Compañía

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Todavía no habíamos llegado a la cocina para que yo me diera cuenta de que ya no estábamos solos.

Escucho pasos y movimientos de alguien que no es el Alfa o algún guardia y me detengo, mis oídos atentos ante el susurro de telas y unos pasos livianos y ágiles. Sacha me pone una mano en la espalda dándome una sonrisa alentadora y ambas salimos a la cocina.

Allí hay una pequeña Delta, aparentemente muy ocupada con sus tareas para notarnos. Parecía haber sacado las sábanas de varias camas y en base a los elementos que tenía allí se estaba disponiendo a lavarlas, seguramente para tenerlas listas para los miembros que estaban por llegar ya que podía escuchar a por lo menos otros dos Deltas más en el lavadero adyacente. La joven era de piel clara y de mi aproximada contextura y altura, pero sus brazos eran sorprendentemente musculosos para una sirvienta. En nuestra manada los Deltas no obteníamos mucho alimento como para desarrollar músculos y no nos permitían hacer ejercicio tampoco, simplemente servir. Parece por eso y por la manera confiada en que la chica se mueve por la cocina que los Deltas de aquí son tratados mucho mejor que nosotros bajo el mandato de Rogers y no sé cómo sentirme al respecto.

En el momento en que la chica nos ve, sus ojos marrones que la señalan como la casta más inferior se clavan en el suelo y nos hace una reverencia sumisa como la misma que yo debía de hacer todos los días durante toda mi vida, y la cual me cuesta mucho todavía hoy tratar de no hacer. Sin pensarlo, tomo la canasta y le hablo.

-¿Precisas ayuda?

La Delta se levanta lentamente, mirando entre Sacha y yo, pero antes de que pueda decir nada la chica sacude la cabeza, toma sus cosas y huye silenciosamente en dirección al lavadero, donde seguramente se reunirá con las otras Deltas a hablar de mí en el momento en que no pueden ser oídas, algo clásico de nosotros.

-No puedes hacer eso.- Me susurra Sacha mientras pasamos por la cocina hacia el comedor donde el desayuno ya está servido.- Los Betas no ayudan a los Deltas, ellos no les hablan siquiera y mucho menos si eres la Mate del Alfa.

-Lo sé,- le contesté un poco más duramente de lo que debería. Sabía de primera mano que los Beta no hablaban con Deltas excepto para mandonearlos y el hecho de que ella me lo repitiera como si fuera ignorante me inervaba.- Se me escapó, ¿De acuerdo? Apenas ha sido una semana desde que estoy aquí, no es como si pudiera olvidar todo de un día para otro.

-Lo siento,- sonaba sincera mientras tomaba una naranja y la pasaba de mano en mano, incómoda.- Es sólo que... debes de ser más cuidadosa. Los errores que cometas se pueden explicar porque eres "Rogue" pero no significa que no se harán preguntas...

-Si claro, que nada prohíba que los súbditos del Alfa se enteren de que siguen a un maníaco que forzó a una delta a ser su Mate.- Siseé y Sacha calló inmediatamente, sonrojándose. Me sentí mal pero... las palabras de Jason resonaban en mi casa y a pesar de que me convenciera de que delatarlo al Alfa había sido lo correcto, no podía evitar sentirme culpable al respecto, como si lo hubiera traicionado verdaderamente.

Es como si quisieras estar aquí.

¿Acaso hacia lo correcto al hacer lo que el Alfa me pedía para mantenernos a ambos con vida? ¿O Jason tenía razón con su rebelión constante? Tal vez sería mejor morir como rebeldes que vivir toda una vida como esclavos.

A partir de ese desayuno Sacha y yo no hablamos mucho. Sentía la constante necesidad de pedirle disculpas pero lo único que me detenía cada vez era saber que mi ira, si tal vez no estaba excelentemente dirigida, estaba más que justificada. No debería de caminar en puntillas en caso de que el Alfa se enoje, y me enfurecía el hecho de que Sacha intentara volverme sumisa, aunque sea por mi propio bien. Después de todo, yo quería llegar a verla como una amiga pero... no podía olvidar que ella era mi carcelera. Más amable que su primo pero, carcelera al fin.

Sacha me había explicado que los Lobos que llegarían hoy serían sólo siete y eran aquellos que cumplían funciones fundamentales para el manejo de la manada y que le facilitaba el trabajo al Alfa, gente que mi antiguo Alfa Rogers tenía también como contadores, abogados, analistas etc. Todos aquellos que se encargaran de los negocios y la seguridad.

-Ellos vendrán hoy y en unos pocos días comenzará a llegar más gente. Apenas algunos Lobos que son más cercanos a Ryan.- Me había comentado Sacha repentinamente al terminar de desayunar.

-¿Sólo cuarenta?- Había preguntado yo sorprendida. Mi manada tenía unas seiscientas personas y era considerada una manada de tamaño pequeño. Cuarenta Lobos apenas si calificaba como tal.- ¿De eso sólo consiste la manada?

-¿Qué? No claro que no.

-¿Entonces dónde están?

Pero fue allí que Sacha pareció darse cuenta de que había cometido un error porque desvió la mirada.

-Yo... no puedo decirte.

Sintiéndome sorprendentemente herida, repliqué-.Ryan me había asegurado que esta era mi manada, ¿Y resulta que no puedo saber siquiera dónde están?- Yo creía que aquí era donde residían ellos primariamente, si bien la casa no era lo suficientemente grande para acomodar a toda una manada supuse que este era su centro de reunión donde convivían los Lobos principales mientras que el resto de la manada vivía en algún otro lado de la ciudad, cercano. Era un arreglo común por lo que tenía entendido ya que sólo Rogers se había atrevido a intentar mantener una manada entera en territorio humano.

-No sé,- se encogió de hombros.- Sólo sé que... que por ahora conocerás a estas personas.

Supongo que tenía sentido, tal vez querían saber si me comportaría y sería más fácil de probar con un grupo pequeño y que fuera de confianza para el Alfa pero... algo acerca de cómo lo había dicho me hacía creer que había más en ese asunto, pero dejamos de hablar cuando llegó el primer Lobo acompañado de dos guardias con apenas unos bolsos y un elegante maletín negro. Resultaba ser Andy Wilkens, un abogado pero Sacha no me dio muchos detalles sobre él, algo en sus ojos me daba la sensación de que había una historia allí que yo no debía de saber.

Pero el hombre no me dio tal impresión, simplemente se nos acercó, saludó a Sacha y a mí y luego de un poco de charla acerca del viaje y de ofrecerme felicitaciones el hombre se fue a acomodarse en su habitación. Yo me relajé después de ese primer encuentro; para ser la primera persona que conozco fuera de mi manada y que no me había secuestrado, la interacción fue sorprendentemente amena. Pero cuando la miro a Sacha ella está frunciendo el ceño, sus ojos fijos en la dirección que desapareció Wilkens.

El resto de la tarde fue bastante similar con los restantes seis Lobos. Todos ellos me habían saludado y ofrecido felicitaciones y yo había fingido estar feliz cuando las recibía. Por suerte, la mayoría de ellos no me hicieron preguntas. Si bien eran personas de confianza del alfa no eran sus amigos, eran primariamente sus súbditos y lo trataban a él y por lo tanto a mí con el respeto correspondiente y no hacían preguntas innecesarias.

Bueno, todos menos Tanya. Ella fue la tercera en llegar, junto con un hombre que no estaba muy segura si era una especie de contador o algo relacionado con los números. Sacha se había ido a la oficina a discutir unos asuntos con el abogado al que le había fruncido el ceño, dejándome a mí en la boca del lobo... literalmente.

Luego de saludarme y de creer que iba haciendo un buen trabajo, ella replicó.

-Es una fecha un poco incómoda para elegir una Mate, ¿No lo cree así señorita Kristal?

-¿Disculpe?- Pregunté confundida, parpadeando. Su comportamiento brusco me sorprendió, ninguno de los otros Lobos habían dicho palabra alguna sobre ello.

-Digo,- se acerca hacia mí y habla con tono conspirativo.- Después de todo estamos en medio de una guerra, ¿verdad?


La observo sorprendida.

¿Guerra?

Vendida al Alpha #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora