Los Dobrovsky

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Aquella noche fue una de las más largas de mi vida.

Más larga incluso que aquella primera aquí, cuando recién había llegado a la casa de la playa y temía que el Alfa viniera a reclamarme como su Mate. Me había pasado aquella noche en vela y aterrada y esta noche no era distinto, excepto por un pequeño detalle; ahora temía tanto por Jason como por mí.

Recuerdo nuestra primera conversación en días luego de haber causado su encierro, y no puedo quitarme de la mente la imagen de aquel celular escondido o la esperanza en sus ojos. Había hablado con su padre y tenía un plan que estaba seguro que funcionaría, pero yo había visto demasiados de sus planes e intentos de escape para saber que todos terminaban en fracaso.

Jason estaba bajo vigilancia constante las veinticuatro horas del día, nadie podía entrar ni salir sin el consentimiento del Alfa, ¡ni siquiera Sacha había podido dejarme entrar sin preguntarle! ¿Cómo podría haber sido infiltrado un celular, un medio de comunicación tan precioso, sin que el Alfa no supiera nada al respecto? No podía, y ese era el problema.

Temía que este nuevo plan no fuera nada más que una prueba del Alfa, un test para saber si, llegada la oportunidad la tomaría e intentaría escapar de aquí. Era una locura y altamente rebuscado,¿ por qué dejaría el Alfa que Jason se contactara con su padre? Eso solo suponía un riesgo para él, y sin embargo no se me podía ocurrir ninguna otra teoría.

Apenas había pasado un día desde que había mandado mi mensaje al Alfa Rogers, no sería el tiempo suficiente para para llegar hasta aquí y divisar una manera de entrar sigilosamente a la mansión... la cual no sólo estaba rodeada por una cerca a prueba de lobos pero también estaba vigilada constantemente por guardias con turnos rotativos impredecibles...

-¡Maldición!- Suspiré contra mi almohada, frustrada. Nada tenía sentido y para cuando los primeros rayos del sol salieron, yo no había podido pegar un ojo en toda la noche.

"Si no lo haces, entonces sabré que lo eliges a él y no a mí."

¿Cómo podía Jason creer eso? Apenas una lección de natación con el Alfa y ya era una traidora. De hecho, me sentía como traidora. Pero eso no significaba que ese plan no fuera una locura pero... si no lo hacía, entonces lo perdería a Jason y no podría vivir conmigo misma.

Estaba debatiendo entre intentar dormir un poco o irme a la ducha para seguir pensando cuando escucho un golpe a la puerta. Mi corazón se acelera, ¡debe de ser Jason! Ha logrado escapar de alguna manera y viene a explicarme lo que va a suceder... ¿o tal vez puede que nos escapemos ahora mismo? No sabía qué hacer, el riesgo era muy grande y temía que si tomábamos esta oportunidad caeríamos directo a una trampa.

Con pasos silenciosos y vigilando a los guardias en mi ventana abrí la puerta y mis ojos se abrieron en sorpresa.

-¿Tienes un segundo?- preguntó el Alfa en un susurro. Lo miré de pies a cabeza, estaba bien vestido, como siempre, pero su pelo no estaba peinado elegantemente hacia atrás como solía estarlo siempre, sino que parecía como si recién se hubiera levantado de la cama. Pero no parecía furioso ni nada por el estilo, por lo que asumí que no tenía idea de lo que Jason estaba planeando... a no ser que esta fuera otra trampa...

-Si.- Asentí y salí de mi habitación cerrando la puerta detrás de mí. Ser paranoica no me ayudaría en nada, pero hablar con el Alfa puede que sí, sea lo que sea que quiera. Comenzamos a caminar en dirección al comedor y yo me mantuve callada, observando todo a mi alrededor. En un momento nos cruzamos a Sammara y estuve a punto de saludarla cuando ella notó al Alfa y huyó silenciosamente en la dirección opuesta.

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora