Ojos azules como un cielo Azul

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El agua caía sobre los dos, la temperatura en el lugar provocaba que vapor real se inhalara a su alrededor.
Cass tenía el cabello pegado a su piel del mismo modo los labios de Silas se aferraban al cuello de la muchacha.
Sus piernas enganchadas a los dos lados de las poderosas caderas de Silas, su torso arqueado hacía la pared del baño y sus labios ligeramente entreabiertos.
El hombre volvía a empujar contra ella y ella misma volvía a arquearse contra él. Los movimientos se repetían cada Segundo, cada suspiro, cada jadeo. Las manos de ella se aferraban a los hombros del pelinegro.

Silas gemía en su oído. Besaba su cuello, arrastraba su cuerpo hasta el borde del placer y luego la liberaba solo para empezar el ciclo de nuevo.

—No puedo más—Decía la chica entre jadeos.

Silas sonreía con malicia y aumentaba sus embestidas como si de una maldad se tratara, amaba ver a Cassandra desesperada por alcanzar el final, amaba inundarla de sensaciones oscuras y eroticas, amaba simplemente hundirse en ella y marcarla como suya.

El pelinegro la soltó de improvisto. La chica protestó confundida, sin embargo no tuvo tiempo de articular palabra cuando Silas ya había estampado su rostro contra la pared del baño de modo que sus mejillas rozaban el caro alabastro.
Cass soltó un gemido sordo a modo de grito cuando Silas la volvió a penetrar. Era un bruto.

El ciclo había empezado de nuevo. Su amante era insaciable, cruel, sadico pero sobre todo erotico, y le quería. Y eso era todo lo que necesitaba. Sus manos fueron a parar a su espalda, secuestradas por los brazos de él.
Silas Di Vaio metió una pierna entre las de ella y trató de hacerse con ella lo más apretado posible. Cassandra Genolet dejó escapar un grito estridente manchado de puro erotismo, largas lágrimas se desparramaron por su rostro mientras se dejaba ir entre la bruma del órgasmo. Nuevamente Silas empezaba su tortura. Con la joven completamente resbalosa era más fácil hacer con ella lo que se le antojara, para eso, la volvía a calentar con una nueva serie de embestidas y caricias.

La dulce Cass que hasta ese punto ya no tenía nada dulce, estaba entre derrotada y caliente. Las fuertes caderas de Silas empujaban contra ella de nuevo, arrastrándola una vez más al lugar que tanto conocía. Mordió sus labios con ahínco y echó la cabeza hacia atrás sosteniéndose del fuerte pecho de Silas.

Las bocas de los dos necesitaban encontrarse, y Silas lo sabía con fuerza hizo que Cass doblara su cuello hacia atrás y así poder encontrar el Tan anhelado contacto.
La muchacha se terminó por dar toda la vuelta y enroscar sus manos en el cuello de él. Los labios de los dos, las lenguas de los dos, las respiraciones de los dos. Todo se mezclaba en una danza que de inocente no tenía nada. Parecían insaciables, y es que cada cuanto se quedaban sin aire, se separaban y enfrentaban sus frentes para atrapar otro que otra gota de oxígeno para luego seguir con la pelea de voluntades.

El hombre la volvió a cargar a horcadillas y la volvió a embestir contra la pared. Sus caderas fueron más implacables. Mientras la chica gemía y gritaba en su boca, Silas aprovechaba para exprimirle los senos y afianzar la fiereza con la que la hacía suya. 

De un momento a otro, todo se apagó y el climax llegó para reducirlos a polvo.
Di Vaio se apoyó contra la pared del baño con Cassandra todavía enganchada a su cuerpo y suspiró.

La joven muchacha cerró los ojos y se desvaneció con el vapor de la ducha.

Silas Di Vaio sonrió. Era la primera vez que una mujer se desmayaba luego de habérsela cogido.
Cargó a Cassandra fuera de la ducha y la envolvió en un montón de toallas. La joven pelirroja sintió frío de nuevo. Se removió entre aquellas sábanas y por fin abrió los ojos.
Silas estaba recostado sobre lo que parecía ser un sillón,completamente desnudo y bebiendo lo que parecía ser alcohol.
Nunca había conocido a alguien que se sintiera tan cómodo estando desnudo. Entonces abrió mucho los ojos. Ella estaba también desnuda. Pero completamente seca. Frunció el entrecejo y se reclinó sobre sí misma acunado su cuerpo con sus manos pequeñas y delicadas.
Se levantó de la cama y agarro lo que parecía ser una bata de seda cuidadosamente boblada al pie de la cama.
Echo su cabellera hacia atrás y camino hacia donde Silas.
Di Vaio sintió la presencia fresca y tímida de su mujer por detrás. La dulce joven no supo que decir y no supo cómo actuar. Se sentía muy tímida, después de las cosas que había hecho se sorprendía que aún pudiese verle a los ojos.

Doble moral [Con pecado concebido *02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora