Cassie se despertaba a las cinco y media de la mañana. Estiraba piernas y brazos en su pequeña cama de colchas tejidas, y ponía los pies sobre el frío piso de madera.
Luego de esto, caminaba hacia el pequeño baño de la habitación y trataba a duras penas de no gritar cuando el agua helada caía sobre su espalda. A esos de las seis de la mañana había logrado comerse una tostada con algo de yogur, se calzaba los mismos zapatos desgastados de siempre y salía a la misma hora con una manzana en la boca para mordisquear por el camino.—¡Buenos días, niña!—Exclamó la señora Jenkins desde su ventana.
—¡Hasta luego, señora!
Y Cassie corrió calle abajo hacia el pequeño restaurante en el que trabajaba.
Al lado del edificio había un pequeño puesto de café bastante concurrido, la pelirroja compraba tres cafés para llevar y volvía emprender su trote sin dejar de mordisquear la manzana.Dos cuadras, tres cuadras y se topaba con el viejo indigente arrinconado sobre un pedazo de cartón que a esfuerzos trataba de respirar con facilidad, gracias a la espantosa asma que tenía.
—Descafeinado y con mucha vainilla—Y le extendió el café al viejo hombre.
—Ya te estabas tardando pelirroja—Le dijo con una sonrisa simpática.
Cassandra volvió su vista a su camino y se despidió animadamente del hombre al que todos los días le llevaba que tomar.
Los locales empezaban a abrir a eso de las siete y las ventanas de los envejecidos edificios se congraciaban para contemplar un nuevo día.
En la distancia la chica creyó escuchar un trueno y maldijo en voz baja.
Sin su tía no había recordado agarrar el paraguas ni muchos menos un abrigo.¿Como estaría? Cassandra chasqueó la lengua y trató de olvidarse de Di Vaio por el momento.
Aleja los pensamientos negativos, Genolet.
Sacudió su cabeza y abrió la puerta del local con demasiada rapidez.
Puso los cafés sobre la barra de entregas y prosiguió a organizar las sillas del lugar, esperando a la clientela.
Se puso su delantal y el cocinero la saludo como de costumbre.—¿Como estas, chica?
—Mejor que nunca Joe.
Y sabía que eso era una mentira.
El gerente le dio un asentimiento de cabeza en señal de aprobación y se dirigió a su oficina. A Cassie le empezó a picar el cuero cabelludo. Necesitaba el dinero, necesitaba a su tía recuperada y necesitaba librarse de Di Vaio rápido.
Tenía que aprovechar la oportunidad. Con timidez se dirigió a la puerta del gerente y tocó tres veces antes de que él la dejara pasar.
—Disculpe, Señor Jenkins ¿Puedo hablar con usted un momento?—Tragó saliva y prosiguió a sentarse en el lugar que le ofrecía el viejo gerente.
—Claro que sí chica ¿En que puedo ayudarte?
Con indecisión empezó a juguetear con los botones de su blusa y con una sonrisa nerviosa se apresuró a preguntarle.
—Pues bien señor, como usted sabe... mi tía se encuentra en el hospital bastante enferma, y... yo me preguntaba si... si quizás era posible que me adelantara el pago ¡Será solo por esta vez! ¡Lo juro!
Y se odio a sí misma por verse tan desesperada.
Pero lo estaba.El señor Jenkins la observó anonadado. ¿Por que se mostraba tan nerviosa ante esa petición cuando sabía que tenía a su tía y a ella en tan alta estima?
ESTÁS LEYENDO
Doble moral [Con pecado concebido *02]
Romance-Fuiste hecha para ser corrompida-Dijo el demonio al ángel. Y era cierto, le había vendido su alma al diablo.