Un Monumental Dolor de Cabeza

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Esto de ser secuestrada ya me tiene podrida.

Cuando despierto, vuelvo a sentir un matador dolor de cabeza pero esta vez sé que no está causado por drogas, sino por el fuerte golpe que recibí en la cabeza cuando intenté escapar.

—Maldita sea—murmuro, las palabras escapándose de mis labios secos y me sorprendo cuando escucho una respuesta.

—Bien, ya estás despierta.

No necesito abrir los ojos para saber a quién pertenece esa voz.

—Y tú estás aquí Sammara,—digo parpadeando lentamente aunque por suerte la luz es tenue.— No me sorprende. ¿Te pusieron en el puesto de vigilancia otra vez?

Miro rápidamente a mis alrededores y lo que si me sorprende es donde estamos.

—Esto es un avión.—Mi voz en contra de mi voluntad suena sorprendida. Mi mirada vaga por todo el lugar, notando los lujosos detalles del interior del avión. Estaba sentada en un mullido asiento tapizado en una tela suave al igual que la de Sammara, pero entre nosotras había una mesa plegable que salía de la pared. Escucho más gente alrededor nuestro, pero en el momento en que intento darme vuelta mis ojos se detienen en las sogas que tienen atadas mis muñecas, pero eso no es nada que no me esperara ya por lo que me dedico a recorrer con la mirada el resto del avión. No es como me lo imaginaba por las fotos que he visto y las imágenes en televisión de largos pasillos con muchos asientos contiguos, este avión es enorme y grita lujo.

—Un jet, en realidad pero cumple el mismo propósito— Replica ella. Noto que se ha cambiado de ropa, su pelo castaño está atado en un rodete simple y lleva unas calzas negras con cierres metálicos a los costados, unas botas negras de combate y una remera suelta gris.

—¿Adónde me llevan?

Ella se inclina en su asiento enfrente al mío, mirándome con atención.

—Lejos de él, para que no pueda volver a tenerte.

—Ah,—murmuro, es claro que esto de intentar ser misterioso corre en la familia.—¿Pero no me dirás donde está ese lugar seguro, verdad?

Sammara me dedica una sonrisa de labios apretados.—No. He descubierto que tienes una facilidad para arruinarme los planes así que prefiero no decirte nada hasta que sepa que confías en mi.

Iba a tener que esperar un muy, muy largo tiempo.

El silencio se mantiene entre nosotras, expandiéndose y ganando espacio hasta que juraría que lo puedo sentir respirar como un ser vivo. Finalmente no puedo soportarlo y mi curiosidad me gana, las preguntas que he tenido dándome vueltas en la cabeza este tiempo deslizándome de mi lengua.

—Fuiste tú la que le dejó ese celular a Jason, ¿verdad?

Sammara se había dedicado a mirar por la ventanilla que estaba de su lado a un paisaje que yo no podía observar porque la mía estaba bloqueada, pero cuando hablo parece salir de su ensoñación y me mira confundida.

—Si.—Responde simplemente, sin explicación ni disculpas pero por algún motivo su carácter franco me relaja, mejor que estar lidiando con ese acto de bicho misterioso que ponía antes.

Estaba segura de que había sido ella, después de todo había estado en la casa todo ese tiempo y al hacerse pasar como Delta se había asegurado de que nadie le prestara atención; era el perfecto disfraz para pasar desapercibida. Ahora tenía la confirmación, pero no estaba segura de que hacer con eso.

—Casi nos matan ese día.— Digo porque no se que decir y porque es cierto.

—Eso fue culpa del idiota ese que se hacía llamar tu amigo. Se suponía que debía de llevarte afuera donde un auto te estaría esperando y sin embargo salió solo.—Su voz suena amarga y colérica y me sorprende.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora