Sus manos temblaban alrededor de su cuerpo, su garganta estaba seca, sus ojos hinchados de tanto llorar, y sus dientes estaban tan apretados que le sorprendía no haberse roto su mandíbula.
Con ahínco volvió a presionar el botón del último piso y el maldito código que le permitiría la entrada al edificio. ¿Que estaba haciendo? No habían pensamientos claros en su cabeza, estaba cegada por el dolor y no pensó dos veces las consecuencias que acaecerían una vez hiciese lo que iba a hacer.
Calma,Cassandra, recuerda quien eres, recuerda quien eres. Pero era imposible no temblar de la furia, no temer por el futuro y no arrepentirse tan fervorosamente de las desiciones que la llevaron a ese punto de crisis.
Rememoró lo que iba a decir en su cabeza y sin querer perdió la noción del tiempo a su alrededor. Cassandra Genolet no sabía que hacer, no sabía que decir, lo único que sí sabía con seguridad era que nunca había querido hacerle tanto daño a una persona en su vida como quería hacérselo a aquel hijo de perra seductor.
Las puertas de la caja de metal sonaron y ella saltó de su lugar hacia adentro del apartamento. Busco con la mirada a aquel mal nacido y no lo encontró.
Cálmate maldita sea, le repitió su subconsciente.Cálmate.
Observó con odio la opulencia que le rodeaba y volvió a pasarse las manos por la cabeza. Las lágrimas de rabia salieron disparadas de su rostro y por fin pudo darse cuenta de que estaba de alguna forma actuando tal cual como la vez que conoció a Di Vaio.
Ese maldito impulso de romperle la cara al gilipollas se convertiría en otra horrible decisión de la cual renegaría el resto de su vida.
¡¿Que mierda estaba haciendo ahí?! ¡¿En qué demonios estaba pensando?! ¡Era la boca del lobo y no tenía ni siquiera un plan de respaldo!
Como si de un balde de agua fría se tratase la joven chica se dio a la fuga.
Pero era demasiado tarde. El lobo ya había notado su presencia, y lo que era peor, el lobo parecía estar muy muy hambriento....—¿Se va ya señorita Genolet? Pero si ni siquiera hemos empezado a jugar.
Y todo le valió madres. Cassandra se abalanzó hacia el tipo dispuesto a matarlo a golpes. Con sus uñas recién afiladas busco su objetivo en la cara del tipo. Silas pudo prevenir el ataque, lo que sí no pudo prevenir fue el derechazo de la joven en el centro de su estómago.
El sonido ahogado se propagó por toda la habitación y la rabia lo empezó a tomar preso. Esa era la segunda vez que la joven le levantaba la mano.Cassandra Genolet apretó los puños a sus costados, las palabras no estaban ofuscadas en lo profundo de su garganta ni mucho menos sentía miedo por las consecuencias futuras.
Sencillamente, estaba dispuesta a perderlo todo. Perderlo todo con tal de hacer sufrir a ese desgraciado como se lo merecía.—No voy a insultarle como se lo merece porque creo que usted muy bien sabe lo asqueroso que es sin necesidad de que yo le recuerdo que es lo que ve en el espejo todas las mañanas. No tenía ningún maldito derecho a hacer lo que hizo, dejó muy bien claro lo que quería de mí y yo estaba dispuesta a dárselo todo,sin embargo eso no le basto y quiere terminar de arruinar mi vida más de lo que ya ha hecho.—su respiración era entrecortada, la mueca de su rostro parecía translucir todo el dolor que guardaba en su corazón, un dolor que rozaba más con el odio que con la culpa.
La cara de Silas era una mueca descompuesta llena de puro y sencillo odio. Ese no tenía que aparentar nada
—No tenía ningún jodido derecho, ninguno—Siguió repitiendo.
—Te advertí que no jugarás conmigo—Por fin dijo el tipo con una risa socarrona.
—¡Me iba a acostar con usted! ¡Lo iba a hacer! ¡¿Esta claro?! ¡Le iba a dar todo lo que quisiese de mí! ¡Me iba a vender! ¡Maldicion! —Retrocedió alterada de su posición mientras se pasaba las manos por la cabeza—Pero ya no. Ha traspasado un límite ¿Por que simplemente no pudo esperar un poco más? ¿Que era lo que ganaba arrojando a una pobre anciana al borde de la muerte? ¿Que era lo que ganaba? Dígame, dígame por favor porque no lo entiendo.
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Doble moral [Con pecado concebido *02]
Romance-Fuiste hecha para ser corrompida-Dijo el demonio al ángel. Y era cierto, le había vendido su alma al diablo.