Cautivos

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Cuando el avión finalmente descendió me taparon los ojos, para que no supiera adonde íbamos.

Luego de mi conversación con Sammara pasé varios minutos en silencio, contemplando lo que me había dicho. Mi corazón, a pesar de que quería convencerme de que no me importaba ya, se retorcía ante lo que Jason había hecho. Después de todo lo que yo había sacrificado por él, mi amigo estaba listo para abandonarme a las garras del Lobo, literalmente, porque se había convencido de que yo no valía la pena ser rescatada. Intento recordar todo lo que hice cuando estuvimos allí, cada momento que pasamos y conversación que tuvimos pero con excepción de aquella noche en la playa con Ryan, no entiendo por qué Jason se convenció de que yo ya no valía nada para él.

¿Podría haber mentido Sammara? Era una posibilidad, podría habérmelo dicho para que no quisiera volver con Jason y confiara en ella...Pero recordaba la cara de disgusto que Jason había puesto cuando me quise negar a sus planes, cuando me dijo que si no iba con él entonces sabría que pertenecía a Ryan... y dudaba que en eso, Sammara haya mentido.

Mientras meditaba una mujer, la misma que había visto cuando corríamos por las escaleras el momento que Ryan atacó su escondite, vino hacia mí y sin emitir palabra alguna abrochó mi cinturón de seguridad y se sentó en donde había estado Sammara, colocando su cinturón en su lugar. Pasaron varios minutos donde la mujer no realizó el menor intento de empezar una conversación ni nada por el estilo, cuando el avión en poco tiempo comenzó a descender; fue una experiencia de lo más extraña, mis oídos se taparon y por un momento fue como si la gravedad desapareciera hasta que por fin el Jet se enderezó lentamente hasta llegar a alguna pista, o eso suponía ya que yo no podía ver nada.

Cuando el jet por fin se estabilizó escuché las personas detrás de mi levantarse de sus asientos y comenzar a moverse. En ese momento la mujer sentada delante de mí se levantó y tomo una pequeña bolsa que llevaba en el bolsillo de dónde sacó un antifaz. O por lo menos eso me parecía a mí, era como esa clase de cosa que la gente se pone sobre los ojos para dormir, hasta tenía bordadas unas pestañas simulando ser ojos cerradas en ella. ¿Pensaba dormir en este momento?

Pero no, cuando quise mirarlas más de cerca la mujer ya se había acercado a mí y me la puso sobre los ojos, el elástico ajustándose suavemente detrás de mi cabeza.

—¿En serio?—Casi me largo a reir, pero me contuve. Esto ya se estaba pasando de ridículo.

—Es para que no sepas por donde vamos, son ordenes.— Replica la mujer pero no respondo ni insulto, ya para este momento estoy cansada de estas tonterías y dejo que me desabroche el cinturón de seguridad y me levante del asiento.

Bajamos del jet por una escalera, siempre siendo guiada por la mujer que me vendó, llevándome agarrada del brazo. Ni bien salimos fuera del enorme tubo presurizado sentí el gélido aire mordiéndome la piel y me enderecé de inmediato. No sabía donde estaba, pero seguro que ya no era Los Ángeles. La mujer me llevó hacía un vehículo que sonaba enorme y por el ruido que hacían las puertas asumí que era una especie de combi ya que suelen ser las únicas que tienen puertas corredizas. Ella me ayudó a subir y sentarme y apenas tuvimos que esperar a que más personas entraran y se ubicaran antes de que la puerta fuera cerrada nuevamente rápidamente y el vehículo arrancara.

Durante todo el trayecto intenté escuchar algo, alguna conversación o sonido que me pueda decir donde estaba o hacia donde nos dirigíamos, pero nadie emitía sonido y la carretera que recorríamos sonaba desierta.

El trayecto fue largo. Yo iba sentada y por la anticipación me mantuve alerta la mayor parte del tiempo, mi espalda erguida y mi adrenalina sin disminuir pero lo mismo no se podía decir de la gente que iba conmigo. Escuchaba a por lo menos seis personas incluyendo al conductor y todas en algún momento cambiaban de posición o escuchaba sus articulaciones crujir cuando se estiraban. Parecían estar incomodos, pero aún así nadie se quejaba, ni siquiera sabía si Sammara estaba conmigo o si había más gente en otro auto. Con la venda era difícil saber, pero no me sorprendería si me dijeran que estuvimos allí arriba por un par de horas.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora