La Sorpresa

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Examino al Alfa, todavía con la boca abierta. Puedo jurar que es el extraño del bosque y aun asi, hay un detalle que resalta a la vista. Sus ojos ya no son verdes como los míos, sino amarillos como los de cualquier Alfa. Pero, ¿Cómo era eso posible?

-¡Eras tú!- Finalmente, mi exclamación toma a todos por sorpresa, al Alfa Rogers, a Jamison y a los demás Betas. A todos menos al extraño del bosque que me mira con una sonrisita de satisfacción.

¡Demonios pero que lenta he sido! ¿Acaso Jamison no me había develado que el extraño con quien me había encontrado era un Alfa? Eso explicaba como un Lobo desconocido podía estar merodeando en el Bosque, en nuestras propias tierras ,sin ningún problema. Si realmente había realizado esa estafa legal, entonces tendría sentido que pudiera entrar y salir como le plazca y el Alfa Rogers no podría hacer nada al respecto.

Hablando del diablo, el Alfa me está mirando como si quisiera despellejarme viva... lo cual no dudo que quiera hacerlo y probablemente lo intentaría si no hubiera tanta gente presente y mi sangre no le arruinara su cara alfombra.

-¿Lo conoces?- Pregunta con ira apenas contenida. Ya me imagino lo que debe de estar pensando, que lo he traicionado, que lo he planeado con antelación. Pero a pesar de haber conocido a este Lobo hoy más temprano en el día, aun así no tengo idea de quien es o porque pediría por mi.

-Conocí a Kristal hace unas horas, cuando estaba realizando un patrullaje de mi propiedad.- Respondió el extraño con más de un deje de arrogancia. Era claro que amaba el hecho de poder refregarle en la cara al Alfa Rogers que esta ya no era su tierra.

-¿Es por eso que pediste por mí?- Pregunto incrédula, echándome hacia atrás. El Alfa estaba a punto de hablar y lo he interrumpido por lo que me manda una mirada letal, pero en este momento mi desobediencia me importa poco; estoy muy confundida y desorientada como para preocuparme por el protocolo. Solo quiero respuestas, quiero entender que está sucediendo.

Lo miro de pies a cabeza. Claramente no es un gordo sin pelo y decrépito, apenas si debe de tener unos veinte y pocos. Es claro que podría tener a cualquier persona que quisiera y seguramente la mayoría de las chicas en este instituto se le tirarían a los pies... entonces, ¿Por qué pedir por mí?

Me fijo nuevamente en sus ojos amarillos, ¿Cómo podrían haber cambiado de color cuando yo estaba segura de que en el bosque habían sido verdes como los míos? ¿Acaso me estaba volviendo loca?

-Tengo mis razones.- Respondió de manera criptica, encogiéndose de hombros.- Eso no es importante y no tengo tiempo para discutir nimiedades.- Lo mira al Alfa Rogers.- ¿Confío en que has hecho lo que te pedí?

El Alfa sonríe de manera apaciguadora, pero he vista esa sonrisa falsa muchas veces, en sus discursos políticos, cuando les promete a los empleados que un aumento salarial está por llegar y hasta a su propio hijo, cuando le dice que confía en él. Es claro que le está ocultando algo.- No se preocupe, me he ocupado de todo.

El otro Lobo, ignorante ante la falsedad en Rogers, asiente aparentemente complacido.

-Espera,- digo mirando entre los dos, insegura de que es lo que quiero decir pero sintiendo que mi tiempo se acaba y que no estoy lista todavía para irme y descubrir que es lo que me depara.- Esto no tiene sentido, de todas las cosas, ¿Por qué pedirías por una Delta? Podrías tener a cualquiera.

-¡KRISTAL!- El grito del Alfa rezumbó por las paredes de la oficina y me encogí del susto ante semejante estruendo. Jamás lo había visto tan furioso y si parecía que quería depellejarme antes, ahora parece listo para crucificarme y colgarme en la pared para que todos vean. Pero a pesar de su advertencia, parece que el daño ya está hecho hecho.

-¿Delta?- Preguntó el joven Alfa, mirándolo a Rogers con ojos fríos.

Oh oh. Ahora comienza a tener sentido.

Me había preguntado porque este Alfa extraño tomaría una Delta, una simple sirviente cuando tranquilamente podría tener a cualquiera que quisiera. Pero tenía mucho más sentido si Rogers jamás le hubiera dicho que lo que realmente le estaba dando era una chica Delta, la más baja de las castas.

Pero claro, este extraño puede que le haya pedido a Rogers que le diera a la mejor de sus mujeres, a una Beta de alta alcurnia como Candace, alguien a quien agregar a su harem o lo que sea que tenga para presumir ante los demás (¿Sino porque pediría por una hembra siquiera? Seguro que hace lo mismo con todas las manadas, el maldito infeliz), pero...¿Por qué el Alfa Rogers sacrificaría a una de sus mujeres ante este estafador cuando podría darle una sirviente insignificante en su lugar? ¿Una Delta que nadie extrañaría y que podría ser fácilmente reemplazada?

El Alfa intentó arreglar las cosas. Levantando ambas manos en un gesto conciliador, dijo-Mira esto no es lo que parece...

-No me interesan sus palabras vacías.- Escupió el Alfa con veneno.-Ya escuché lo que necesitaba.

Con dos largas zancadas de sus largas piernas, cruzó la habitación y llegó hacia donde estaba, tomando de mis manos y tirándome hacia su lado.

Dejé soltar un gritito de dolor, tanto por la sorpresa de que me agarrara tan de repente, y porque sus fuertes manos al tomar las mías, habían apretado mis palmas adoloridas por la caída que había sufrido hoy en el jardín.

El Alfa me soltó como si le hubiera dolido a él mismo y con una delicadeza que no hubiera creído posible, toma nuevamente mis manos y examina mis palmas cortadas.

-¿Quién te hizo esto?- Me pregunta y sus ojos intensos se clavan en los míos, haciendo que desvíe la mirada. Durante toda mi vida, he aprendido que jamás debo de mirar a un Alfa a los ojos pero eso no es lo único que me lleva a evitar sus ojos. Hay algo en su mirada, tan profundamente intensa que me altera. Es como si me conociera, como si con sólo mirarme podía saber algo de mí que hasta yo misma ignoraba y eso despertaba un millar de emociones confusas dentro mío.

-Nadie.- Le digo con la voz baja, asustada y avergonzada al mismo tiempo.-Me caí.

El hace un sonido de incredulidad en lo profundo de su garganta, pero es la verdad o por lo menos la mayor parte. Si me caí cuando Jamison me tiró al piso durante nuestra escapada con Jason, pero no es como si lo hubiera hecho a propósito por lo que prefiero evitar mencionarlo. Algo me dice que si no lo hiciera, las cosas se pondrían muy feas.

-Oh Kristal,- Dice Jamison y lo miro con los ojos grandes, rezando para que no diga nada.- Eso fue cuando te detuve, ¿Por qué no dijiste que estabas herida?

El joven Alfa por un momento no dice nada, pero puedo sentir el aire enfriarse alrededor nuestro y sus manos se mantienen fijas en las mías. Siento el terror alzarse en mí como nunca antes y levanto la cara para verlo, sus ojos amarillos fijos y observando a Jamison. Su cara es ilegible pero no puedo evitar sentir su rabia como si fuera la mía propia.

-¿Tú le hiciste esto?- El Alfa pregunta tranquilamente. Su voz es demasiado calma y se me erizan los vellos del cuerpo ante la nota amenazante en ella.

-Sí,- replica Jamison sin prestarle atención a la manera en que la habitación se ha callado.- Tenía órdenes de detenerla y...

El extraño del bosque sacó un arma de su costado más rápido de lo que pude parpadear y la habitación se volvió ensordecedora con el estruendo de dos disparos.

Para cuando di vuelta la cabeza hacia Jamison, el yacía desplomado en el suelo.

Les agradezco mucho el que hayan leído! Y... Que les ha parecido el Alfa? *inserta risa maléfica*

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora