Una Carta de Amor +18

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La chica caminó sola por la tétrica calle.
La lluvia caía a borbotones del cielo y no le importaba. No le importaba nada.

Miró las espantosas nubes de tormenta y se permitió cerrar los ojos por un Segundo.
Cayó en el suelo y soltó el llanto.

Lloró  hasta que se desahogo. Lloró hasta que fue capaz de diferenciar el agua que caía de sus mejillas de la lluvia que caía del cielo.

Dos fuertes brazos la levantaron del concreto y la abrazaron con delicadeza.
La chica no dijo nada. Aspiro el olor a cigarrillo y Whisky y se dejó llevar.

Dos horas más tarde seguía sin decir palabra alguna.
Enroscada en unas sábanas que no eran de ella y siendo abrazada por un hombre que tampoco era de ella.

—Cass... Deja de llorar. No soporto verte llorando.

—Te odio. Te odio tanto—Murmuro la joven entre sofocos.

Las manos de él se pasaron por sus mechones escarlata con dulzura y aferraron con mayor fuerza el cuerpo de ella.

—No, no me odias. No sabía que ese terreno era de tu familia cariño. No tenía ni idea.Eres importante para mí Cass, muy importante. No puedo dejarte, y no puedo permitirte que me dejes. Eres todo lo que tengo, solo tú.

Las lágrimas de Cassandra no se detenían y como si de una niña berrinchuda se tratara, sus gemidos y sollozos eran cada Segundo más inteligibles, de modo que las palabras que se resbalaban de su boca casi no tenían sentido.

—Eso es mentira. No me quieres. Nunca me querrás. Creíste que me estaba acostando con Baltimore y eso es lo más descabellado que he podido escuchar ¿exactamente cuando crees que se dio la consumación de la infidelidad? ¿Por telefono? Es estupido. Tú eres estupido.

Las manos de él siguieron aferrándola a su pecho, impidiéndole el mínimo movimiento. Las respiraciones de los dos estaban coordinadas, los latidos de sus pechos eran constantes y el silencio volvía a ser  el único protagonista.
Cuando la joven ya había terminado de sollozar, y las lágrimas se habían secado en sus mejillas, el de los ojos azules obligó a la de los ojos verdes a acostarse completamente boca abajo. La chica lo miró con el rostro empapado en lágrimas, completamente roja y avergonzada.

No podía soportar mirarle a los ojos.

El tío enterró su rostro en el hueco del cuello de ella y aspiró.
Su voz no parecía la propia, era un tono que jamás había utilizado antes y por eso una sensación conocida para ella empezó a tomarla presa.

—Creí que te había perdido. Nunca en mi vida me había sentido tan vacío como cuando llegue a la villa y no te encontré. Me volví loco Cass, me volví loco porque sabía que no podía irme a perseguirte y me volví loco porque en verdad pensé que lo había arruinado. No puedo ni procesar la idea de verte con otro Cassandra, es una idea que me perturba al grado de sacar lo peor de mi.
Cuando termino de decir aquello Silas sintió como un liberaba un gran peso de dentro de su ser. Era la primera vez que se arriesgaba, era la primera vez que se arrojaba a sí mismo a una situación de la cual no tendría el control, la primera vez que se daba cuenta de que jamás en todos sus años de existencia había sentido algo Tan fuerte y profundo como lo que la joven le provocaba.

Estaba muy enamorado.

Las lágrimas de ella no se detenían. Los hipos eran cada vez más constantes y el llanto había pasado de un tímido jadeo a un verdadero complejo de vítores y sollozos. Silas tomó el rostro de ella entre sus manos y contuvo el aliento para luego decirle con toda la sinceridad del mundo, al punto en que Cassandra creyó pensar que su voz se rompía con las palabras que le decía.

Doble moral [Con pecado concebido *02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora