Observo a mi hija bajar del caballo con una elegancia tan innata como peligrosa. No puedo evitar sentirme extraña ante tal imagen.
Acaba de cumplir sus quince años y por mucho no parece de esa edad. Isidora tiene una mirada cortante, arrogante y extremadamente cínica que me recuerda mucho a las fotografías de mi familia.
Se quita el casco con un movimiento ágil dejando la cola de caballo balancearse por sus caderas con gracia. Tiene los hombros erguidos y camina con una seguridad que me recuerda a Silas.
Lissandro se acerca a ella corriendo y le dice algo con una sonrisa que irradia felicidad. Su hermana ni siquiera se inmuta y lo mira de manera despectiva. Lissandro no se deja amedrentar por su hermana
Y le responde palmeando su espalda y diciéndole algo más impertinente.Isidora abre los ojos indignada y todo su rostro se transforma en una mueca estridentemente fría que me produce un dolor en el pecho al que no puedo ponerle nombre.
—Sigues preocupada por ella ¿No es así?
La caricia de Silas sube por mi brazo derecho con suavidad, su ronca voz sigue poniéndome los pelos de punta. Entonces me arrimo más a su lado en busca de su calor y cierro los ojos.
—Sabes que sí. Es mi hija. Siempre me preocuparé por ella.
Silas suspira sobre mi barbilla.
—Es mi hija también.
El dolor en el pecho busca intensificarse hasta traducirse en lágrimas pero no lo permito.
—Al menos tiene a Sandro. Nos tiene a nosotros. Es más de lo que cualquiera tuvo alguna vez.
Silas tiene el cabello más lleno de canas de lo que recuerdo. Sin embargo a mis ojos siempre seguirá siendo el mismo atractivo hombre que me arrastro a un juego peligroso hacia un tiempo atrás.
Mi familia. Mi verdadera familia.
Entonces los ojos de mi hija se encuentran con los míos, y veo esperanza en ella. Porque su mirada cambia por completo. La sonrisa le transforma el rostro por completo en un segundo. Sus ojos se vuelven más cálidos y sus mejillas se sonrojan cuando me ven.
—Mamá–Dice con esa voz que parece de seda.—Me alegra tanto de verte.
Tanta elegancia y belleza no pudieron haber salido de mí. La sonrisa ladeada le da un toque más maduro cuando mira a su padre.
—Papá, sabes que mamá puede respirar sola ¿no es cierto?
Mi esposo pone los ojos en blanco ante el sarcasmo innato que ha sacado de él y le aprieta la nariz como si fuera una niña pequeña.
—No seas arisca, terroncito de sal.
Veo el atractivo y alegre rostro de Lissandro acercándose con una mueca divertida y no puedo evitar sentirme tan feliz.
—¡Vieron eso! ¡Isidora en verdad está loca! ¡No te preocupes mamá, lo he grabado todo! Nadie va a creerme cuando les muestre el video.
—Te lo dije una vez Sandro. Vuelve a grabarme y te saco los ojos—Corto el hielo mi hija.
—Isi—Dice Silas con un tono cansado.
Sandro solo pudo reírse. Como si el comentario fuese de lo más normal para él.
—Sácame los ojos hermanita, yo te sacaré los dientes.
Se miraron entre sí. Isidora con el ceño fruncido y Sandro con una sonrisa espectacular. Luego de unos minutos los dos se sonrieron con compresión.
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Doble moral [Con pecado concebido *02]
Romance-Fuiste hecha para ser corrompida-Dijo el demonio al ángel. Y era cierto, le había vendido su alma al diablo.