Aaron

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Cuando abre la puerta, Sammara alcanza a ver a Aaron escurrirse dentro del baño. Sus ojos dorados lo siguen todo el trayecto, impasibles pero no dice nada.

Una vez que el pequeño se ha escondido, hablo:

—Le cortaron la mano—la miré con asco, mis puños apretándose contra mi estómago.

Ella parpadeó como si estuviera sorprendida y su mirada se entretuvo entre el oscuro recoveco donde se ocultaba Aaron y mi figura arrodillada en el suelo.

—¿De qué otra manera iba a creernos ese Klaussen de que teníamos a su hermano?—Replica, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Oh, vaya ¡no sé!—exclamo con falsedad, asqueada a que se lo tome con tanta naturalidad. Un pobre niño que ni siquiera tenía diez años, ¡y le habían cortado la mano!—.Tal vez mandarle una foto hubiera bastado, ¿o que tal esto? No lo hubieran secuestrado y punto.

Ella hace un gesto con la boca y deja caer el bolso gris que llevaba al hombro en la cama, abriendo el cierre y comenzando a sacar cosas.

—No seas tonta, una foto no hubiera alcanzado para que entendiera la gravedad del asunto. ¿Qué íbamos a hacer, sacarnos todos junto una foto en el parque con el niño?—No puedo creerlo, es como si realmente estuviera considerando lo que dije, como si no viera el horrible acto que habían cometido. Pero, ¿por qué me sorprendía? Ryan me había dicho de lo desalmados que eran, ¿sólo porque podrían ser mi familia yo esperaba que fueran decentes? Era claro que a estas personas les faltaba un alma, era un alivio que no me haya criado con ellos o bien me podría haber ido peor que con Rogers. Mientras hablaba terminaba de vaciar el bolso el cual tenía lo que parecía ser un kit medico de caja plástica con una pequeña tijera, gasas, agujas e hilo, bastante inofensivo en sí pero también sacó un gran cuchillo y un sándwich envuelto en papel film. El amenazador brillo del cuchillo parpadeaba desde el desgastado edredón y yo esperaba que fuera para cortar el sándwich... o mis sogas. Cualquier cosa menos a Aaron o a mí.

—Además,—continuó ella, abriendo el pequeño kit médico y sacando las gasas— no es como si se hubiera preocupado lo suficiente.—Subió el volumen de su voz y supe que lo hacía para que Aaron la escuchara y prestara atención.—Incluso después de que le enviamos la mano cercenada de su hermano no se lo tomó tan en serio como debería, es por eso que su madre tuvo que ser la siguiente.—Por fin logró abrir las gasas, tomó un pequeño frasco gris y el cuchillo y caminó hacia donde estaba, arrodillándose enfrente mío.— Si me lo preguntas, ese Ryan es bastante desalmado, incluso para nuestros estándares.

—¿Ah, si?—Pregunto, actuando como si el cuchillo no me asustara, aunque Sammara lo manejara amenazantemente cuando tomaba mis manos y comenzaba a cortar la cuerda que me ataba—.¿Y qué es lo que hizo que no se lo "tomó en serio"?—Hago énfasis en aquellas últimas palabras, porque siento que esta chica o se hace la tonta o de repente ha decidido ignorar mi sarcasmo.

—Se negó a cumplir con nuestras demandas.—Repuso ella tranquilamente, tomando una de las gasas y empapándola con el líquido marrón que salía del tubo. Me preparé para el ardor cuando la tela empapada tocara mi carne expuesta, pero no vino y Sammara se dedicó a limpiar en profundidad los cortes. Eso si dolió.

—¿Y cuáles eran sus demandas? "¿Entrega todo o se mueren todos?"

Sus ojos se posaron en mí con desapruebo antes de volver a su trabajo—.Básicamente—respondió de manera seca.

—¡Vaya! Me pregunto por qué lo habrá hecho. Especialmente cuando todos saben que negociar con terroristas es una idea tan genial.—Mi voz derrochaba sarcasmo y podía ver que a Sammara no le gustaba. Se levantó de un tirón y yo hice lo mismo, nuestras miradas engarzadas en una competencia silenciosa.

—¿Realmente te trataba tan bien para que lo defiendas tanto?—Se queja ella, furiosa pero puedo ver que en sus ojos, aunque poco, hay dolor. Con mis manos por fin libres las coloco a mis costados y hablo honestamente.

—Me trataba mejor de lo que ustedes lo hacen. O de lo que Rogers y su manada lo hacían. A pesar de todo, es quién me ha mostrado más amabilidad en mi vida.—Me doy cuenta mientras lo digo de la sinceridad de mis palabras, y ¿vaya si no es eso deprimente?

Sammara me observa una vez más y de un manotazo toma todas las cosas que trajo menos el sándwich, las tira en el bolso y se va, trabando la puerta en su camino.

Espero unos minutos para ver si ella o alguien más vuelve. Aaron se ha quedado en el baño pero lentamente lo veo emerger de allí y acurrucarse en un rincón de la habitación, sus ojos vigilantes alternándose entre la puerta y yo, inseguro de donde viene el peligro. Lo miro con lástima pero no intento acercarme por miedo a asustarlo, como a un pajarito y comienzo a desenvolver el sándwich de su pequeño envoltorio y lo examino en busca de veneno o alguna otra sustancia nociva. Parece ser un sándwich de gasolinería con jamón, queso tomate y lechuga pero más allá de eso, no parece tener nada malo.

Pasa media hora, o lo que me parece a mí que es media hora ya que no tengo reloj o forma de contar el tiempo aquí, cuando me confío de que Sammara no regresará y, con mucho cuidado, corto con mis dedos el sándwich a la mitad. Tomando la pieza más grande se la ofrezco a Aaron.

El pequeño ve la comida con ojos hambrientos, pero sigue habiendo desconfianza allí y mi corazón se encoje ante lo que este niño debió de haber sufrido para transformarse del Aaron de sonrisa contagiosa de la foto, a este pequeño que le teme a su propia sombra.

—No tiene nada, ya lo he examinado yo pero tú también puedes hacerlo—me pongo de pie y lentamente me acerco a él. Aaron me mira todo el trayecto, observándome cuidadosamente por si realizo algún movimiento amenazante pero me detengo a unos pasos y con mi mano le extiendo el sándwich, más cerca para que pueda tomarlo pero todavía lejos para que fuera su elección. El pequeño mira entre los dos y extiende su brazo sano para tomarlo, yo vuelvo a sentarme en la cama ocupándome de mis asuntos comiendo. Supuse que si lo observara mucho lo molestaría y después de unos segundos, veo por el rabillo del ojo como le da un pequeño mordisco y al comprobar que es seguro, se lo devora en dos bocados más. Pobrecito, no está famélico pero seguro que no está bien alimentado. Quería darle el sándwich entero, pero no como desde hace un día y comienzo a sentir los efectos de la baja de azúcar y no puedo permitírmelo, debo de mantenerme fuerte si queremos tener una esperanza.

Ya ha pasado bastante tiempo, si Sammara se iba a dar cuenta de lo que tomé, lo habría hecho antes. Una vez que termino mi pedazo de sándwich, saco de la cintura de mi pantalón lo que tomé cuando ella estaba muy molesta; las tijeras quirúrgicas del kit médico. No son la gran cosa, pequeñas y delgadas cuchillas, pero por lo menos son algo.

—Las tomaste— Aaron por primera vez se olvida del miedo y se acerca a mí, asombrado—. Eres rápida,—comenta con una pequeña sonrisa— ni siquiera lo había notado.

—Por suerte Sammara tampoco lo ha hecho.—Comento actuando normal, temo que cualquier movimiento que haga lo vuelva a asustar.

—¿Qué piensas hacer con ellas?— Aaron se acerca a la cama, mirándome. Todavía no se atreve a acercarse a mí, sino que prefiere mantenerse cerca de la pared, pero es un buen avance.

—Todavía no estoy segura, pero es un comienzo.

—¿Comienzo de qué?—Inquiere él extrañado.

Lo miro con una sonrisa.

—De nuestro escape.


Siento que debería de pedir disculpas por Aaron! Los comentarios han sido de horror ante lo que le sucedió pero... bueno, no por nada esta familia era tan temida ¿verdad? Cuando lo pensaba, no creía que le iban a tener piedad sólo por ser un niño, para ellos es negocio y jugarían con las emociones de Ryan de esa manera.

Pero ya casi 100K! Es una locura!!! Muchas gracias a todos y perdón como siempre de dejarlos colgados :/ 

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora