El Paseo

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El aire placenteramente cálido susurraba a través de la ventana abierta del auto y di la apariencia de calmado desinterés mientras observaba el camino que Sacha tomaba para ir de la asilada casa de playa a la ciudad.

Estábamos, según Sacha me había confesado, en Los Ángeles.

Aparentemente la playa en donde nos alojábamos estaba ubicada en un gran terreno a las afueras de la ciudad para asegurarse privacidad. La gran extensión de tierra y la enorme cerca electrificada de cemento que rodeaba a la totalidad de la propiedad ayudaban a mantener a personas curiosas, o enemigos, lejos.

Al estar las dos solas en el auto, alejándonos cada vez más de la casa volví a preguntarme por enésima vez si Jason estaría bien y recordé la cadena de eventos que ocurrió desde que salí de la oficina del Alfa, tratando de aparentar que podía hacer lo que me plazca, pero siempre sabiendo que, a pesar de mi actitud testaruda no me quedaría otra opción más que obedecer sus órdenes.

Si la opción estaba entre mantener la apariencia de libertad al desafiarlo y la vida de Jason, elegiría su vida sin parpadear en cada momento. El Alfa lo sabía, y eso me molestaba más allá de lo posible. Sabía que mientras Jason estuviera conmigo él sería la ficha que el Alfa utilizaría para manipularme. Pero si no estaba conmigo, si no lo tenía cerca para verlo y asegurarme de que estaba bien, entonces pasaría mis días preguntándome si estaba a salvo.

Lo sé porque así es como me siento ahora que he salido de la casa y Jason se ha tenido que quedar atrás por sus heridas.

Sólo tuve segundos para explicarle lo que sucedía y con la curadora en la habitación todavía trabajando en sus heridas y Sacha esperando en el marco de la puerta tratando de fingir que nos daba un poco de privacidad, la hazaña se había complicado.

-¿Acaso estás demente?-me había susurrado, ojeando a Sacha con una mezcla de disgusto y desconfianza.- No puedes ir a ningún lado con esta gente, no sabes lo que podrán hacer.

-Me aseguraron que nada te pasará mientras yo no esté.- Mi tono dejaba entrever que yo tampoco confiaba en absoluto en las promesas del Alfa, pero a pesar de que la presencia de Sacha era considerablemente menos amenazadora que la de su primo, tanto así que era fácil olvidar nuestra posición como prisioneros aquí, jamás podría olvidar que era él el que movía los hilos y que si el Alfa quería algo, desobedecerlo tendría consecuencias caras.

-Eso no es lo que me preocupa,- repuso en un tono de voz más bajo, inclinándose hacia mí. Yo me paralicé, estaba la Beta organizando los suministros usados a tan sólo dos metros nuestro, sin mencionar a la prima del Alfa en la puerta, pero Jason no pareció notarlo. Esa había sido siempre nuestra dinámica, él haciendo lo que quería y yo siempre atenta para que los dos pudiéramos pasar desapercibidos; después de todo él no se tenía que preocupar por las consecuencias de sus jugarretas, pero yo sí.

-Me preocupa que vas a estar con esa mina y te va a llevar a no se sabe dónde para hacerte quien sabe que.- Sus ojos dorados se encontraron con los míos y estaban llenos de preocupación.- Tengo miedo de que no regreses.

Su preocupación por mí me conmovió, sonreí y tomé su mano.

-Estaré bien,- le aseguré en un susurro, deseando que yo pudiera creer mis palabras.- Es sólo que si no voy... tu sabes cómo puede ser ese tipo- Él asintió y el odio por el Alfa estaba todavía presente- Sólo serán un par de horas, como mucho.

Yo sólo podía rogar y rezar para que cuando volviera... si volvía, todo estaría exactamente como lo había dejado y eso incluía a Jason vivo y moderadamente a salvo.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora