La sangre se arremolina entre mis piernas mientras el aliento empieza a faltarme producto del esfuerzo de las contracciones. Tengo los ojos ardiendo y el resto del cuerpo entumecido, sin embargo, este no era el momento para darme por vencida.
No quiero respirar este aire, no quiero este tipo de oxigeno, el olor me parece repulsivo. No hay nada de honorable en la posición en la que me encuentro, sigue siendo la misma de siempre. La misma posición fatídica. La misma humillación.
El parto siempre ha sido un evento de lo más sangriento ¿Por que las mujeres decidimos someternos a ello? Y la respuesta me es dada tan rápidamente cuando siento la segunda contracción que rasga mis entrañas. Algunas de nosotras no tenemos más opciones.
No tenemos más vidas.
Vuelvo a gritar una incoherencia y pujo con fuerza.
Ahora si es cierto que toda la habitación parece pintada de rojo. Como yo.
Finalmente siento el llanto al otro lado de mi izquierda. Y sé que ha terminado. Pero no hay calma después de la tormenta, lo sabré yo más que he vivido una tormenta mi vida entera.
No quiero aferrarme al niño. No quiero encariñarme con él, porque también sé que tarde o temprano lo arrebatarán de mi seno. Me lo quitarán como me han quitado todo.
La oportunidad de decidir, la oportunidad de vivir. La oportunidad de amar.Mi bebe. Mi hijo. Mío.
No lo veré crecer. No lo veré enamorarse.
Lo sé. Porque vidas como la mía solo existen para llevar a cabo un objetivo más grande que mi propia existencia. Vidas como la mía, son efímeras, una vez vivirás no serán recordadas.
No tengo mas vidas. No tengo más deicisiones que tomar
—Es una niña preciosa.
Y cierro los ojos como si ese pensamiento de verdad me lastimara.
Y dejo las lágrimas salir. De veras quiero estar feliz. De veras. Pero no puedo. No puedo. No quiero pensar en que ella vivirá lo que yo, no quiero ni concebir la terrible vida... y me paro en seco.
—¡No!—logro exclamar.
Sobre mi cadaver.
Mi hermana me mira confusa y la repulsión hace meollo en mi.
Es una niña, y en ocasiones eso puede ser una maldicion. Miró a mi hermana con toda la decisión de mi mirada, con toda la fuerza que me faltó en lo que llevo de vida.
Ella lo entiende. Lo debe entender, y me lo debe. Me lo deberá siempre aún después de muerta.
Similia similibus curantur.
—Él está aquí.
La aprehensión sube por mi pecho, vuelve para enfermarme, vuelve para borrarme de la faz de la tierra, vuelve para torturarme.
—Es lo mismo, no lo quiero ver.
—¿Crees que no se lo dije? Está empeñado en verte a ti y a la niña. Sabe que tuviste a la niña. Lo sabe y ahora no te dejará ir.
No voy a llorar esta vez. No puedo. Debo ser fuerte.
—No lo quiero ver. Él lo sabía, lo debió saber y dejó que continuara—Lo digo con mi último aliento, como si de verdad quisiera convencerme de ello.
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Doble moral [Con pecado concebido *02]
Romance-Fuiste hecha para ser corrompida-Dijo el demonio al ángel. Y era cierto, le había vendido su alma al diablo.