser lo más tranquilo que ha hecho en su vida. Con ese traje entallado y altura, podía fácilmente imaginarlo poniendo cadáveres en baúles de autos para luego tirarlos a algún río.

-No iré a la oficina.- Respondí tercamente.- Prefiero esperarlo aquí.

Procedí a cruzarme de brazos e inclinarme contra la pared a su lado, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

-Discúlpeme señorita, pero el Alfa Chase ha pedido que vuelva a la oficina, creo que sería mejor que lo hiciera.

Sus palabras me enfurecieron, no porque lo haya dicho de manera condescendiente o mandona, pero porque había un deje de súplica en su voz. Si el Alfa le pedía que hiciera algo y yo me rehusaba, ¿podía él forzarme ahora que yo era la Mate de Ryan? Y si me rehusaba, ¿metería a este hombre en problemas?

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora