El Alfa

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El plan, como lo describían debería de ser sumamente simple y sencillo. Yo iría con el susodicho Alfa, me ganaría su confianza, obtendría acceso a una forma de comunicarme (ya sea teléfono público, celular o computadora) y le daría la información necesaria al Alfa Rogers para atacar (ubicación principal del Alfa y su manada, cantidad de Lobos, horarios y rotaciones de las guardias... lo cual yo debería de adquirir de alguna mágica manera).

Claro, todo eso sonaba increíblemente fácil para ellos pero tampoco ninguno de ellos fueron amenazados en una habitación subterránea de tortura y obligados a prostituirse ante un Alfa pervertido.

El Alfa Rogers se aseguró de explicarme en un tono de voz dulce y lento que me hacía creer que yo era un poco tonta, que todo estaría bien y como planeaba que todo el proyecto se desarrollaría. Por supuesto que obvió el hecho de que yo no tenía absolutamente ninguna opción en el asunto, sin importar sus promesas.

Sabía muy bien que lo que había dicho respecto a Jason, que los dos podríamos estar juntos, no era más que una trampa para conseguir mi consentimiento, para engañarme a cooperar con este trato del que jamás quise formar parte pero que de alguna forma quedé involucrada.

Pero cuando la elección se reducía a creer sus mentiras o aceptar la muerte segura, ¿Qué opción tenía?

No fue hasta que había salido de aquella horrible Cueva del horror. Hasta que había podido por fin levantarme de esa tortuosa silla y de las revelaciones que habían sucedido allí, que el Alfa decidió tirarme otra bomba.

-Iremos a mi oficina.- Dijo el poniendo una mano en mi hombro que me hizo encoger de miedo. El Alfa rara vez me había tocado y cuando lo hacía, no era gentil al respecto.- Él ya nos está esperando.

-¿Ahora?- Sorprendida y más que un poco aterrada volví a repasar mis opciones y que chances tenía de escape, un hábito adquirido con el tiempo, hasta que recordé que mis opciones era o ser la esclava de un pervertido morboso, o ser torturada por mi Alfa (otro pervertido morboso) y luego ser entregada igualmente al otro Alfa.

Definitivamente mis opciones jamás se habían visto peor.

Me dije a mi misma que podía hacer esto, que debía de hacerlo ya que era mi única opción y que si lograba hacer algo bien, pueda que todo este infierno termine rápidamente. Pero a pesar de mis intentos de motivarme, mi corazón latía ferozmente y un sudor frío me recorría por todo el cuerpo. Cuando intenté volver a caminar, un acto reflejo cuando el Alfa comenzó a apresurarme porque me había quedado helada, descubrí que mis piernas se habían quedado fijas en su lugar y se negaban a responderme.

-Por Dios, que cobarde.- Remarcó Stevens y más de un beta soltó una pequeña carcajada. Maldito bastardo. Ya lo quisiera ver a él en mi posición, a merced de un loco sádico a ver si sería tan valiente o si estaría con el rabo entre las patas como el cobarde que es.

-Vamos Delta.- Me dijo Jamison de manera fría y autoritaria y los otros Betas continuaron su camino. Pareciera que finalmente había perdido la paciencia conmigo, pero la manera en que me tomó del brazo, tan gentil y paternal, me dijo que sólo estaba fingiendo para los otros Beta. Sujetándome fuertemente de su brazo y con su ayuda pude dar un paso, y luego otro hasta que lentamente estábamos todos ascendiendo las lúgubres escaleras, alejándonos del terror detrás nuestro.

Cuando por fin habíamos abandonado las empinadas escaleras que llevaban a la Cueva y entramos en la cocina periférica que habíamos usado para entrar, entonces y sintiéndome un poco más segura, o por lo menos como que no me iba a desplomar o huir si me dejaban sola, me solté del brazo de Jamison pero logré hacer cinco pasos antes de tropezarme con el irregular piso de piedra de la cocina por lo que tuve que agarrarme de la mesada para no desparramarme en el suelo.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora