La Cueva

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Con los gritos de Jason todavía resonando en mis oídos, soy guiada por el Alfa y sus Betas hacia el instituto.

Tengo mil preguntas en mi mente, todas clamando por mi atención al mismo tiempo y eso hace difícil que me concentre para poder formular alguna en voz alta. Con tantas preguntas sin resolver y sin saber yo siquiera por donde comenzar, no ofrezco resistencia cuando los guardias me llevan por los jardines, sin embargo la mano del Beta Stevens se mantiene aferrada a mi hombro con fuerza como si me fuera a escapar en cualquier momento.

Me doy vuelta en la dirección en la que desapareció Jason, como si con solo hacerlo el se fuera a materializar allí y yo podría ver que él estaba bien. Que no le habían hecho daño. Pero apenas puedo ver un atisbo de las altas paredes del edificio por el cual los guardias se lo llevaron cuando Stevens me gira bruscamente y no me queda más remedio que seguir caminando hacia donde sea que me llevan.

Lo primero que noto al entrar nuevamente el edificio son dos cosas:

Primero, que no entramos por donde yo creía. Por algún motivo asumí que me llevarían a la oficina del Alfa a disciplinarme o a la habitación abarrotada de los Delta, también para disciplinarme. Pero para ello tendríamos que tomar la entrada oeste, en lugar de eso estamos yendo por una entrada lateral que casi nadie utiliza. Yo apenas la he usado algunas veces para entrar a las cocinas periféricas, pero esas sólo se trabajan cuando el instituto recibe otras manadas y se ponen en uso las pequeñas habitaciones calurosas para dar abasto con todo el trabajo, y no tengo idea de porque nos dirigiríamos allí en este momento.

Segundo, que el instituto está completamente vacío. A donde quiera que vamos, por todas las salas no se escucha nada más que un silencio sepulcral. Agudizo el oído y solo puedo escuchar unas pocas personas cerca de mí; escucho los latidos y la respiración de los guardias aquí y en otras habitaciones circundantes, pero nadie más. Si hay otros Lobos en el instituto, deben de estar en las salas especiales a prueba de sonido.

Eso es si de hecho hay alguien en todo el edificio.

El silencio me inerva. Hace menos de diez minutos el instituto estaba tan lleno de vida como siempre, yo misma lo había visto y en menos de un segundo pareciera que todos fueron evacuados.

Sea lo que sea que esté pasando, no puede ser bueno.

Aun en silencio, el Alfa y sus Betas giran por un pasillo que yo no había visto y comenzamos a descender unas empinadas escaleras talladas de la tierra misma.

El angosto pasillo subterráneo está completamente oscuro y el húmedo y caliente aire tiene un deje de un olor desagradable que no puedo identificar.

¡La va a matar!

Recuerdo los gritos desesperados de Jason, el dolor y la angustia en sus ojos cuando intentaba suplicar con su padre en vano y me detengo, aterrorizada. Las manos me sudan y el corazón se me desborda, esto no va a ser una simple reprimenda como las otras veces que Jason sin querer me había metido en problemas. Esto era algo verdaderamente grande.

-¡Vamos!- Stevens me empuja y casi tropiezo, causando que mi corazón lata más fuertemente. -¡Muévete!

-Oye,- Es la voz de Jamison delante nuestro y lo escucho subir las estrechas escaleras para llegar hasta nosotros. -Yo la llevaré.

Sin reparar en cuidados o sutilezas, Stevens me empuja hacia el otro Beta y rápidamente continúa bajando con agilidad en la oscuridad. Jamison me atrapa antes de que pueda caerme y me endereza.

-Tranquila pequeña.- Me susurra por lo bajo para que los otros no puedan oírnos y me aprieta afectuosamente el brazo. A pesar de su contextura grande y su voz extremadamente grave, Jamison siempre me ha parecido una figura paterna... aunque debo de admitir de lo más extraña. Apenas hablábamos, pero siempre que nuestros caminos se cruzaban el me saludaba o se ofrecía a ayudarme cuando tenía que cargar algo pesado. Intento calmarme, segura en el conocimiento de aunque no sé que ocurre, si Jamison está aquí no puede ser tan malo, ¿Verdad?

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora